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Julio Portabales
Martes, 30 de abril 2024, 10:24
El tema de los flujos migratorios es uno de los aspectos más candentes en la actualidad mundial. Los diferentes conflictos que rondan varios puntos del globo terráqueo obligan a muchas personas a abandonar su lugar de origen e intentar buscar un nuevo lugar para poder encontrar la estabilidad necesaria y construir un futuro mejor para ellos. Con esta premisa, y desde hace varios años, aparece un proyecto en la Universidad de Málaga llamado UMARefugia.
Uno de los fundadores de UMARefugia y ahora mismo representante de Al Quds, una de las 20 ONGs que se encuentran inmersas en este proyecto, es Javier Barquín Ruiz. El que fuera profesor de la Universidad de Málaga durante muchos años –ahora se encuentra jubilado– es una voz más que autorizada para explicar el crecimiento de este proyecto, y su misión de ayudar a aquellas personas que buscan un futuro mejor alejado de sus países de origen.
–¿En qué consiste el proyecto UMARefugia?
–En la UMA tenemos dos proyectos: los llamados Erasmus, que son para Europa, y los Erasmus Internacionales, para países fuera de Europa. Por ese lado, en el 2015 empezaron a llegar estudiantes de Palestina: De Al Qucs y, más tarde, de Al Aqsa, que es de la zona de Gaza. A raíz de todo esto, y con el apoyo de la Universidad de Málaga, nació el proyecto UMARefugia, y ahí fuimos pioneros a nivel de estado, en el hecho de que la Universidad está atendiendo a jóvenes que querían seguir estudiando y que estaban en condiciones difíciles, sin papeles... Han ido llegando, desde 2015 hasta este año, estudiantes de Palestina.
Este programa de UMARefugia es una posibilidad que existe para que la gente esté aquí y pueda, o no, continuar sus estudios. Porque claro, el idioma es otro de los problemas. De hecho, creo que los primeros estudiantes de ese programa, que acabaron todo, y hablan español muy bien, son ucranianos.
–Fue uno de los pioneros en el proyecto, ¿cuál es su labor ahora?
–Yo ahora mismo soy presidente de Al Quds, una ONG que trabaja con Palestina, y somos una de las más de 20 organizaciones que apoya este proyecto, aunque desde el principio he estado inmerso en el programa y hemos conseguido traer bastantes estudiantes de otros países. En la actualidad, el programa lo gestionan dos trabajadores sociales que se encuentran en el Vicerrectorado de Política e Igualdad y son los que llevan el asunto.
–¿Cuál es el papel de la UMA dentro del proyecto?
–Procurar que la gente que se ha quedado sin poder estudiar o terminar la carrera pueda hacerlo. Para eso se crea el programa UMARefugia, para dar una segunda oportunidad a refugiados, a gente que se encuentra aquí de asilo político... Personas que puedan finalizar sus estudios y organizar sus vidas.
De hecho, dentro del programa hay un chico refugiado palestino llamado Saed, que dice que no quiere regresar a Palestina. Le quedan cinco materias, él estudió en Birzeit, y he pedido cita con los trabajadores sociales para abordar este tema. En paralelo he estado hablando con profesores de allí para ver si podemos ir adelantando este tema.
Ahora la UMA tiene que ponerse en contacto con Birzeit e intentar ver si reconocen esas cinco asignaturas de una forma y con un contenido específico. En ese momento enviamos los resultados, él termina la carrera y ya tiene su título, que luego se tiene que homologar y trasladar aquí. Él es un hombre que ya ha roto las amarras, que tuvo que salir por patas y que dice que a Palestina no vuelve, por muchas razones.
–Este ejemplo muestra que la UMA es un vehículos para ellos
–Exactamente, la Universidad de Málaga, al final, es como un medio o una tabla de salvación para que la gente joven pueda tener un futuro académico, y luego poder conseguir un puesto de trabajo.
–¿Es complicado que regresen a sus países de origen?
–Hay algunos que vuelven. Normalmente en el programa UMARefugia muchos de los que vienen ya no tienen posibilidad de regresar. Aunque también hay que tener en cuenta un factor importante, y es que en Málaga se vive muy bien.
–¿De qué países son más frecuentes estos estudiantes?
–Va por épocas. Hubo un tiempo de muchos ucranianos, también uno en los que vinieron muchos sudamericanos, y en particular venezolanos, ahora es más frecuente personas de países del Este o de Oriente Próximo. De todas forma Málaga es un lugar de paso, muchos inmigrantes no se quedan aquí y se dirigen hacia países como Alemania, Inglaterra o Francia. Sobre todo porque si son del área africana, ya tienen sus contacto en esos países.
–¿Qué experiencia recuerda con estos grupos?
–Recuerdo una anécdota del primer grupo que vino de Palestina. Ellos venían de Birzein, cerca de Ramallah, que es una de las universidades más prestigiosas de todo el mundo árabe. A los pocos meses de estar aquí, me reuní con ellos y les dije: «¿Qué tal vuestra estancia aquí?» y una de ellas me contestó: «Es la primera vez en mi vida que voy de un sitio a otro y no me ha parado nadie».
Le habían llevado a Mijas y estaba alucinando con que se montara en un coche, llegara hasta Mijas y nadie les hubiera parado por el camino. Fíjate a qué nivel se llega, es algo ilustrativo sobre las diferencias entre un lugar y otro.
–Hay tres chicos de Gaza que podrían entrar dentro de este programa, ¿no?
–Sí; Linna, Sonsu y Hamza. Fueron tres alumnos que estuvieron en el curso 22-23, mediante el Erasmus Internacional, en Málaga, con las becas habituales de estos programas. Estuvieron cinco meses y después regresaron a su país de origen, a Gaza. De hecho, cuando ellos estuvieron aquí, yo por ejemplo estuve visitando Gaza y quedé con el hermano de Linna y le traje una maleta de cosas que su madre le había preparado y que tuve que abrir en el aeropuerto.
Entonces ellos estuvieron en Málaga, pasaron su estancia y regresaron como otros ya habían hecho. Sin embargo, cuando empieza el tema de Gaza a partir del 7 de octubre, y la cosas se van complicando, Linna escribe a los trabajadores sociales pidiendo poder regresar para terminar sus estudios.
A partir de ese momento, Linna y Sungu inician las gestiones pertinentes y aquí, por el programa UMARefugia, se aceptan sus peticiones. Las familias logran salir de Gaza hasta Egipto y cuando se encuentran allí piden, para poder venir a España, un visado y un certificado de la Universidad que afirman que pueden seguir cursando sus estudios en la UMA.
Ahora mismo, ambas están ultimando los trámites para entrar en el programa UMARefugia y poder terminar sus estudios en Málaga, porque ya sabéis que todas las universidades gazatíes están destruidas.
–¿Cómo se consigue contactar con ellos?
–Pues no es fácil contactar con ellos, tienen conexión cuando toca. De todas maneras, como Hamza, Lenna y Songo estuvieron durante el curso 22-23, me puse en contacto con la persona que lleva el área de Erasmus Internacional y comenté la situación, y ya tenemos todos los papeles. Ahora solo falta que se envíe el certificado que les permita salir por la parte de Egipto.
–¿Por qué Egipto?
–El Ministerio de Educación de Palestina había llegado a un acuerdo con Egipto para que sus estudiantes internacionales pudieran salir por ahí. Sin embargo, los palestinos que salen desde Rafah a Egipto pueden estar en el territorio 45 días, a partir de ese tiempo se tienen que ir. Cada día que estén de más tienen una multa, así que si salen o les pilla la policía les cae una sanción importante.
–¿Y cuál es la situación de Hamza?
–Hazma está en otra parte de Gaza. Él contactó con un chico que se llama Hamada, que vive aquí en Málaga, y le dio mi número. A partir de ahí me contó toda la situación que está viviendo Hamza allí.
Este hombre, además, escribe un artículo y cuenta un poco su historia. Me han comentado tanto Linna como Songo que estaba herido, pero no sabían muy bien cuál era su gravedad. En este artículo cuenta cómo está intentando sobrevivir con una herida abierta en su rodilla.
Él dice que va al hospital, pero no hay medicamento ni recursos suficientes para poder curarlo del todo. Además, él tampoco da mucha información, ni nombres… Que es algo lógico porque sería dar información sobre un hospital que está funcionando y provocar que se enteren y lo destruyan. De hecho de los 40 que había creo que solo quedan 10, y ninguno está operativo.
–Málaga fue un lugar importante para él
–Él tiene Málaga como un lugar ideal. Son personas que nunca han salido de allí, que lleva desde 2006 cerrada y atacada cada poco tiempo. Es que parece una exageración, pero en los últimos tiempos han tenido cinco guerras, es que un niño de quince años ha podido vivir cinco conflictos.
–¿Qué está estudiando?
–Periodismo. Lo que pasa es que aquí solo podían elegir asignaturas en inglés, entonces los repartieron entre las facultades de Educación y Filosofía y Letras. Él firma como periodista,
–¿Cómo os comunicáis con él?
–Mediante Hamada, que es el chico que vive aquí en Málaga y que está haciendo de intermediario, pero no siempre puede contactar. Allí quien provee la telefonía es Israel. Como el ejército necesita poder comunicarse entre ellos, no pueden apagar por completo las líneas. Así que tienen unas especie de tarjetas con más o menos capacidad.
Luego está el tema de la electricidad, tienen unos generadores portátiles que se escuchan por toda Gaza. Entonces intentan conseguir algo de energía y si tienen suerte que tienes algo de saldo pues puedes intentar contactar con alguien.
–Es complicado poder contactar todos los días
–Claro, tampoco quiero comprometerle demasiado. De la misma manera que hablábamos antes de los hospitales, todos los mensajes que entran y salen de Gaza están también filtrados.
–¿Qué diferencia existe entre las dos chicas y Hamza?
–Las dos chicas tienen más apoyo familiar, porque el hecho de que hayan podido salir a Egipto es porque tienen ese apoyo. Mientras que Hamza está con una mano delante y otra detrás, por eso a mí me da bastante pena, por cómo está y por su situación.
–¿Qué es lo primordial ahora mismo?
–Hamza tiene que salir lo antes posible. Tiene que aprovechar ahora que todavía no está cerrada la frontera de Rafah. En el momento que lo cierren va a ser más complicado. Entonces, ahora mismo, cómo está la situación, presentando su certificado de estudiante y con la ayuda del Ministerio de Educación puede todavía pasar a Egipto y desde allí realizar los trámites necesarios para llegar a Málaga.
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