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Víctor Ullate presenta en Málaga tres de sus coreografías.

Víctor Ullate: «El éxito es rotundo, pero en lo económico siempre estamos fuera del límite»

El coreógrafo lleva ya casi 30 años triunfando con su ballet «y cerrando las bocas de mucha gente» . El miércoles estará en el Teatro Cervantes

Regina Sotorrío

Lunes, 2 de noviembre 2015, 00:40

Algunos le tomaron por loco. «Y loco estaba», asegura con ironía. Hace casi 30 años Víctor Ullate decidió crear la primera compañía privada de danza en España, una osadía. Desde entonces le han llovido los éxitos, y también las deudas. Pero eso no le ha frenado. Hoy, Víctor Ullate pone su nombre a una compañía de prestigio internacional, tiene su propia escuela (que ofrece una formación integral en danza y artes escénicas) y una fundación que ayuda a chicos sin recursos a desarrollar su vocación. El próximo miércoles, tres de las coreografías del Víctor Ullate Ballet se pondrán en escena en el Teatro Cervantes, dentro del Ciclo de Danza: Jaleos, Après toi, Bolero.

En el Cervantes veremos tres coreografías, cada una con un sentido muy personal para usted...

Jaleos es ya un clásico de la compañía, ha levantado a la gente de sus butacas desde su estreno en Nueva York. Muestra la elegancia del bailarín, la esencia del flamenco y el virtuosismo con el ritmo de una bulería. Impacta. Après toi es un homenaje que he hecho a mi maestro. Va sobre mis sentimientos hacia Maurice Bèjart, mis vivencias a lo largo de años con él. Es con el segundo movimiento de la Sinfonía nº7 de Beethoven, que oí estando con él de cuerpo presente. Es muy emotiva. Y para terminar, esa pieza inspirada en el Bolero de Ravel. Quise ambientarlo en los años 20, años gloriosos para la danza, con ese glamour de la época.

Y ahí está su hijo Josué Ullate.

Espectacular, un bailarín maravilloso. A pesar de que tiene 22 años es una bomba, un fuera de serie. Muchas veces pienso que en cualquier momento se irá fuera.

Creó la primera compañía privada de danza hace ya casi 30 años. ¿Algunos le tomaron por loco?

Loco estaba (risas). En cuanto a éxito ha sido siempre rotundo, siempre he tenido el apoyo del público español e internacional. Pero económicamente, siempre estamos fuera del límite. No al límite, fuera. Siempre he hecho lo que quería hacer, y las deudas estaban y siguen estando presentes. Pero tengo que decir que la nueva consejera Cristina Cifuentes es una mujer muy sensible que aprecia la cultura y está deseando apoyarnos. Eso hace que yo otra vez haya vuelto a resurgir de mis cenizas, a vibrar otra vez. Los que han pasado estos últimos años nunca se han interesado por la danza.

Dice que ha vuelto a resurgir. ¿Llegó a perder la ilusión por todas estas dificultades?

La ilusión no, la llamita nunca se ha apagado. Pero sí he tenido momentos en que quería que la tierra se abriese, me tragase y me llevase. Desaparecer. Porque eran tales los problemas económicos y las deudas, que a veces se me caían encima. Pero siempre hemos salido, porque la ilusión nunca se ha perdido. Las compañías nacionales o cualquiera de Europa tiene siete u ocho veces más que la nuestra, que está viviendo con muy poco y haciendo virguerías con el dinero.

Si eso pasa en una compañía como la suya, realmente montar hoy una nueva sigue siendo la misma locura que hace 30 años.

Sí. Lo que pasa es que a mí me cesaron del Nacional e hice mi escuela de baile. Es maravilloso que España dé tantos bailarines maravillosos. En el clásico, Lucía Lacarra, Joaquín de Luz, Eduardo Lao, Tamara Rojo infinidad. En el contemporáneo, grandes figuras y coreógrafos. En el flamenco hay una amalgama de bailarines con una presencia y una técnica increíbles. Ningún país del mundo tiene tanta materia prima, ni tanto arte.

Pero luego tienen que hacer carrera fuera.

Sí. Es verdad que el bailarín tiene muchas inquietudes y que a España le faltan teatros con cuerpo de baile. Hay muchos teatros pero vacíos de contenido. No hay nada estable como pasa en cualquier teatro de Alemania, donde cada ciudad tiene su ballet, su coro y su orquesta. Hay que intentar no ser derrotista ni negativo, sino intentar hablar a los políticos. ¿Crees que un bailarín de la Ópera de París o del Royal Ballet de Londres se va? Jamás. Porque tiene esa infraestructura que le permite presentarse con orgullo.

Ahora vienen elecciones, ¿qué le gustaría ver en los programas electorales?

Mira, la política no hay que mezclarla con el arte. En todos los partidos hay gente sensible hacia el arte, y gente a la que no le gusta. Como en todo.

Pero imagino que le gustaría ver en esos programas la reducción del IVA cultural.

Eso es necesario, fue una estupidez por parte del ministro.

Coreografía, enseña y además es empresario. ¿No echa de menos sudar en el escenario?

No. Dejé de bailar a los 34 años y lo tenía muy claro. Tuve un accidente con 21 años que me dejó inactivo, los médicos me dijeron que no podía bailar más y se me cayó el mundo encima. Para poder bailar siempre he tenido que estar muy pendiente de la rodilla, es un calvario. En el escenario me olvidaba de todo, y luego volvía a la realidad. Pero a pesar de que el destino había cambiado mi camino, yo fui en contra de él. Eso me ha dado mucha fuerza para seguir con una compañía durante 29 años, obteniendo muchos éxitos y cerrando las bocas de mucha gente. Ya sabes que nadie perdona, cuando ya estás alcanzando el éxito te dan por detrás.

En España hay muchas escuelas de danza, se supone entonces que hay afición, sin embargo no deja de ser un arte de minorías.

La danza no crea intereses, así como el fútbol sí. Decir yo soy bailarín en muchos países es un orgullo. Lo dices aquí y te contestan: «Sí vale, bailas, pero a qué te dedicas».

¿Es un problema de gestión o de educación?

Es un problema de educación. Es verdad que ya en todos los colegios está la danza. ¡Pero tenemos los bailarines tan mala fama! Se sigue pensando que es algo de niñas, y la fragilidad de la mujer y la fuerza del hombre son el yin y el yang en la danza. Hay que acabar con ese desconocimiento. La culpa la tienen las generaciones de padres de todos estos niños que piensan que bailar no es una profesión. Y la danza es una carrera muy completa, no es solo dar brincos.

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