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Francisco Griñán
Martes, 8 de diciembre 2015, 00:12
La bombilla se le encendió cuando vio a Michael Jackson cantar después de muerto. Parecía real, pero esa figura era en realidad un holograma. ¿Y si podemos ver al cantante cuando queramos con un pequeño dispositivo? Eso fue lo que pensó Rubén Ríos que, recién graduado en Comunicación Audiovisual, se puso a desarrollar su idea después de recibir uno de los premios Spin Off 2014 de la Universidad de Málaga. Un proceso que le ha llevado al diseño del BackBlack, un sencillo proyector holográfico que convierte el teléfono móvil en un «juguete». «Y a un coste reducido», acota Ríos que, al frente de la productora Interactive Movies, última en este momento el lanzamiento de su producto estrella.
«Nos hubiera gustado estar preparados para las fiestas navideñas, pero lo importante es contar no solo con el dispositivo, sino también con un centenar de vídeos para disfrutar de la experiencia», explica el autor, director y emprendedor, que añade que, en este momento, cuenta ya con un catálogo de unas sesenta piezas audiovisuales. Unos vídeos cortos, como mandan las leyes de Internet, entre los que figuran monólogos cómicos, bailes, exhibiciones de artes marciales, temas musicales e, incluso, contenidos para adultos. «Queremos ser el Netflix de los hologramas», subraya de forma gráfica el ideólogo del proyecto.
El proceso para ver los hologramas es muy sencillo, aunque para llegar al prototipo tuvieron que pasar por diferentes fases. «El problema no era tanto el proyector, sino incluir una pantalla en el aparato, lo que disparaba su coste de producción», señala Rubén Ríos que encontró la solución en su propio bolsillo. «Todos llevamos un smartphone que tiene además conexión a Internet por lo que la solución pasaba por emplear esta tecnología para aplicarle un visor de hologramas», explica el promotor del BackBlack, un dispositivo sobre el que solo hay que situar el teléfono móvil para que reproduzca el holograma.
El aparato es una adaptación de un principio del siglo XVII, la ley de Snell, para la creación de ilusiones ópticas. De ilusión sabe mucho Rubén Ríos que ha puesto pasión, diseño y originalidad en su visor/proyector que se lanzará en tres versiones, tanto para móviles como tabletas (con pantallas de 7 y 10 pulgadas). Los dispositivos costarán desde 25 euros y «los entregamos en una caja-puzzle con piezas cortadas a láser que reproducen la forma del proyector holográfico». Un pack al que no le falta su márketing y una cuidada imagen de marca.
Cada visor irá acompañado de una clave personalizada que permitirá bajarse la aplicación de Interactive Movies en el teléfono móvil y acceder directamente al catálogo de películas, «que iremos ampliando cada semana para que los usuarios disfruten la experiencia». La mayor parte de los vídeos serán gratuitos, aunque también contempla que algunos contenidos sean de pago. «Dependerá del desarrollo del producto, aunque la idea es que al menos tres de cada cuatro vídeos sean de acceso sin cargo», comenta el creador y diseñador de esta iniciativa.
El secreto
Junto a la idea, la calidad de imagen es el gran atractivo de este nuevo sistema que, frente a otros aparatos que usan el vidrio o el policarbonato, está fabricado con un biopolímero transparente. «Hemos patentado estas láminas que son el gran secreto del BackBlack, ya que su índice de refracción y reflexión mejora a todo lo que se conoce y reproduce imágenes con gran nitidez», explica Ríos, al que le han intentado comprar la empresa antes incluso de lanzar su producto.
«Incluso me ponían un sueldo», asegura el joven emprendedor cultural, que ha preferido seguir avanzando con sus propios medios convencido de que el producto «es muy goloso» y se va a abrir camino en el mercado. De hecho, Ríos ya están en conversaciones con unos grandes almacenes para vender el BackBlack, que se lanzará a partir del año que viene con un claro perfil de entretenimiento.
Los niños son precisamente uno de los perfiles a los que se dirige el nuevo producto. «Hemos hecho un análisis de mercado entre 250 chicos y nos pedían música y cuentos», explica Rubén Ríos que, precisamente hace unos días, grabó con la compañía Índigo Teatro la pieza infantil Lecturita. Monólogos de Tony Gómez y Abraham Martín o juegos de magia de Ernesto y Pico son algunos de los contenidos que podrán disfrutarse en hologramas y que están siendo grabados en la incubadora de empresas del CADE de la Junta de Andalucía en el Parque Tecnológico de Andalucía, donde la Interactive Movies se aloja durante su primer año de vida.
Con una capacidad de producción de 500 proyectores holográficos al mes, la empresa de Rubén Ríos se apoya también en la tecnología para la fabricación de los dispositivos, que están realizadas con impresoras 3D. «La fabricación es rápida, lo que nos permite trabajar a demanda y, además, el material es ecológico, por lo que no dañamos al medio ambiente», remacha. Un producto al que no le falta un detalle.
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