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CLAUDIA SAN MARTÍN
Martes, 19 de febrero 2019, 00:05
Hace dos décadas, el Grado en Bellas Artes sólo se podía estudiar en Andalucía en las universidades de Granada y Sevilla, así que muchos estudiantes malagueños que querían especializarse se veían obligados a desplazarse. El curso oficial en la UMA, después de una elevada demanda ciudadana y la labor del Rectorado, no comenzó a funcionar hasta 2005-2006 en grupos de mañana y tarde de manera provisional en el aulario Severo Ochoa del campus de Teatinos. Fue en 2008 cuando se implantaron los cuatro años que correspondían al título tal y como existe en la actualidad, y fue en este momento cuando surge la necesidad de cambiar este espacio por una sede oficial. Ese mismo año se ocupó el antiguo edificio de la Escuela Politécnica, el espacio que hoy conocemos en El Ejido y que se compone del mismo edificio y otros dos compartidos con el Grado en Arquitectura y módulos de la Universidad de Málaga.
Su decano, Salvador Haro González, lleva en el cargo desde 2011 y, además, es profesor del área de Pintura. «Esta Facultad nació para distinguirse de otras cercanas, con una fuerte vinculación con el arte y las nuevas tecnologías», comenta.
Estudios Grado en Bellas Artes y Máster en Producción artística interdisciplinar.
Alumnos 380.
La Facultad ofrece a día de hoy el Grado en Bellas Artes y el Máster universitario en Producción Artística Interdisciplinar. Es uno de los centros con menor número de alumnos de la UMA, cuenta tan sólo con 380 estudiantes: «Ser una facultad pequeña nos permite conocer a todos nuestros alumnos, e incluso llamarnos por nuestros nombres», afirma el decano, quien pone en valor el hecho de coordinar el centro con unas características muy peculiares: «Nuestro éxito deriva de esta fórmula, nuestros alumnos salen bien formados».
La Facultad cuenta con varios grupos de investigación, uno de ellos sobre 'Arte, cultura y territorio' o 'Lenguaje visual y diseño aplicado', aunque, como asegura el decano, la mayoría de los profesores tienen sus propias líneas de investigación, que no es otra que su propia producción artística, como «el espacio público, la recticidad en el arte o la escultura y la luz». Sin ir más lejos, Haro está embarcado actualmente en un proceso de investigación sobre la cerámica de Picasso, una de sus inquietudes y especialidades.
A la pregunta de si está previsto ofrecer otro grado relacionado con el arte en la Facultad, la respuesta es un 'no' rotundo, pero hay otras metas que desde el decanato esperan poder alcanzar pronto: «Tenemos la idea de implantar un nuevo máster, y uno de los nombres que barajamos es el de 'Diseño Experimental'». Aunque estas miras futuras no quedan aquí. Haro baraja la idea de implantar un programa propio de doctorado sobre el arte y la producción artística, pero sería con un número muy reducido de plazas, al igual que el máster que se puede realizar actualmente, y que cuenta con tan solo 25 estudiantes.
Las reformas previstas en el edificio, uno de los temas que más preocupan a los alumnos, ya están en marcha. Ante opiniones como la de Eva Martín, estudiante de cuarto curso, que considera que «las infraestructuras de la Facultad están fatal», desde el decanato afirman que ofrecerán algunas soluciones para solventar próximamente estas quejas estudiantiles. Entre ellas está la remodelación del patio para que se conecte con los tres edificios: «Se va a hacer una intervención, ya está aprobada y ahora se encuentra en fase de contratación», asegura Haro.
Para este proyecto se realizarán diversas pasarelas elicoidales en el centro que servirán de conexión para los tres módulos, con un diseño moderno y acorde al espacio. Con esta reforma también se pretende recuperar el 'patio de primero', donde se realizan actividades de escultura y soldadura y que por las necesidades de trabajo de los estudiantes ha de estar cubierto.
Otra de la problemática que preocupa a los alumnos de Bellas Artes son los hurtos y la conservación de su producción. Elena Evelina, estudiante de segundo curso, comenta que recientemente abrieron su taquilla y le robaron todos los materiales que tenía en ella, y que tras proponer la instalación de videovigilancia para que este tipo de actos delictivos no volvieran a suceder, se le dio una negativa. Sobre este asunto, Haro afirma que el robo estaba «puesto en conocimiento de los servicios centrales de la UMA», y que hace algunos años se realizó el presupuesto para poner cámaras en los pasillos de la Facultad, pero que «el coste era muy elevado y desbordaba el presupuesto de la Universidad».
Este hecho entra en conflicto con la filosofía de este centro, que está abierto a todo aquel que aprecie el arte y estudie en él y requiera la utilización de las clases o los talleres fuera del horario lectivo: «Es complicado encontrar un equilibrio entre tener esa libertad para crear y poder visitar el edificio sin que al mismo tiempo se cometa ninguna atrocidad, ya no sólo robos, sino actos de vandalismo entre los propios estudiantes», afirma el decano.
En cuanto al enfoque de la Facultad hacia el ámbito empresarial, la filosofía de Bellas Artes es clara: «Ni ahora ni en un futuro creo que nos pondremos al servicio de las necesidades de la empresa, sino al del conocimiento. Nosotros no formamos trabajadores, damos conocimiento y cada cual tendrá que encauzarlos para formarse una vida profesional».
Aunque el futuro pueda atemorizar a muchos y ser una de las razones para no estudiar Bellas Artes, las salidas laborales son tan diversas y extensas que hasta cuesta elegir: desde ser un artista profesional hasta la docencia universitaria, pasando por especializarse para trabajar en gabinetes de museos, en actividades relacionadas con el diseño gráfico o páginas web, en la creación de escenografías o vestuario, dirección de arte, y un largo etcétera.
Como comenta Haro, para comenzar el Grado en Bellas Artes no necesariamente «hace falta venir sabido, al igual que en Medicina no hace falta ser médico para empezar», pero sí cobra un valor primordial la vocación, como en la mayoría de las profesiones. «Hay que dejarse llevar por la pasión, en arte se puede trabajar de muchas maneras, no necesariamente siendo un artista», aclara.
Si algo está claro es que en el mundo del arte «no todas las personas que estudian esta profesión pueden ser artistas profesionales porque no hay hueco para todos, no hay nicho de mercado», pero las posibilidades una vez fuera son tantas que para alguien con vocación será sencillo encontrar un sitio.
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