Los otros de 'Turandot'
El Cervantes elige a 18 figurantes para la ópera de mayor envergadura de los últimos años
Regina Sotorrío
Martes, 6 de junio 2017, 00:22
Apenas estarán unos minutos en escena, en ningún momento abrirán la boca y su nombre no aparecerá con letras grandes en el cartel, pero sin ... ellos la función está incompleta. Son los figurantes, papeles de fondo, en segundo o tercer plano cuya misión es pasar casi inadvertidos y hacer de apoyo a los pesos pesados de la obra. El Cervantes elegía ayer a las 18 personas que harán ese trabajo en Turandot, la ópera de mayor envergadura de los últimos siete años (tras una Carmen de Bizet en 2010) y la apuesta lírica que abrirá la próxima temporada. Más de un centenar de personas darán forma a este Turandot de Puccini el 3 y 5 de noviembre, con el Cervantes al frente de la producción musical y el Teatro de la Maestranza de Sevilla encargado de la parte escénica. El nombre de los solistas sigue siendo un misterio.
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Por muy breve que sea la presencia de los extras teatrales, su interpretación no puede dejarse al azar. Tienen un hándicap: son papeles sencillos, sí, «pero llaman la atención si lo hacen mal», reconocía el ayudante de dirección Javier Hernández. Por eso, en la última planta del Teatro Cervantes se analizaban ayer desde características físicas hasta la capacidad rítmica de los aspirantes al caminar. Casi 30 personas optaron a 16 puestos de guardianes, uno de verdugo y otro de príncipe. Cada uno de ellos, recibirá 250 euros brutos por los dos días de función y los ensayos previos.
Y el dinero, claro está, era una de las motivaciones. «Nunca viene mal», admitían. Pero no era la única. Para aficionados al teatro y recién licenciados en arte dramático, supone una puerta de entrada al mundo escénico. «Es la oportunidad de estar en el Cervantes y con una ópera, el culmen de todas las artes», decía el joven actor Fran Agüera. Para él, como para el resto de compañeros que optaban ser el príncipe de Persia, «no hay papel pequeño». Francisco González estará en unos meses sobre esas mismas tablas en el rol protagonista de Jesucristo Superstar, de la mano Nuevo Teatro Musical, pero ayer lo intentaba como figurante. «Porque hay que hacer de todo en esta vida, de todo se aprende», justificó.
Sentido del ritmo
A ellos se les pedía, principalmente, encajar en el perfil físico del príncipe, un chico joven «de cara aniñada y aspecto dulce que contrasta con la brutalidad del mundo en el que se mueve», detalló el ayudante de dirección, acompañado en esta tarea por Francisco Rodríguez, de producción del Cervantes. En el caso de los guardianes, se les exigía algo más: sentido del ritmo. Los aspirantes desfilaron por la sala al compás de la melodía de Puccini, porque así tendrán que hacerlo sobre las tablas. «Sentid el pulso de la música, dejaos llevar por él, sentíos libre para cambiarlo según el momento, que vea vuestro ritmo», les animaba Javier Hernández. Allí estaba Sergio Pastor: «Soy actor y me presento a las pocas pruebas que salen. Me parece interesante estar en el escenario con tanta gente».
El verdugo era el tercer rol en discordia y tampoco aquí valía cualquiera: tenían que ser fisioculturista. Solo dos respondieron a ese perfil, un monitor y un propietario de gimnasio que probaron suerte en un terreno totalmente ajeno al suyo. Tanto que para ambos era su primera vez en el Cervantes. Con un tablón de madera a modo de espada, Rubén Cruces y Antonio Pastor hicieron una coreografía «parecida a la que se hace en las competiciones de culturismo». Sin ninguna experiencia, ¿impone actuar ante más de mil personas? «Para nada, nos encanta la sensación de ser el centro de atención», apuntó Antonio. «Nos crecemos ante la presión», añadió Rubén. ¿Quién dijo miedo escénico?
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