El arte contemporáneo se aloja en Macharaviaya

La sala cultural inaugurada el año pasado, La Colección, renueva sus fondos en su primer aniversario con piezas de artistas no incluidos anteriormente o con escasa presencia. Algunas proceden de coleccionistas particulares vinculados a la asociación cultural Lamardegatos, impulsora de este proyecto junto con el Ayuntamiento de Macharaviaya. Otras han sido cedidas por los propios creadores, que se han volcado con este nuevo refugio rural del arte. «Están encantados de exponer aquí y muchos lo están deseando. Nadie me ha dicho que no cuando se lo he solicitado, todo han sido facilidades», asegura Arturo Ruiz Meliveo, uno de sus promotores.

El objetivo era aportar un nuevo aliciente turístico a un pueblo ligado de forma natural a ese movimiento cultural desde los años 70, cuando artistas como Robert Harvey y Buly eligieron la tranquilidad de ese rincón de la Axarquía para vivir y crear. Después llegarían más. Y el desafío se ha cumplido. En los primeros nueve meses, abriendo solo sábados y domingos, han visitado La Colección unas 1.500 personas. Desde marzo, el espacio es visitable de miércoles a domingo y la medida ya se refleja en las cifras: en poco más de tres meses, se han registrado 800 entradas.

La Colección viene a completar el recorrido por un pueblo con mucho peso en la Historia gracias a su vecino más ilustre, don Bernardo de Gálvez, uno de los siete únicos ciudadanos honorarios de Estados Unidos por su contribución a la independencia americana. En un extremo del pueblo, el Museo de los Gálvez sirve de testigo de la Macharaviaya del siglo XVII. Allí comienza una ruta que culmina al otro lado, en la sala de arte contemporáneo que conecta a los macharatungos con la vanguardia.

Quien ya conozca el espacio lo encontrará cambiado tras la última actualización. Tres piezas de Elena Laverón ocupan la zona central, entre ellas 'El caminante', una réplica a pequeña escala de una escultura urbana de gran tamaño, el formato más reconocible de la creadora. Alrededor se exhiben las nuevas incorporaciones, con todo tipo de técnicas y soportes. Una obra de Manuel Torres sobre una plancha de metal, una vista de Torremolinos de Bola Barrionuevo que complementa la que ya se exponía de Málaga, un interesante Dámaso Ruano con relieve y una llamativa tabla con forma de mujer con la firma de Buly. De Robert Harvey, nombre imprescindible en este lugar, se muestra un acrílico sobre tela con una curiosa perspectiva de la plaza de Félix Sáenz. A su lado, un Paco Peinado con el tono oscuro y misterioso que le caracteriza y, un poco más allá, una escena de playa y 'pescaíto frito' de Chema Lumbreras. A las esculturas de José Seguiri que ya estaban en la sala se añaden ahora dos cuadros con la estética neoclásica que domina su producción.

Y más. Hay una obra de Sebastián Navas, un cuadro de Jorge Lindell y, tras un panel, una inquietante mirada de mujer con la firma de Chema Cobo, recientemente fallecido. Todos ellos apuntalan unos fondos en los que ya estaban Berrocal, Enrique Brinkmann, Manuel Barbadillo, Sonia Tena y Joaquín de Molina, entre otros.

La Colección, con una selección «personal y emocional», refleja así un periodo muy concreto de la historia cultural de Málaga de finales del siglo XX; y lo hace a través de las obras que amantes del arte fueron adquiriendo desde los 70 hasta los 2000. Una reivindicación «sin complejos» del lugar que la provincia ocupa por derecho en el arte contemporáneo.