Sr. García .
Cuentos, jaques y leyendas

Yo fui víctima de Fischer

Mark Taimánov, destacado ajedrecista de la segunda mitad del siglo XX, fue también uno de los mejores pianistas del mundo. Sin embargo, la historia del ajedrez lo recuerda por su humillante derrota contra Bobby Fischer

manuel azuaga herrera

Viernes, 23 de diciembre 2022, 22:45

A principios de 1937 se estrenó en la Unión Soviética la película 'El concierto de Beethoven', un film de corte estalinista en el que dos ... chicos, Yanka y Vladik, reciben clases para convertirse en virtuosos del violín. Uno de los directores del film, Vladimir Shmidtgof, escribió el tema 'Oh, es bueno vivir en el país soviético', sin saber que la canción se convertiría en un himno para los jóvenes del país. La pegadiza melodía recoge versos heroicos: «Oh, es bueno convertirse en un luchador valiente / Oh, es bueno volar a la luna / Oh, es bueno leer todos los libros / ¡Superar todos los récords mundiales!». Generaciones de rusos han cantado esta estrofa. De la noche a la mañana, el actor de diez años que interpretaba a Yanka se convirtió en una estrella nacional. Su rostro era la imagen del cartel promocional de la película. Allá donde fuese, la gente lo reconocía. El jovenzuelo era Mark Taimánov, uno de los personajes más fascinantes de la historia de la música y del ajedrez.

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La cinta fue premiada en la Exposición Universal de París de 1937 y se proyectó durante seis semanas en Nueva York, en una sala de Broadway. Sin embargo, solo un año más tarde, Shmidtgof fue arrestado y torturado por el Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos (NKVD), acusado de ser un espía alemán. Otra curiosidad: el director de orquesta Karl Eliasberg aparece en una escena de la película. El 9 de agosto de 1942, durante el asedio nazi de Leningrado, fue Eliasberg quien dirigió por primera vez la interpretación de la Séptima Sinfonía de Shostakovich, símbolo de la resistencia antifascista. El cerco de Hitler sobre la ciudad duró casi novecientos días y se estima en un millón el número de civiles muertos. A la tía materna de Mark Taimánov se la comieron. Literalmente. «El canibalismo se dio con frecuencia», reconoció el propio Taimánov.

Música y ajedrez

Taimánov no era violinista. Él tocaba el piano. A pesar de ello, los directores de la película habían visto algo especial en él, así que el chico recibió clases durante seis meses del gran violinista Miron Polyakin. Finalmente, Taimánov cumplió. Y lo hizo con nota, nunca mejor dicho. Logró mover las manos con un deje natural y sostenía el instrumento de forma correcta. «La mañana después del estreno, me desperté famoso», recordaba Taimánov. La fama lo convirtió en invitado de honor de la inauguración del Palacio de Pioneros de Leningrado. El director de la institución le preguntó: «¿Qué te gustaría hacer con nosotros, Mark?». Y por alguna razón Taimánov respondió: «Ajedrez». Así fue cómo dio comienzo su obra maestra, la historia de un hombre que vivió entre jaques y pentagramas, atrapado por la pasión que sentía por las blancas y negras.

La madre de Taimánov estudió canto en el Conservatorio de Járkov. El padre era ingeniero. Les cuento un secreto familiar. Se trata de una digresión que me parece pertinente. El padre de Taimánov intentó suicidarse. Él estaba enamorado de la joven cantante pero los padres de ella no aceptaron los planes de boda. Entonces, como en una tragedia de Shakespeare, el padre de Taimánov decidió quitarse la vida. «En el último momento, alguien entró corriendo en la habitación y le arrebató el arma de las manos. Esto sucedió antes de que yo naciera», confesó Taimánov en 2009. Pero volvamos a la historia. La afición al ajedrez le vino a Mark, precisamente, por influjo paterno. Por eso respondió «ajedrez» cuando lo del Palacio de Pioneros. Esa fue la razón.

Se casó con la pianista Lyubov Brook y juntos crearon un dueto que actuó durante 25 años

Taimánov, con 11 años, empezó a jugar en la escuela de Mijail Botvinnik del Palacio de Pioneros de Leningrado. En paralelo, fue aceptado como alumno de piano en una de las más prestigiosas instituciones musicales de la ciudad. Allí conoció a una compañera de su edad, Lyubov Brook, con quien formó un dueto y tocó piezas de Mozart y Chopin. En 1946, Mark y Lyubov se casaron. Tenían 19 años. Juntos dieron conciertos durante los siguientes 25 años. Les recomiendo que busquen en internet el vídeo en el que interpretan la suite 'Scaramouche' del compositor Darius Milhaud. Solo lo encontrarán si escriben «Lyubov Brook» y «Mark Taimánov» en ruso. Si tienen la oportunidad, copien y peguen la siguiente línea: «ЛЮБОВЬ БРУК и МАРК ТАЙМАНОВ». Es una auténtica joya. No es de extrañar que Philips Records y la firma Steinway & Sons seleccionara al dúo para la regia colección 'Grandes pianistas del siglo XX' que lanzaron en 1999. En palabras de Taimánov este fue el mayor logro de su vida.

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Los éxitos en el tablero tampoco se hicieron esperar. En 1952, Taimánov participó en el Torneo Internacional de Ajedrez Estudiantil que tuvo lugar en Liverpool. Stalin firmó de puño y letra la autorización para el viaje. Taimánov no perdió ninguna partida y empató en el primer puesto con su compatriota David Bronstein. Ese mismo año consiguió el título de Gran Maestro y, pocos meses después, jugó su primer Torneo de Candidatos por la corona mundial. La hoja de servicios de Taimánov incluye veintitrés participaciones en el Campeonato de la URSS (lo ganó en 1956), una medalla olímpica y un buen número de victorias contra seis campeones del mundo.

A los 84 años, Taimánov recibió el Premio Nobel Ruso 2010 por su excelente trayectoria deportiva y musical

A los 84 años, Taimánov recibió el Premio Nobel Ruso 2010 por su excelente trayectoria deportiva y musical. La Fundación Ludwig Nobel publicó para la ocasión 'Recordando a los mejores', un libro en el que Taimánov repasó algunos de los momentos más inolvidables que vivió, dentro y fuera del tablero. Mark conoció al Che Guevara –incluso jugó al ajedrez con él–, a Winston Churchill, a Juan Domingo Perón y a Shostakovich, al que consideró un íntimo amigo. En la portada del libro aparece un diagrama de ajedrez. Pertenece a la partida que enfrentó a Taimánov contra Anatoli Kárpov en el torneo celebrado en 1977 con motivo del 60º aniversario de la Revolución de Octubre. La partida ha pasado a ser la 'magnum opus' de Taimánov. El golpe magistral de su caballo negro en la jugada 38 es pura magia, un destello de genialidad, el numen que se posa, acaso una vez en la vida, en el hombro de los verdaderos artistas.

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El infierno de Fischer

Pero no todo fueron aplausos y reconocimientos. De hecho, Taimánov ha pasado a la historia del ajedrez como el hombre que perdió contra Bobby Fischer. Él mismo lo resumió con tristeza poética: «Hasta mi duelo con Fischer en 1971, todo transcurrió sin problemas en mi carrera ajedrecística, pero esta dramática partida transformó mi vida en un infierno». Todo sucedió en Vancouver, durante los cuartos de final del Torneo de Candidatos, fase previa para luchar por el título de campeón del mundo, en manos de Boris Spassky. La delegación soviética quería derrotar al joven astro americano a cualquier precio. Incluso le prometieron a Taimánov que, si ganaba, podría quedarse con todo el premio sin pagar la cuota habitual para la causa del régimen. El patriarca Botvinnik cuidó cada detalle preliminar del combate. Prohibió que el excampeón del mundo Mijail Tal viajara a Canadá con Taimánov como ayudante, pues temía que sacrificaran los descansos entre ronda y ronda por otro tipo de rondas nocturnas. Botvinnik, conocedor del estilo romántico de Taimánov sobre el tablero, le exigió entrenar sentado sobre las palmas de las manos, con el propósito de que evitara realizar cualquier jugada dominado por la tentación del primer impulso.

A pesar de los esfuerzos y del intenso trabajo previo, el resultado final del encuentro fue demoledor: 6-0 a favor del estadounidense. Mijail Tal comentó: «Parece un partido de tenis». Hay un factor que no ha transcendido y que quisiera tomaran en cuenta. Al terminar la tercera partida llevaron a Taimánov al hospital. Su tensión arterial estaba por las nubes: 165/95. «La terrible sensación de estar jugando contra una máquina que nunca cometía ningún error hizo añicos mi resistencia», confesó Taimánov. Y añadió: «Al menos todavía tengo mi música». Pero se equivocaba. El Consejo de Entrenadores de la Federación de Ajedrez de la URSS se reunió de urgencia y calificó la actuación de Taimánov como «el mayor fracaso en la historia del ajedrez soviético». Las sanciones del Kremlin fueron todavía más duras que la derrota. Taimánov fue acusado de leer en secreto al escritor disidente Alexander Solzhenitsyn. Además, durante dos años, perdió sus derechos civiles, su salario y el título de Honorable Maestro de los Deportes. Taimánov tenía prohibido salir del país, hablar con la prensa y, peor aún, dar conciertos. Para colmo, el matrimonio con Lyubov Brook se fue al garete. Muchos años más tarde, Taimánov comparó aquella tragedia personal con una ejecución civil.

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El indulto del Kremlin

Dos semanas después del desastre de Taimánov en Vancouver, Bobby Fischer se enfrentó en Denver al danés Bent Larsen. Esta semifinal del Torneo de Candidatos arrojó un resultado que nadie esperaba: ¡de nuevo 6-0 a favor de Fischer! En la final, el estadounidense se enfrentó al soviético Tigran Petrosian y el marcador, por tercera vez, mostró la fuerza extraordinaria del genio de Chicago: 6,5-2,5. «Larsen, sin quererlo, se convirtió en mi primer abogado», dijo Taimánov. La derrota de Petrosian hizo que el Comité Central del Partido Comunista dudara sobre el castigo impuesto a Taimánov, pero nadie, excepto Spassky, hizo amago de enmienda. En junio de 1973, ya con Fischer en el trono de campeón del mundo, se celebró un Torneo Interzonal en Leningrado. El Kremlin pensó que dejar fuera a Taimánov en una competición internacional de tanto alcance comprometería la imagen exterior del régimen. Por eso lo perdonaron. Taimánov lo contó una y mil veces a partir de lo que le dijo un funcionario: «Teníamos que elegir entre martillar el clavo hasta el final o arrancarlo por completo. Finalmente, hemos decidido arrancarlo». «Para mí», matizó Taimánov, «era bastante obvio que el clavo en cuestión era el de mi propio ataúd».

Tiempo después, Taimánov escribió un libro bajo el título 'Yo fui víctima de Fischer'. Mark le envió por correo un ejemplar a Bobby y el estadounidense le llamó para darle las gracias. Le había gustado tanto que le pidió dos ejemplares más. Cuando Fischer murió, su biblioteca salió a subasta. Taimánov comentó: «Probablemente, entre tantos libros, esté el mío».

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Mark Taimánov murió el 28 de noviembre de 2016, a la edad de 90 años. Meses antes de morir, concedió una entrevista en la que hizo balance de su vida. Entre pregunta y pregunta habló de los primeros años de su infancia. Aquellos años felices. Entonces calló de golpe y, con la voz quebrada, entonó la pegadiza melodía: «Oh, es bueno convertirse en un luchador valiente / Oh, es bueno volar a la luna / Oh, es bueno leer todos los libros / ¡Superar todos los récords mundiales!».

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