El equipo IGEM de la UMA triunfa en París al lograr la medalla de plata

Estas toxinas pueden contaminar alimentos de consumo masivo como el maíz, el trigo o el arroz, y representan un riesgo significativo para la salud pública. «Nuestra idea era crear un microorganismo que fuese capaz de capturar y de detectar esa aflatoxina y para que fuese seguro, pues también la idea de que fuese el probiótico», comenta Lucía Aguilar, estudiantes de 3º de Biología e integrante del equipo.

Gracias a este innovador proyecto, el equipo K-Project IGEM de la Universidad de Málaga (UMA) ha obtenido la medalla de plata en la prestigiosa competición internacional 'IGEM Grand Jamboree', celebrada en París. «Nuestro proyecto se clasifica como medalla de plata, en el contexto de que, gracias al trabajo realizado, no sólo experimental, sino también social, de informática, y todo lo que hay detrás, se han cumplido unos requisitos, y eso ha hecho que se nos diese esta clasificación», explica Aguilar.

Este evento es el encuentro de referencia en el ámbito de la biología sintética a nivel mundial, y la participación del equipo AflaxOff en esta competencia se ha extendido por tres años consecutivos, logrando destacarse entre otros proyectos sobre todo por su labor social. «Hemos tratado de ser lo más inclusivos posibles con toda la sociedad, hemos elaborado actividades exclusivamente para grupos como, por ejemplo, personas con discapacidad intelectual, y también hemos hecho que toda la parte científica sea accesible para todas las edades», argumenta Lucía Aguilar.

En los años anteriores tampoco se fueron con las manos vacías, en el año 2022 consiguieron medalla de bronce con el equipo Starch STEM, y, en el año 2021 repitieron lo conseguido este año, la medalla de plata, con el equipo Oil Together Painting.

Lucía Aguilar recuerda sus sensaciones respecto al proyecto y a la presentación del mismo: «Al final es una situación que te hace conocer tus límites, sobre todo a nivel profesional, pero a la vez es un desafío que no es precisamente amargo, ni que te haga querer dejar todo, al revés, te motiva más a hacer miles de cosas diferentes», explica. «Me encantaría que todos mis amigos, todos mis compañeros de clase, pudiesen vivir la sensación de que he trabajado durante dos años en un proyecto de este estilo, y ha merecido la pena porque lo acabo de demostrar», concluye.

Lucía Aguilar explica que para utilizar el probiótico existen dos opciones, una primera que ataca el problema desde el origen del mismo, el campo, de forma preventiva: «El producto que se utiliza es como una 'sustancia' que contiene el organismo probiótico que se echa en una pequeña muestra de alimento, y eso va a dar una señal de color que va a indicar si efectivamente tiene aflatoxina o si no tiene aflatoxina y es seguro de consumir», aclara. Y una segunda opción, como tratamiento: «Se trata de un probiótico, como un yogurt, que te lo tomas y, bueno, pues al final te ayuda también con la detección después de tomártelo y que salga de manera natural», relata Lucía Aguilar.

Ella comenta los problemas que puede generar esta toxina, ya que una vez que llega al intestino, es absorbida por este órgano y transportada a través de la sangre hasta el hígado, donde es metabolizada. Durante este proceso, su estructura sufre modificaciones, generando una forma que puede inducir mutagénesis, es decir, puede provocar cambios en las células. A largo plazo, estos cambios pueden llegar a desencadenar enfermedades como el cáncer.

El equipo detrás de AflaxOff está compuesto por un grupo diverso de aproximadamente quince personas, incluyendo estudiantes de distintos grados universitarios (Biología, Bioquímica, Ingeniería de la Salud, Ingeniería del Software, Psicología, Administración y Dirección de Empresas, Periodismo, Publicidad y Relaciones Públicas y Traducción e Interpretación, así como del máster en Biología Celular y Molecular de la Universidad de Málaga), así como docentes e investigadores que aportan sus conocimientos y experiencias en el desarrollo de soluciones biotecnológicas avanzadas.