Sr. García .
Cruce de vías

Él

El caso es que prefiere cerrar su bibliografía personal y dedicarse a ser el protagonista de las aventuras que aún le quedan por vivir

Me llama por teléfono a esa hora de la tarde en la que uno no sabe muy bien qué hacer. Le pregunto cómo le va ... la vida y si está escribiendo algo. La última vez que hablamos dijo que estaba en periodo de descanso y según parece no piensa interrumpirlo. Me confiesa que va a dejar de escribir novelas. La imaginación se agota y ha decidido no forzar la máquina. Lleva escribiendo casi toda la vida y ha llegado el momento de retirarse. Los dos tenemos más o menos la misma edad, pero él ha escrito más del triple de novelas que yo. Luego añade que los tiempos han cambiado y que las grandes editoriales están apoyando el tipo de literatura que ofrece más ganancias económicas sin tener en cuenta la calidad. Actualmente no ve necesario mantener la fidelidad a alguien que ha cambiado de manera de ser de un modo tan radical. Habla de abandonar la literatura como quien rompe una relación amorosa que ha dejado de funcionar.

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Los escritores no solemos retirarnos nunca del todo, pero él lo tiene claro. No necesita seguir enganchado a una droga que le permite perder el contacto con la realidad pra vivir otros mundos más atractivos y sugerentes. Afirma que tal vez la culpa sea suya porque no se adapta a los nuevos tiempos. «Nos hacemos viejos a todos los niveles», dice. El caso es que prefiere cerrar su bibliografía personal y dedicarse a ser el protagonista de las aventuras que aún le quedan por vivir. A partir de ahora tiene muy claro que si surge alguna peripecia, él será el protagonista. No un personaje de papel sino un héroe de carne y hueso. Lo noto mejor que nunca, como si se hubiera quitado un gran peso de encima.

Me pongo en su lugar y tengo la impresión de que ha convivido de una manera tan profunda con la literatura que necesita dejar a un lado la ficción para descubrir otros placeres que todavía no ha disfrutado. Los personajes de sus novelas viven experiencias que él sabe que existen, incluso es capaz de imaginarlas, pero nunca las ha sentido. Una cosa es dominar el argumento de una novela y otra muy distinta controlar la realidad. Hay escritores que cuentan las propias experiencias porque su vida es una aventura sorprendente. No es su caso, él apenas conoce el mundo. De hecho, siempre ha viajado con la imaginación sin salir del cuarto. Ha pasado la vida mirando a través de la ventana la acera de enfrente. Hasta que decide cruzar la calle por primera vez, como un niño. Después irá conociendo la ciudad, otras ciudades, o tal vez no, quizá siga igual, sin moverse del sitio, instalado en el mismo eje en torno al cual ha girado su vida con los cientos de personajes que lo acompañan.

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