Migue Fernández

'La casa de Bernarda Alba' en el Cervantes: la fuerza de un Lorca en esencia

39 festival de teatro de Málaga ·

José Carlos Plaza firma una versión depurada del clásico, más cruda y directa, con ocho enormes actrices que logran la gesta de llenar el teatro un miércoles de febrero

Miércoles, 2 de febrero 2022, 23:55

Las colas a las puertas del Cervantes un miércoles noche de febrero ya presagiaban que algo potente se preparaba en el interior. Eran muchos los ... alicientes. Primero por lo que se decía: la palabra de Lorca, que nunca falla. Segundo por cómo se decía: con una dramaturgia depurada al máximo por José Carlos Plaza. Y tercero por quién lo decía: ocho enormes actrices, impecables en sus interpretaciones, que tuvieron que salir hasta cuatro veces al escenario para agradecer todos los aplausos de un teatro practicamente lleno. Grandes todas.

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José Carlos Plaza se reencuentra con 'La casa de Bernarda Alba' más de 30 años después de haberla llevado a escena por primera vez. Y ahora lo hace de una forma diferente, más moderna, adaptada a unos tiempos que demandan concisión y rapidez. Plaza tira de experiencia para separar el grano de la paja y quedarse –en hora y media de función– con la esencia de Lorca en una de las grandes obras de su repertorio. Prescinde de algunos personajes y reduce la acción a la tirana Bernarda Alba (Consuelo Trujillo), a sus cinco hijas confinadas (Ana Fernández, Ruth Gabriel, Zaira Montes, Montse Peidro, Marina Salas), a la criada Poncia que dice las verdades (Rosario Pardo) y a la abuela loca que se enfrenta a lo establecido (Mona Martínez).

Migue Fernández

Y, como casi siempre sucede, menos es más. A menos accesorios, más pureza y también crudeza en el mensaje. El ambiente se hace así más asfixiante y claustrofóbico entre los muros infranqueables del patio interior donde transcurre toda la obra. No necesita más: tres paredes y unas cuantas sillas.

Hace 86 años, apenas unas semanas antes de que le asesinaran, Lorca firmó un retrato de la España profunda con frases que todavía suenan actuales. Aún hoy 'La casa de Bernarda Alba' sigue siendo un poderoso grito contra la sumisión de la mujer («Mi cuerpo será de quien yo quiera», «nacer mujer es el mayor castigo», dicen las hijas), una feroz crítica a la hipocresía («No me meto en los corazones, pero quiero buena fachada», como pide Bernarda) y un canto a la libertad. Y es que resulta que todavía hoy se pelea por romper techos de cristales, preocupa y mucho el juicio ajeno y se cuestionan demasiados derechos ya conquistados. Salvando las distancias, eso sí, en una sociedad afortunadamente distinta que permite que ciertos comentarios en otro tiempo dramáticos hicieran reír a más de uno por la barbaridad que ahora representan.

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Aún hoy sigue siendo un poderoso grito contra la sumisión de la mujer, una feroz crítica a la hipocresía y un canto a la libertad

La malagueña Mona Martínez pone cuerpo a esas ansias por buscar una salida a la opresión impuesta por Bernarda en el rol de la abuela, para el que se echa 30 años encima. Apenas tiene dos apariciones, pero qué dos apariciones. Es la tragicomedia personificada: el llanto y la risa toda en una. Maravillosa la Poncia de Rosario Pardo, el contrapunto a Bernarda, con la naturalidad y la gracia del pueblo. Consuelo Trujillo compone a la perfección con su voz y su presencia a una matriarca que impone y personifica el miedo al cambio, al otro, a lo de fuera. Y contundentes las hijas, todas ellas, desde la experimentada Ana Fernández hasta la joven Marina Salas, con la también malagueña Montse Peidro entre ellas.

El reparto es, sin duda, uno de los grandes aciertos de esta propuesta y el Cervantes lo reconoció con infinitos aplausos. Ellas los recibían visiblemente emocionadas. Y no es para menos. Conmueve comprobar que la palabra de Lorca estremece pasen los años que pasen y que, pese a todo y contra todo, el ritual del teatro siempre resiste.

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