Piezas de Berruguete, Gregorio Fernnández o De Mena ilustran su pasión y trabajo por la escultura.

De Orueta, el guardián del patrimonio

Una exposición recupera en el MUPAM la figura del malagueño, una autoridad artística omitida injustamente

María Eugenia Merelo

Viernes, 19 de diciembre 2014, 01:18

«Impedir que se nos lleven el tesoro artístico nacional. Eso me trae aquí». El patrimonio le dio la vida y él le dio la ... vida al patrimonio. Su vida y su trabajo dibujaron el futuro para el gran tesoro artístico de España. Fue una figura imprescindible en la custodia del arte y de las artes españolas. Pero el autor de la frase, Ricardo de Orueta (Málaga 1968-Madrid 1939), no figura escrito con letras mayúsculas en la historia. Para hacer justicia a esa omisión injusta, una exposición recupera, cuando se cumplen 75 años de su fallecimiento, la figura y el extraordinario trabajo de este malagueño, uno de los artífices de la entrada de España en la modernidad. Y su frase sirve para enmarcar ese recorrido y esa reivindicación. Esto me trae aquí. Ricardo de Orueta (1968-1939), en el frente de arte, es el título de la exposición inaugurada ayer en el Museo del Patrimonio Municipal (MUPAM), organizada conjuntamente por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, el Ayuntamiento de Málaga, el Museo Nacional de Escultura, la Residencia de Estudiantes y Acción Cultural Española, y comisariada por María Bolaños y Miguel Cabañas.

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La propuesta, que ya se ha mostrado en Valladolid y que llegará en 2015 a la Residencia de Estudiantes de Madrid, cuenta con la colaboración del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y traza un recorrido por la biografía personal, intelectual y política de Orueta, una figura siempre omitida cuando se escribe la Edad de Plata del primer tercio del siglo XX español, tal y como destacaron los comisarios durante la presentación de la muestra, a la que no faltó el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, y el director de Programas de Acción Cultural, Jorge Sobredo.

Más de un centenar de piezas entre esculturas, libros, documentos personales, cartas, manuscritos y pinturas dan cuerpo a esta muestra dividida en tres bloques cronológicos, que desvelan «uno de los secretos mejor guardados de la historia malagueña y española, un secreto injusto», destacó María Bolaños, que definió a De Orueta como «una figura trascendente en la historia de nuestra cultura y, sobre todo, de Andalucía». Porque detrás de un nombre desconocido se ha escondido lo que fue una combativa decisión de poner a España a la cabeza de la naciones europeas en el respeto, la custodia y la concienciación del valor de su patrimonio artístico.

Entre la desconocida y densa labor de este malagueño, perteneciente a una familia burguesa de ideas avanzadas y de espíritu ilustrado, destaca su trabajo como director general de Bellas Artes durante la República, cargo desde el que impulsó una legislación fundamental para la protección del patrimonio, la creación de la Junta Superior del Tesoro Artístico o la fundación de nuevos museos y sus patronatos. Frenó el expolio y la destrucción. Pero su trabajo y su dedicación al patrimonio nacional no le alejaron nunca del las barricadas artísticas malagueñas: siguió las excavaciones de Gibralfaro o la restauración de la Alcazaba, apuntó Bolaños. Además, precisó, «promovió en Málaga la creación de una especie de museo casi nacional, especializado en la pintura de finales del XIX y consiguió casi 100 obras depositadas, entre ellas del Museo del Prado». A esa labor, y expresión de su pasión por la escultura, se añade su firma en la primera gran monografía sobre Pedro de Mena.

Miguel Cabañas destacó el papel fundamental que desempeñó durante la Guerra Civil en la salvación de un patrimonio amenazado por el fuego cruzado de dos bandos. «España no sería lo que es y no tendría el patrimonio del que presume si Ricardo de Orueta no hubiera hecho su labor», añadió. Porque, para De Orueta, los importante era «morder la acción». Y con esa convicción y compromiso, se integró en el Madrid de la época en el núcleo de intelectuales -Galdós, Ortega, Azaña o Pedro Salinas- que, desde distintas plataformas, querían «hacer otra España», nutrida por la regeneración, la modernidad y la justicia social.

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Una caída por las escaleras del Museo de Reproducciones puso fin a la vida de Ricardo de Orueta, una vida dedicada a poner los peldaños más sólidos del patrimonio y de la conciencia cultural del siglo XX en España. A cumplir la misión que le trajo aquí.

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