El arte laminado de Suso de Marcos

Siempre le ha interesado «la expresividad» de la materia prima, que por sí sola ya comunique, explica Suso de Marcos frente a Revelación II, la escultura de dos metros de altura que recibe al visitante a la entrada de la institución de calle Compañía. Es una de las muchas creaciones de esta muestra elaborada a partir de un producto inexistente hasta el siglo XX:la madera laminada. Lo que se creó con fines industriales, en el estudio de Suso de Marcos se transforma en arte. Lámina sobre lámina, el artista construye formas singulares jugando con la plasticidad que dan las líneas de los chapones superpuestos. En Revelación II, esas capas forman una gran torre perfectamente tallada por fuera que cede ante la presión de algo que se esconde en su interior. Porque, como reflexiona el artista, hasta quien parece más noble puede guardar dentro un alambre de espino.

Pocas veces «disfraza» el material, lo presenta tal cual es, pero Suso de Marcos logra domesticarlo para dar lugar a composiciones de gran viveza y dinamismo. Como en Una voz blanca, donde recrea las ondas sonoras que genera el eco esculpiendo hacia dentro la madera laminada; o en Una gota de agua, donde capta el momento justo en el que cae sobre un charco; o en Descalzo sobre blando, donde reproduce el efecto de una pisada sobre arena mojada. Son tres de las siete piezas inéditas que integran la exposición, todas con la madera como base salvo una: Con aire fresco. Es una obra concebida para el exterior y en ella el artista superpone piedras de pizarra dentro de una estructura de metal que se mueve con el viento y reflecta la luz.

También por primera vez muestra en el Ateneo El poeta, una creación inspirada en un poema de Manuel Alcántara que termina con el verso:«(...) las manos se me llenan de palabras». El escultor gallego afincado en Málaga los transforma en madera, con dos manos talladas hacia dentro del bloque laminado y que sostienen letras de metal. El poeta sirve de transición para su próxima exposición individual, un homenaje a Manuel Alcántara que se inaugurará en enero en la Casa Fuerte Bezmiliana.

La poesía está detrás de otras dos obras de Superposiciones. En Canción desalojada, título de una poesía de Luis García Montero, una masa de madera se descuelga del marco;y en A luz dun laio branco, de Miguel Anxo Fernán Vello, un trozo de mármol blanco «agresivo», trabajado con rudeza, sobresale en medio del chapón. Tras la aparente «simpleza» hay un laborioso trabajo, horas y horas de análisis previo y de ensayo y error para convertir un bloque sin forma en ese concepto que a Suso de Marcos le ronda por la cabeza.

La exposición se completa con una serie de doce obras dedicadas al caballo en las que trabaja las texturas con productos de la tierra distintas arenas y hace de la herradura un elemento recurrente. Por allí trotan el caballo de Troya, el de Picasso, el del Cid, el de Alejandro Magno, el de Santiago... cada uno con detalles y formas que definen a sus dueños.

Es solo una pequeña muestra de la enorme producción de Suso de Marcos, que durante años ha impulsado la talla artística como profesor en la Escuela de Arte San Telmo. Una parte de sus creaciones se reparten por las estancias de la casa estudio que tiene en el Puerto de la Torre, el lugar en el que vive, el taller donde crea y, a partir de enero, también la sala de exposiciones en la que mostrará su obra al público.