Al fondo, la «escultura sonora» 'Diagrama de un recuerdo', un 'skyline' de La Habana del que cae agua. José Báez

Diana Fonseca, revelación en ARCO, expone las goteras de su Cuba natal en La Térmica

La artista habanera reflexiona sobre la libertad, el tiempo y el desarraigo en su primera gran exposición en una institución pública en España

Paco Griñán

Málaga

Jueves, 16 de octubre 2025, 17:22

De fondo se escucha el agua caer. Lo que es toda una novedad si entras en una exposición. Al fondo, sobre la pared blanca, se ... recorta el 'skyline' de La Habana y el inconfundible malecón a sus pies sobre los que llueve incesantemente. Pero conforme nos acercamos, descubrimos que esa línea del cielo de la capital caribeña está realizada con una tubería cromada salpicada por grifos de los que se fuga el agua. Gota a gota que, al golpear la base del paseo marítimo, se convierte en banda sonora de ese paisaje. La sensación es que estamos ante un híbrido entre instalación y fuente. «Escultura sonora», lo llama su autora, la cubana Diana Fonseca, que muestra aquí las goteras de la vida en su país natal en el estreno este jueves en La Térmica de su primera exposición en una institución pública en España, 'Entelequias', después de ser premiada en la feria ARCO con el galardón a la mejor obra de artista internacional.

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Candados que, en lugar de cerrar, se abren para dejar crecer flores y formar un paisaje. Jesús Báez

«Nunca pensé vivir fuera de Cuba, pero tuve que hacerlo por problemas económicos de un sistema que es insostenible, por lo que decidí mudarme a Madrid, lo que ha marcado un antes y un después en mi obra», ha explicado este jueves Fonseca en la presentación de esta personal muestra, acompañada por el Diputado de Cultura, Manuel López Mestanza, y el director de La Térmica, Antonio Javier López. Una exposición que habla de sentimientos tan reconocibles como la libertad, la culpa, el desarraigo, la inmigración y el paso del tiempo. Conceptos que la autora carga de simbolismo, poesía y filosofía para desnudar los elementos cotidianos de los que están realizadas las obras, como esos grifos que gotean en 'Diagrama de un recuerdo' -la obra más reciente de la exposición-, para cobrar un nuevo sentido.

«Cuando estaba allí me molestaba la escasez del agua, pero ahora siento añoranza por esa precariedad»

Diana Fonseca

Artista

«He crecido con ese sonido del agua cayendo continuamente en el fregadero», ha revelado la artista cubana sobre la conexión de esta pieza con su propia memoria. Una realidad habitual en su país, de la que parte para exponer «la ironía de los problemas con el agua corriente, pese a ser una isla». Un recuerdo que, con el paso del tiempo, se transforma. «Cuando estaba allí me molestaba esa escasez, pero ahora siento añoranza por esa precariedad», ha contado la artista poniendo palabras a esa sensación de nostalgia y malecón que también se siente al contemplar el 'skyline' habanero que, como el resto de la exposición, se exhibirá hasta el próximo 15 de febrero.

Condición mestiza

Además de la escultura, la instalación, el vídeo y la pintura se mezclan con naturalidad en esta exposición de múltiples formatos, otra de las características de la autora cubana que, en lugar de partir de los materiales, hace el camino inverso. Viaja del concepto a la obra. Y convierte objetos cotidianos en nuevos elementos que pierden su sentido original para convertirse en piezas provocadoras que, aunque parten de la biografía de la propia artista, rompen barreras y conectan con el público. Así, la incapacidad para «atrapar el tiempo con nuestras manos» toma cuerpo en una veintena de relojes a los que le falta una parte para expresar la quimera de controlar nuestra vida o en una surrealista estantería circular en la que se agolpan libros de decenas de autores, pero con la misma palabra en común en el título de lo volúmenes: 'tiempo'.

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Los relojes incompletos de 'Tiempo real' muestran la imposibilidad de atrapar el tiempo. Jesús Báez

El deseo de libertad se escapa por los barrotes de una jaula situada en mitad de la sala y abierta por su parte inferior sin que, en el fondo, sirva para atrapar nada. Un sentimiento que también se asoma en un fascinante paisaje que, de cerca, revela candados de diferentes tamaños y abiertos, de cuyo interior crecen flores. «Hasta en el medio más hostil surge la libertad», ha explicado la artista, que también juega con las ideas y las emociones en una pieza que arranca en una cadena fina que, eslabón a eslabón, va haciéndose más gruesa hasta que acaba en unos grilletes. «Esa pequeña cadena que va a engordando es la culpa que crece en ti hasta que te atrapa», ha señalado Diana Fonseca que también parte aquí de su propia punzada que le produce estar lejos de casa: «Extraño a mi familia y, aunque les ayudo desde aquí, tengo un futuro mejor lo que no deja de hacerte sentir culpable».

Manuel López, Diana Fonseca y Antonio Javier López, en la presentación de la exposición. Jesús Báez

Ese acento personal de la exposición está también detrás del término aristotélico que da título a la exposición, 'Entelequias'. «En filosofía es el estado en el que una entidad logra su propósito final y, en ese sentido, el arte es mi entelequia porque es lo que me permite llegar a la autorrealización», ha señalado Fonseca que ha apuntado como de «manera inconsciente» la idea de la añoranza se ha ido instalando en su obra desde que se mudó a España hace cuatro años. «Nunca pensé hablar de temas como la inmigración, no estaba en mi repertorio, pero al estar mi obra estaba conectada con las circunstancias más cercanas era obvio que iba a haber un cambio», ha resumido la artista cubana sobre esta exposición que exhibe toda esa revolución personal plasmada en su producción más reciente. Y que, además de entrar por los ojos, tiene la banda sonora de las goteras al caer.

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