'El ardor', Alberto Cortés - Autóctonxs. UVEMTZ
Flashback

Alberto Cortés y la ardiente revolución de la noche

Sábado, 11 de marzo 2023, 01:00

No sé si ha sido la suerte o una casualidad pura y divina y por lo tanto alejada del azar terrenal (la fuerza del destino) ... la que nos ha dado la posibilidad de ver, con pocas semanas de diferencia, dos piezas teatrales que forman un díptico total. Una, en el Echegaray por el Festival de Teatro, la otra, en el Soho por el festival Autóctonxs, las dos contienen algunos de los momentos más emocionantes y revolucionarios que he visto sobre el escenario en mucho tiempo, y su autoría corre a cargo del dramaturgo Alberto Cortés (Málaga, 1983), lo cual añade ese pellizco de inevitable orgullo de la tierra, aunque eso tampoco importe demasiado. Estos dos monólogos son, en palabras del autor, dos picos de un mismo monte. En el primer pico, 'El ardor' el fuego sube. En el segundo, 'One night at the Golden Bar', el calor desciende y acaba con todo, arrasando con lo verde y con la carne, tal y como sucede con el fin del amor, hasta dejar el alma a la intemperie. Yo las vi en orden inverso y en la cabeza se formó la secuencia completa con una música que se adhiere, en una con el piano de César Barco y en la otra sólo con la voz del propio autor, que está muy bien afinada.

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Los libretos de estos dos monólogos están publicados 'Los montes son tuyos' (ed. Continta me tienes) cuya lectura, ya en la intimidad, potencia ese juego que desdibuja las fronteras entre el teatro y la poesía, o con el cabaret, que aquí se diluye como en una fórmula magistral que nadie sabe exactamente qué lleva. En este caso, y eso sí lo sabemos, la acción flota en un líquido viscoso, marica y doliente, pero también lleno de humor y de autoparodia que se ríe de su propio ego («Qué alivio el tiempo sin mí, qué bonito») y que interpela de manera continua al espectador («¿Habéis venido a verme a mí? Yo también he venido a verme a mí»), escrito a veces con la propuesta de ortografía andaluza. Aquí se juntan Burroughs y Rimbaud con el pop de The Weeknd, los verdiales de Málaga con la Virgen y con Dios, con la familia y con las amigas, con los amores y con los demonios, con el mercado de la carne y de los afectos que propone internet. El autor recita las palabras unas veces como una ametralladora, otras como una bayeta, con despecho, sin orgullo, con un género inexacto, como un niño que te dice que el amor es lo más grande que hay. Cuando se apela a lo más profundo que tenemos, que es la identidad, o al sentimiento que gobierna tantas emociones, que es el amor y sus consecuencias, se inicia un viaje infinito que puede subir cualquier montaña. El ardor. Sea lo que sea eso. Aunque sea una flor, aunque lleve a una muerte de la que al final se resucita.

El Teatro del Soho, no conforme con enseñar montajes de musicales de Broadway o de caer en una programación paracaidista, ha clausurado con éxito la primera edición del festival Autóctonxs y que ha supuesto un verdadero acontecimiento en la ciudad. Durante cinco días, el teatro de Antonio Banderas, con sus diferentes espacios, ha acogido a más de 20 artistas y unas catorce obras de artistas malagueños o residentes en la provincia. El festival, dirigido por Alessandra García y en el que ha actuado buena parte de la escena malagueña que tantos triunfos cosechan dentro y fuera de Málaga; autores como Cortés o García, pero también Ximena Carnevale, Ernesto Artillo, Violeta Niebla o los músicos de Bromo (Azael Ferrer y Paloma Peñarrubia) son algunos ejemplos del sobrecogedor talento escénico, poético y sonoro de los seres tan raros que habitan esta tierra indestructible.

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