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NOELIA PLAZA CANTERO
Martes, 14 de diciembre 2021, 00:01
La palabra 'suicidio' tiene su origen etimológico en el latín. 'Sui' y 'cidium' se unen para denotar la acción de quitarse la vida a uno mismo. El concepto del suicidio abarca la ideación, el intento y la consumación. Este acto de quitarse voluntariamente la vida se ha convertido en la primera causa de muerte entre los jóvenes españoles. En 2020, un total de 3.941 personas decidieron poner fin a sus vidas. Durante la pandemia, los intentos de suicidio en jóvenes aumentaron un 250%.
El proyecto 'Sumamos', nacido este mismo año fruto de la estrecha colaboración entre la Oficina de Atención al Estudiantes y el GOU (Grupo de Orientación Universitaria), es un servicio de mentoría y orientación en salud de la Universidad de Málaga. La alerta sanitaria y las consecuencias para la salud psicológica y mental de la población ha tenido mucho que ver en la puesta en marcha de este programa. La segunda sesión del programa organizado por 'Sumamos' contó con la presencia de la doctora en Medicina y Cirugía por la Universidad de Granada y coordinadora del Programa de Prevención de Suicidio del Hospital Regional Universitario de Málaga, Lucía Pérez Costillas.
¿Cómo puede uno acercarse al tema del suicidio? ¿Cómo se acerca la idea de la muerte? ¿Cómo hablar de la muerte sin incitar a ello? Estas fueron las preguntas que dieron comienzo a la sesión. «Hoy vamos a hablar de tabúes, de estigmas», dijo Lucía Pérez. La psiquiatra propuso una serie de preguntas para que las contestaran los presentes: «¿Qué os trae por la cabeza el hablar de suicidio? ¿Conocéis a alguien que se haya suicidado?».
El pensamiento de la muerte es un pensamiento ancestral. Todos en algún momento determinado hemos pensado sobre nuestra propia muerte. Ejemplo de ello es la escena de la película 'Amélie', en la que la protagonista, sentada en el sofá de casa, ve en la televisión un resumen de su vida seguido de su propio funeral. Además, todos hemos oído alguna vez a alguien decir que se quiere morir, pero ese no era el tema principal del taller. «Vamos a hablar de una persona que quiere quitarse la vida, no de una persona que piensa en la muerte», enunció Pérez.
La prevención del suicidio es algo que tiene que ver con todos. Todos somos responsables de este acto. El primer mito que se expuso fue que no se trata de una enfermedad que se trata en el psiquiatra, sino que tiene que ver con todos y cada uno de nosotros. Lucía Pérez hizo participar a los presentes haciendo que se presentaran de manera breve y expusieran si conocían a alguien que se ha suicidado o que lo haya intentado. Conchi, licenciada en Psicología, contó que un amigo de la familia llegó a suicidarse. «Me llevaba por las mañanas al colegio... Fue muy inesperado». Todo el mundo se preguntaba cómo pudo ser y una sensación de culpabilidad inundó a su familia más cercana.
La palabra 'inesperado' se abrió paso sobre la pizarra verde. «Hay muchas cosas que se pueden hacer para prevenir que alguien llegue a suicidarse, pero tenemos que saber cómo hacerlo. El suicidio es un problema prevenible», afirmó Lucía Pérez. Noelia, estudiante de Psicología, también conocía gente que ha cometido suicidio. Cinco personas en su caso y una más que lo intentó, pero no lo consiguió. «Una de esas personas era una amiga muy cercana de mi madre», dijo.
¿Se debe ocultar el suicidio? Durante muchos años, los medios de comunicación han tratado de ocultar las noticias relacionadas con el acto de quitarse la vida amparándose en la idea de que hacerlo incitaba a las personas a realizarlo. Lucía Pérez hablaba del 'Efecto Werther' en el tema del suicidio. A principios de los 80, la Organización Mundial de la Salud pidió a las facultades de periodismo que no informaran sobre el tema. Cuando personas como Lucía Pérez han empezado a trabajar en prevención del suicidio, han visto que «fuera de ser un riesgo hablar de suicidio, lo que es la prensa equivaldría a una gran herramienta para prevenir el suicidio».
La información sobre la prensa no debe dar lugar a momentos de suicidio, sino a una prevención de nuevos casos y, para ello, se han llegado a sacar incluso manuales que recogen unas pautas sobre cómo se debe informar de estos casos. Quitando el morbo y guardando la intimidad, que la prensa hable abiertamente de ello puede ayudar a prevenir futuros casos. «La muerte es un acto íntimo y tenemos que darle peso. Para los seres queridos es un proceso de duelo complicado. Un proceso de culpa en el que los comentarios externos no ayudan», argumentó Pérez.
Otros testimonios salieron a la luz durante la charla. Paula, graduada en Psicología cuenta el caso de un amiga suya, quien abusa de sustancias, que intentó cometer un suicidio a base de pastillas este mismo verano. Alberto, estudiante de Turismo, también tiene una amiga, quien se autolesionaba, que intentó suicidarse el mismo día de su graduación. Nerea, estudiante de Psicología tuvo un primo que se suicidó hace apenas unos años por motivos familiares. «Mi tía es un alma en pena, siente mucha culpabilidad y a mi tío nunca le he visto hablar del tema. Él tenía dos hijos y una niña pequeña que, al principio, con 7 y 8 años, decía 'mi padre lo ha hecho porque ha querido' en actitud de rechazo».
«Cada 40 segundos que pasamos aquí, se está matando una persona» dijo Lucía Pérez. 40 segundos, esa es la frecuencia de suicidios en el mundo. Casi una de cada 10 horas ocurre aquí, en España. Por cada muerte de violencia de género hay 85 suicidios. «Para hablar de prevención hay que hablar de cifras», añadió. Por cada persona joven que se suicida hay cien intentos detrás. Los intentos de suicidio traen consigo letalidad y enfermedad. «Muchas veces me enfrento a mis pacientes con secuelas del daño que se hacen», recordó.
Muchos turistas viajan a España para cometer el suicidio. Uno de los principales motivos es la fácil adquisición de paracetamol. El suicidio lo trajo a la palestra el sociólogo Émile Durkheim como fenómeno social. «El suicidio tiene sus modos como cultura. En cada lugar del mundo lo hacen de una manera», destacó Pérez. Al suicidio se llega desde el sufrimiento. El suicidio es una solución definitiva a un problema temporal.
El suicidio es un problema de salud. La app 'Más caminos' ha sido desarrollada por la Unidad de Gestión Clínica de Salud Mental del Hospital Regional Universitario de Málaga y pretende ofrecer recursos de apoyo para la salud mental y acceso a una red organizada de contactos profesionales y familiares. 'Más caminos' ha sido diseñada como herramienta de intervención específica en salud mental y ofrece un sistema enfocado en la prevención del suicidio. Las cifras de suicidio en España han subido algo más de un 7% en el último año. De los 3.941 suicidios producidos en 2020, 2.930 eran hombres y 1.011 mujeres. Estas cifras dieron la media de once suicidios al día, es decir, un suicidio cada dos horas y cuarto. «En el tiempo que transcurre esta charla se habrá suicidado una persona en España y otra estará apunto de hacerlo», afirmó Lucía Pérez.
Los accidentes de tráfico eran hasta los 90 la principal causa de muerte en España. El caso es que a medida que la tasa de suicidio sube, la de los accidentes de tráfico bajan. Los andaluces tenemos un índice de suicidio muy alto. Andalucía se sitúa en el tercer puesto por debajo de País Vasco y Cantabria. En los últimos años se está dando un aumento enorme entre adolescentes. «El adolescente nos habla con el cuerpo, a través de autolesiones. Siempre me encontraba en la consulta con pacientes de 15 años», expresó la psiquiatra.
Hay quienes experimentan cuadros de ansiedad y saben manejarlos bien a través del cuerpo. Lo hacen bien cuando tratan de calmarse y mal cuando lo hacen a través de autolesiones como mecanismo de desplazamiento. Esto quiere decir desplazar el dolor de un lugar a otro para que así pase. «En momentos de mucha ansiedad el dañarse calma. Las personas que se autolesionan tienen más riesgo de morir por suicidio. Cuando una persona se autolesiona tenemos que hablar con ella y preguntarle '¿Cómo te sientes? ¿Lo podemos hablar?'», dijo.
La edad de mayor riesgo entre suicidios se sitúa entre los 50 y los 60 años. Más del 95% de los suicidios consumados son en personas con una enfermedad mental. La depresión suele ser la principal, aunque puede ser más probable cuando la persona consume drogas. «El suicidio tiene una carga genética y cultural», expresó Lucía Pérez. En España la forma más frecuente de suicidio es el ahorcamiento, seguido muy de cerca por la precipitación.
La importancia de escuchar. La persona siempre avisa antes de suicidarse. Sueltan pistas como en una película que debemos reconocer. Lucía, estudiante de Psicología, recordaba cómo se comportó su tío antes de suicidarse: «Siempre que me recogía pitaba con el coche, pero ese día se bajó, tocó en la puerta, me abrazó y me acompañó».
El efecto llamada ocurre. El fenómeno Werther, descrito en la época romántica donde suicidarse por amor, si lo hacía uno, lo hacían otros en cadena. ¿Cuándo incitamos? Cuando lo atribuímos solo a enfermedades mentales o cuando hablamos del morbo del método que ha usado el suicida. «No hay que hacer hincapié en el método o el motivo. Hay que hacer hincapié en que ese problema que trae consigo la persona se supera, en dónde pedir ayuda, etc.», dijo Lucía Pérez a todos los presentes.
Entre los principales mitos sobre el suicidio encontramos afimaciones como 'los que hablan de ello no lo hacen, es un acto impulsivo, no es posible intervenir', etc. Pero las realidades son distintas, ya que muchas personas que se suicidan lo han comunicado previamente, otras antes de hacerlo presentan signos de alarma y se trata de personas ambivalentes ante el hecho de vivir o morir, por lo que buscan en la muerte una salida al sufrimiento. El suicidio es una solución definitiva a un problema temporal, se supera y todos nosotros podemos ayudar.
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