Marina Soler, trabajadora social del proyecto, junto al traje del programa Vivir en Casa. Adri Revilla

En la piel de las personas mayores

El programa Vivir en Casa desarrollado por la UMA y la Junta de Andalucía ha creado un traje que facilita el día a día de la tercera edad

Adri Revilla

Jueves, 26 de junio 2025, 13:44

Temblores en las manos. Vasos y platos rotos. Dolores de espaldas que parecen del infierno. Una vista que ya no es lo que era. Así ... es la realidad de muchas personas mayores, lo sabemos por lo que nos dicen, ¿pero nosotros sabemos cómo se sienten? ¿realmente podemos ponernos en su piel? Ese sufrimiento no podíamos llegar a entenderlo hasta que llegásemos a esa edad, sin embargo, eso ahora ha cambiado. El programa Vivir en Casa de la mano de la UMA y la Junta de Andalucía han desarrollado un traje de la empatía, una iniciativa que permite a trabajadores sociales y sanitarios entender a sus pacientes y crear soluciones para facilitar su día a día.

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«Este traje cambia la manera de mirar a las personas mayores. Porque ya no es que sepas lo que les pasa, es que lo sientes tú mismo en tu cuerpo. Y eso transforma por completo cómo las cuidas y cómo te comunicas con ellas», afirma Marina Soler, trabajadora social del proyecto.

El traje de la empatía reproduce de forma realista algunas de las enfermedades y síntomas más comunes asociados al envejecimiento. Entre ellos, se encuentra un simulador de Parkinson que, mediante impulsos eléctricos, genera temblores incontrolables en brazos y manos. Esta simple acción basta para demostrar cuánto puede costar realizar tareas básicas como abrocharse una camisa, coger una taza o escribir una nota.

También incluye un simulador de tinnitus, esos pitidos constantes en los oídos que sufren muchas personas mayores, y que no solo entorpecen la comunicación, sino que generan una sensación permanente de incomodidad y agotamiento. El traje permite escuchar cómo cambian esos sonidos dependiendo de la zona afectada del tímpano, reproduciendo con precisión la experiencia real de quienes lo padecen.

En cuanto a la vista, se incorporan gafas especiales que simulan enfermedades degenerativas como las cataratas o la degeneración macular. A través de estos filtros, los usuarios experimentan una visión borrosa, en túnel o con manchas, lo que dificulta orientarse, leer o incluso reconocer rostros.

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La dificultad para respirar, tan común en enfermedades pulmonares como el EPOC, también se puede sentir gracias a un sistema que restringe la capacidad respiratoria. Al poco tiempo de llevarlo, cualquier movimiento físico requiere un esfuerzo enorme, y la fatiga aparece de forma inmediata.

El traje incluye además limitadores en la espalda y las rodillas, que simulan los efectos de la artrosis. El dolor, la rigidez y la lentitud para caminar o sentarse se vuelven evidentes, especialmente en un entorno urbano o húmedo como el de Málaga, donde estos síntomas se agravan.

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«La gente que se pone el traje suele quedarse muy impactada. Algunos terminan la prueba emocionados. Entienden por qué una persona mayor puede mostrarse irritable, o por qué no quiere salir sola. No es miedo ni desgana: es cansancio, dolor, sobreesfuerzo. Y eso cambia todo», cuenta Marina Soler, convencida de que este tipo de herramientas deberían estar presentes en la formación de cualquier persona que trabaje con mayores.

Pero el proyecto Vivir en Casa no se limita al traje. Todo el espacio está diseñado para parecerse más a un hogar que a una institución. Hay habitaciones privadas, cocina compartida, zonas comunes para socializar y un ambiente cálido, sin pasillos de hospital ni rutinas rígidas. Se integran tecnologías como sensores de movimiento, asistentes inteligentes, sistemas de domótica y robots de compañía, pero siempre con un enfoque humano: facilitar sin invadir. «La mayoría de personas mayores no quieren ir a una residencia. Quieren vivir como siempre han vivido, pero con la seguridad de que, si pasa algo, hay alguien ahí. Aquí pueden tenerlo todo: su espacio, su rutina, su privacidad… y compañía», remata Soler.

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