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HABLAR Y VIVIR

SAPIANDO

Antonio Garrido

Domingo, 26 de febrero 2017, 09:49

Un mecanismo constante en el ser humano es no asumir sus responsabilidades y echarle la culpa de todo lo malo a cualquiera que pase por allí, tanto en la esfera individual como colectiva. Sigue vigente la frase: «Siempre es bueno que un niño ande cerca.», para que sirva de chivo expiatorio. Este mecanismo puede tener consecuencias de muy diverso tipo, casi nunca favorables; no digamos cuando se trata de relaciones entre empresas que compiten o entre países con políticas opuestas sobre determinados asuntos.

Con los calificativos que los venezolanos Chaves y Maduro han dedicado a políticos españoles; especialmente a Gónzalez, Aznar y Rajoy, se puede hacer con facilidad una antología del insulto; sirva de ejemplo la reciente: «Se le reventarán los dientes a Rajoy y a toda la derecha internacional». No se ha atrevido a formularla como: «Reventaré o reventaremos los dientes». La frase queda incompleta a falta de una segunda parte que será la causa de ese doloroso destrozo bucal: «A manos del pueblo, de los pobres, de la justicia.», ponga el lector amigo lo que estime oportuno. Se trata del uso de la pasiva refleja en plural que no hay que confundir con la estructura impersonal en la que el verbo va en tercera persona del singular como en: «Se trabaja en dos turnos».

Como decía al principio es universal culpar a otro de las desgracias propias. Nadie niega, bueno, seguro que algunos sí, que la situación económica de la nación hermana no es nada buena y que el presidente Maduro argumenta que la causa son los enemigos interiores y los enemigos exteriores; vamos, una conspiración en toda regla en la que los presidentes españoles enumerados tienen mucho que ver. En una cadena de televisión española existe un programa de humor que se titula 'Zapeando' y que tiene bastantes seguidores. En recientes declaraciones el presidente Maduro ataca, como no podía ser de otra manera, a este programa y aquí me detengo. Las nuevas realidades obligan a crear nuevas palabras o a modificar las existentes. Cuando en España solo había una cadena de televisión era imposible ir con el mando a distancia de acá para allá, buscando lo que más interesa o simplemente como un movimiento nervioso. Del inglés nos llegó 'zapping' que se ha adaptado, pienso que bastante bien, como zapear y zapeo, sustantivo que procede de verbo que designa acción y efecto. La palabra es con 'z' y Maduro la pronuncia con 's'. Se trata del seseo general en América, mientras que en la península se da la distinción, el seseo y el ceceo. De modo que 'sapeando', perfectamente correcto según su norma. El uso de la 'i' por la 'e' nos puede llamar la atención y considerarlo vulgarismo, pues no, existe el verbo 'sapiar' y 'sapear' con el significado de delatar, acusar; de manera que no es inverosímil que el presidente Maduro piense que 'sapiando' es espiando, vigilándolo con aviesas intenciones, además del gesto con el mando a distancia. En el anuncio de una compañía de cruceros se recurre a palabras que contienen la 'ñ' y termina con un coloquialismo bastante frecuente en estas tierras del Sur. Se trata del adjetivo 'apañado' con caída de la 'd' entre vocales: 'apañao' con el significado de hábil, útil, diestro: '¡Qué apañao es Pepe!'. Resulta curioso el empleo de ese adjetivo cuando la publicidad de cruceros se mueve en niveles léxicos más formales. Consigue la atención. Todo el anuncio es un juego léxico bastante eficaz.

Nació en Francia en 1899 y murió en USA en 1978. Se suicidó dos días después de la muerte de su esposa. Fue un actor que triunfó en los años veinte y treinta del siglo pasado y se codeó con las grandes actrices del cine americano aunque su primer gran éxito fue teatral, interpretando el papel de don Juan y con el inmenso Charles Laughton en el papel de diablo, en la obra de Bernard Shaw. Hablaba con fuerte acento galo y las mujeres se volvían locas por sus ojos. Fue Charles Boyer. Este elegante actor es el protagonista de una frase que se usó y que hoy está muerta: 'No te enrolles charles boyer'. Tenía el significado de no me des excusas, no intentes argumentar hasta la pesadez; pues bien, en un anuncio en la radio, el de un producto de gran difusión la ha vuelto a emplear. Me quedé de piedra cuando la oí. ¿Quién sabe su sentido? ¿Se deduce por el contexto? ¿Quién conoce al actor? Es muy curioso resucitar una frase que requiere un conocimiento de un personaje; pues ahí está, veremos si se pone de moda y resucita. Con el lenguaje todo es posible e imposible al mismo tiempo.

Escucho a un político afirmar, una vez más, que hay que 'profundizar' en la democracia; es decir: 'penetrar profundamente', al modo de los pozos de petróleo; ¿no sería más adecuado que mejoremos los usos y mecanismos democráticos?, o que cada vez tengamos una democracia de más calidad y mejor.

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