Los voluntarios de AECC, Cibervoluntarios y Cudeca, Nerea Marín, Irene Suárez y David Fernández, respectivamente. Víctor Rojas

Un hueco para la solidaridad en la UMA a través del voluntariado

La oficina de la universidad ofrece hasta 62 opciones para colaborar entre asociaciones y fundaciones, y son numerosos los estudiantes que han decidido formar parte de una de ellas, además de los que acuden de forma directa

Alba Tenza y Víctor Rojas

Martes, 23 de mayo 2023, 10:08

El día a día de cada persona incluye diversas actividades, unas por ocio, otras por obligación. Al menos, son las que se contemplan pero existen ... más. Por ejemplo, ser voluntario en una asociación o fundación. Una actividad altruista que está al alcance de la mayoría de la población pero que solo unos pocos deciden llevar a cabo. Desde la oficina de la UMA son 180 estudiantes los que deciden invertir parte de su tiempo en ayudar a los demás, los que deciden quitarse horas de estudio o tiempo libre para colaborar, los que deciden adquirir un compromiso con la sociedad para fomentar su mejoría. Sin embargo, hay otros muchos universitarios que llegan hasta estas organizaciones de manera directa sin pasar por dicha oficina.

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Los estudiantes de la UMA que deciden ser voluntarios cuentan con hasta 62 opciones distintas para elegir entre asociaciones y fundaciones de diversos ámbitos: salud, medioambiente, animales o cooperación en el desarrollo de comunidades empobrecidas. 62 oportunidades para ser partícipe en un proceso de cambio de distintos entornos, 62 oportunidades para que la sociedad avance de su mano. Entre estas organizaciones se encuentran algunas como la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), Aulaga: Educación Ambiental y Ecología Social, Fundación Cibervoluntarios, Cruz Roja Española en Málaga y Fundación Cuidados del Cáncer (Cudeca) con las que este periódico se ha puesto en contacto para conocer la labor de sus voluntarios que compaginan esta tarea con la de ser estudiante universitario en Málaga.

AECC

La Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) busca aliviar y evitar el sufrimiento de aquellas personas que están padeciendo o han padecido cáncer. Esta organización sin ánimo de lucro atiende a todos los pacientes de cáncer, sea cual sea el tipo, y familiares ofreciendo una serie de servicios gratuitos como la orientación médica y de enfermería, la atención psicológica o social y el acompañamiento.

La orientación médica y de enfermería abarca la aclaración de las dudas que los pacientes puedan tener con respecto al diagnóstico, así como de los tratamientos y los efectos secundarios o las pautas de enfermería a seguir para abordarlos y mejorar el estado de salud. Además, información y preparación para pruebas diagnósticas. Sin embargo, no se ofrecen segundas opiniones médicas, ni se prescriben tratamientos ni se recomiendan opciones terapéuticas.

Por otro lado, la atención psicológica asesora y apoya para mejorar la comunicación con la familia, los amigos y el equipo médico, mientras que la social ofrece información y orientación sobre las prestaciones y recursos sociales y aborda las dificultades laborales derivadas de la enfermedad con las que, a menudo, se encuentran los pacientes de cáncer. Otro de los servicios gratuitos es el acompañamiento, que se puede solicitar contactando con la propia asociación.

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Para la mayoría de los servicios se necesita la colaboración de los voluntarios, como apunta la estudiante de Psicología Elena Paulano: «En la AECC los voluntarios somos aquellos que apoyamos a la asociación haciendo distintas actividades». Algunas de ellas, como destaca la joven, son ofrecer información para dar a conocer los servicios de la asociación, acompañar a los enfermos de la planta de oncología o ayudar en galas y eventos benéficos.

Otras de las voluntarias, la alumna de Biología Nerea Marín, cuenta que «son un apoyo, sobre todo cuando se realizan actividades a pie de calle porque no todo el mundo está dispuesto a estar unas horas informando o recaudando dinero». También destaca otros servicios como la campaña de navidad que consiste en envolver regalos a cambio de un donativo o la entrega de alimentos a las familias desfavorecidas que sufren esta enfermedad.

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Aulaga

Un paseo por el entorno natural de Málaga puede acabar con algún arañazo superficial en la piel, un recuerdo de una aulaga, una planta espinosa que puebla los matorrales y que inspiró el nombre de esta asociación de Educación Ambiental y Ecología.

La fundación tiene unos objetivos claros como la concienciación y la sensibilización de los ciudadanos ante los problemas del medioambiente. Para llegar a ellos, organizan diversas actividades como el mantenimiento de viveros y cursos de formación, la repoblación en zonas de Málaga capital o la formación en materia de educación ambiental y viverismo. A estas acciones se suman otras como campañas de sensibilización en materia de medioambiente, campañas de actuación con motivo del Día del Árbol o Día de la Tierra, así como charlas de consumo y ecología.

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Los voluntarios son una pieza clave dentro de Aulaga, así lo confirma la estudiante de Biología Rocío Márquez: «Ayudamos en actividades como preparar las plantas del vivero para venderlas». Argumento que apoya Jaime Moulaye, quien también estudia Biología: «Describiría al voluntario como un asistente, ya que ayudamos en todas las tareas que sean necesarias para el correcto mantenimiento del vivero». En este caso, el universitario también se ha ofrecido para participar en el manejo de las redes sociales por su experiencia en algunas como Youtube. Sin embargo, reconoce que «todavía no ha sido necesario colaborar en este aspecto».

Aulaga también organiza mercadillos para vender sus plantas, dar información sobre los servicios que tienen en la fundación u otras actividades donde los voluntarios se encargan de que todo funcione. En este sentido, la futura educadora social Julia España opina que «los voluntarios tienen un papel muy parecido al de los propios miembros porque ayudan en todas las tareas».

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Cudeca

El cáncer es una enfermedad que pasa por distintas etapas. Una de ellas, es el estado paliativo en el que la Fundación Cudeca está especializada, ya que su principal compromiso es el de asegurar los cuidados necesarios para que cada paciente pueda vivir su vida con calidad y dignidad hasta el final.

La fundación cuenta con cuidados en casa, en la unidad de hospitalización y en la unidad de día y rehabilitación para el paciente. También cuenta con servicios para los familiares o cuidadores en el sentido de dar información y apoyar sobre cómo cuidar, dar apoyo emocional o social y préstamos de material ortopédico. Además, cuentan con información y asesoramiento 'on line' para apoyar en cualquier fase de la enfermedad.

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Estos servicios son gratuitos y parte de los fondos se consigue gracias al trabajo de los voluntarios, como describe el alumno de Historia del Arte David Fernández: «Somos prácticamente lo que permite que la fundación funcione». Su compañera de carrera, Carmen Garrocho, apoya esta idea: «Somos los pilares y entre todos sustentamos este gran proyecto de poder recaudar fondos con la venta de ropa de segunda mano. Todos mis compañeros sienten como si fuese su proyecto propio e intentan cuidarlo al máximo».

Cudeca tiene puntos de venta de ropa de segunda mano para recaudar fondos para la gratuidad de sus prestaciones y son los voluntarios quienes se encargan de la venta, mantenimiento y correcto funcionamiento de la tienda.

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Cruz Roja

«Los voluntarios son esenciales para el funcionamiento de la asociación junto a los trabajadores», afirma la voluntaria y estudiante de Publicidad y Relaciones Públicas María Marín, cuya función dentro de Cruz Roja es participar en el apoyo escolar, por ejemplo, ayudando a los niños a hacer sus deberes y tareas del colegio o haciendo diferentes actividades para que aprendan valores como el respeto o la empatía. Sin embargo, el sector educativo es solo una parte de todas las que engloban esta entidad sin ánimo de lucro. La inclusión social es otro de los aspectos en los que se centran los voluntarios, ya que actúan con aquellas personas que están en riesgo de pobreza y exclusión social con el fin de que tengan oportunidades y recursos necesarios que les permita participar en la vida económica, social y cultural.

Cruz Roja también se preocupa por el empleo, pues actúan para promover la igualdad de oportunidades, también por la salud, con la ayuda para que mejoren su gestión con campañas de sensibilización o prevención. Otro aspecto importante es el medioambiente, desde la asociación consideran que este aspecto puede ayudar a mejorar la calidad de vida de los colectivos más vulnerables.

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Por otro lado, la ONG también traspasa las fronteras con su ayuda. A través de su actividad internacional ofrece ayuda humanitaria de emergencia, preparación y mitigación del efecto de los desastres. Además de cooperación para el desarrollo y asistencia técnica.

«Si no fuera por los voluntarios, no podríamos estar cada vez más cerca de las personas ni desarrollar los proyectos que tenemos», asegura Francisco Pérez, voluntario y estudiante de Trabajo Social, quien conoce a la perfección Cruz Roja porque lleva colaborando con ellos desde 2014.

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Cibervoluntarios

La brecha digital está presente en la sociedad debido a la rápida expansión de las tecnologías y la falta de conocimientos digitales por parte de gran parte de la población. Casi la mitad de las personas entre 65 y 74 años en España que utilizan internet tiene unas capacidades digitales bajas, según datos de Eurostat. Por ello, el trabajo de la fundación Cibervoluntarios es esencial para ayudar a esas personas a que aprendan sobre ello y poder adaptarse a esta actualidad tecnológica. «En esta asociación el voluntario es un agente fundamental porque es el medio de transmisión», afirma la voluntaria Irene Suárez, quien estudia el máster de Ingeniería Informática en la UMA.

Fomentar el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) es el objetivo principal de esta fundación. Por ello, entre las funciones de quienes forman parte de ella, se encuentra la enseñanza a otras personas a utilizar dispositivos electrónicos; la ayuda a emprendedores, autónomos y pequeña empresas; la educación a los jóvenes desde un uso positivo y responsable de internet, así como formar parte de los proyectos de innovación y promoción, con el fin de llegar a un mayor número de personas.

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Esta fundación cuenta con un gran impacto social, ya que dispone de 2.881 cibervoluntarios en todo el territorio nacional, colabora con 1.682 entidades, han realizado 10.181 acciones y han formado a 128.933 personas aunque su alcance ha llegado hasta a 2 millones de personas.

La figura del voluntario

Una asociación o fundación está compuesta por socios, trabajadores y voluntarios. Sin embargo, estos últimos tienen un papel muy necesario dentro de las entidades sin ánimo de lucro. Sus funciones pueden llegar a ser diversas, desde campañas de concienciación dirigidas a la población general a un trato directo con las personas que acuden a pedir ayuda. Una figura esencial para que las actividades y campañas que se organizan durante el año salgan adelante con buenos resultados para seguir ayudando a quienes lo necesitan, ya sean personas, animales o incluso plantas.

En ocasiones, la sociedad no entiende la figura del voluntariado. Se puede llegar a pensar que las personas que acuden regularmente a una asociación de manera altruista son personas mayores, jubiladas y con mucho tiempo libre. Aunque este perfil existe y es muy necesario, no todos los voluntarios se adecuan a estas características. Este es el caso de gente joven y, a la vez, estudiantes de la Universidad de Málaga, con los que este periódico ha tenido la oportunidad de hablar.

Voluntarios de Cruz Roja, Cudeca y Aulaga. CRÓNICA

«Creo que las personas consideran el voluntariado como una especie de explotación o algo de lo que sacar provecho, hay una percepción poco fundamentada», reconoce la estudiante de Enfermería en la UMA Sara Madrid, quien es voluntaria en Cudeca. Desde su punto de vista, no hay muchas personas que se planteen hacer algún tipo de voluntariado en su vida, lo que lleva a la sociedad a un desconocimiento y permanencia en esa ignorancia «por falta de interés o incluso por convicción de la opinión de terceros sobre el voluntariado», asegura la joven. En este aspecto, la alumna de Educación Social y voluntaria de Aulaga Julia España considera que sí que existen muchos prejuicios sobre la figura del voluntario: «La mayoría de las personas se echan las manos a la cabeza cuando les dices que colaboras con una asociación sin recibir un beneficio económico, para ellos es algo impensable».

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Elena Paulano, quien estudia Psicología y es voluntaria de la AECC, reconoce que hay mucha ignorancia respecto al voluntariado porque «la gente no entiende bien esa figura y considera que es trabajo no remunerado en el que se pueden aprovechar de ti». Los propios voluntarios pueden llegar a tener una imagen distorsionada antes de unirse a una asociación o fundación. Así es el caso de la estudiante de Ingeniería Mecánica y voluntaria en Cudeca Noa de la Torre: «Yo misma veía a los voluntarios como seres de luz, pero somos personas normales que simplemente hemos decidido ayudar a una causa solidaria». Sin embargo, las opiniones son diversas. Irene Suárez, quien estudia el máster de Ingeniería Informática y colabora con Cibervoluntarios, solo recuerda gestos de agradecimiento, sin prejuicios negativos.

Noa de la Torre (Cudeca): «Somos personas normales que hemos decidido ayudar a una causa»

Como ya han comentado algunos de los voluntarios, el no recibir una compensación económica por la labor que desempeñan es uno de los factores menos comprendidos por la sociedad general, pero todos coinciden en que no necesitan dinero porque se sienten pagados con el simple hecho de ayudar, colaborar y sentir que están aportando algo para conseguir un mundo mejor. «Muchas personas piensan que ser voluntario es simplemente trabajar gratis, pero todo aquel que sea voluntario sabe que es mucho más que eso», recalca la estudiante María Marín de Publicidad y Relaciones Públicas que colabora con Cruz Roja. Un pensamiento que coincide con la futura historiadora del arte y voluntaria de Cudeca, Carmen Garrocho: «La satisfacción de poder ayudar ofreciendo mi tiempo es un pago más que suficiente». Su compañera Madrid considera que «el voluntariado tiene una gratificación mucho más emocional e importante que el salario, y que ningún trabajo remunerado puede dar».

Las funciones del voluntario dentro de cada asociación son diversas: desde ayudar a personas a usar internet hasta a acompañar a enfermos con cáncer o en riesgo de exclusión social. Tan variadas que también hay otras que se encargan del medioambiente y la concienciación sobre esto. Siempre diferenciadas de las labores que desempeñan los trabajadores de las distintas fundaciones, quienes están cumpliendo con un horario laboral y reciben su salario como en cualquier trabajo. Dos figuras imprescindibles dentro de estas entidades, pero que no tienen nada que ver.

Las actividades del voluntario dentro de la AECC son muy variadas. Algunas de ellas son dar información sobre los servicios que se ofrecen, recaudar dinero mediante distintas campañas, dar alimentos a las familias más desfavorecidas, acompañar a enfermos y familiares o acudir a la planta de oncología para pasar un buen rato con los pacientes allí ingresados. «Apoyamos a la asociación dando información a las personas que no la conocen, también asistimos a pacientes en plantas de oncología como entretenimiento y diversión, además de ayudar en galas y eventos benéficos», aclara Paulano, quien coincide con la estudiante de Historia, Ana Martínez, quien añade que «cada voluntario aporta su granito de arena y va a los eventos que puede según su disponibilidad».

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El medioambiente y las plantas son el motivo de existencia de Aulaga. Una asociación preocupada por el ecologismo que cuenta con una red de voluntarios que ayudan en sus tareas diarias. Los voluntarios se ocupan de mantener en perfectas condiciones el vivero con el que la entidad cuenta, además participan en campañas informativas con el fin de concienciar a la sociedad. «Preparamos las plantas, organizamos el vivero, regamos y también participamos en mercadillos vendiendo, repartiendo folletos y dando información», comenta la estudiante de Biología, Rocío Márquez.

Voluntarios de AECC, Cudeca y Cruz Roja. CRÓNICA

En nuestro día a día, nos encontramos con personas que visten un chaleco rojo con el emblema de la Cruz Roja. La mayoría de quienes lo llevan son esos voluntarios que forman parte de la asociación. Entre sus funciones destacan: la actuación con lo más jóvenes, la orientación y mediación con la sociedad, la asistencia a la población en riesgo social, el acompañamiento a personas vulnerables, la actuación en socorros y emergencias; así como la cooperación para llegar más lejos, el apoyo a la gestión y la sensibilización. Marín, que va una vez por semana a la asociación, se dedica además de al ámbito educativo al Departamento de Captación, Alianzas y Marketing. Su compañero Francisco Pérez, quien estudia Trabajo Social, se encarga de gestionar el voluntariado a nivel provincial y lidera uno de los proyectos que tienen de medioambiente sobre limpieza y clasificación de residuos. «Mi papel es más institucional, soy vocal a nivel provincial en Málaga y también me encargo de la formación inicial al voluntariado», comenta Pérez.

En Cudeca el voluntario tiene varias funciones: cuidados de pacientes y familiares, apoyo en eventos solidarios, ayuda en el centro y otras instalaciones y colaboraciones en tiendas benéficas. A este último punto es al que se dedican los voluntarios con los que este periódico ha podido hablar. Cudeca cuenta con distintas tiendas de segunda mano en la que los voluntarios se encargan de clasificar las donaciones que llegan para posteriormente venderlas. Un trabajo de tienda, ya que son ellos mismos los que deciden qué productos poner a la venta, atienden a los clientes y hacen el recuento de la caja. «Los turnos son de cuatro horas, antes de comenzar la coordinadora nos escribe para comunicarnos en qué situación se quedó la tienda», explica Garrocho. Para Madrid lo más destacado es el trato con los clientes, lo que considera «la parte más divertida de la rutina». Aunque no olvidan que lo más importante es recaudar fondos, ya que van destinados a poder seguir ofreciendo sus servicios de manera gratuita. «Nos dan formaciones y el material necesario para hacer de punto de encuentro entre esos conocimientos y los participantes en los talleres. Intentamos acercar la tecnología de una forma más amigable y segura a miles de personas al año», afirma Suárez de Cibervoluntarios, quienes luchan contra la brecha digital y apuestan por la tecnología al alcance de todos.

Corazón solidario

Cada persona llega a una asociación o fundación por diferentes motivos. A algunos los mueven sus propias experiencias personales a otros las ganas de ayudar, lo que está claro es que todos son movidos por su corazón solidario. Los primeros pasos pueden estar llenos de dudas e incertidumbre sobre la capacidad para llevar a cabo las distintas acciones, pero conforme va pasando el tiempo la experiencia se va convirtiendo en algo recíproco, es decir, a la vez que ayudas, te sientes mejor contigo mismo, es una actividad gratificante en ambos sentidos. En este aspecto, el estudiante de Historia del Arte y voluntario de Cudeca David Fernández cuenta que «ayuda a madurar en los primeros momentos de la edad adulta al recibir, de manera voluntaria, una serie de responsabilidades a cambio de ninguna recompensa monetaria». Para él, lo mejor de esta experiencia es la gratificación personal y ayudar a los más desfavorecidos. Además no tiene problemas en compaginar su labor con la universidad porque «son turnos de cuatro horas y respetan los horarios de clases y estudios». Su compañera de asociación de la carrera de Estudios Ingleses Lorena Vázquez apunta que «ser voluntaria al mismo tiempo que ser estudiante es muy interesante porque se puede conocer a otros compañeros de la UMA».

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Elena Paulano (AECC): «La gente no entiende la figura del voluntario y considera que se pueden aprovechar»

Por su parte, el estudiante de Biología y voluntario de Aulaga Jaime Moulaye es el ejemplo perfecto de combinar estudios y voluntariado, ya que su función dentro de la asociación le sirve para seguir desarrollando habilidades en sus estudios. «Es una forma excelente de destacar por encima de otras personas en el competitivo mercado laboral en el que tenemos que movernos», destaca además del altruismo. Asimismo, no le cuesta compaginarlo porque solo le ocupa una tarde de la semana. En este sentido, su compañera España destaca que «es algo que te llena el alma, altruista y que te ayuda a estar bien contigo misma. Te llena por dentro, hasta que no lo pruebas, no lo sientes».

Sebas Segovia, estudiante de Ingeniería industrial y voluntario de la AECC, asegura que compaginar los estudios con su labores en la asociación es realmente sencillo: «Ser voluntario no te impone un horario fijo ni compromisos ineludibles, cualquiera puede elegir su ritmo». Para él, lo mejor de formar parte de esta asociación es conocer a tanta gente y poder replantearse ciertas cosas con las vivencias que adquiere. Su compañera Marín recalca que el poder formar parte de la AECC y gracias a las horas que dedica a ser voluntaria en ella, le sirve, además de para despejarse mentalmente de la universidad, para «aumentar la eficiencia», ya que vuelve con las pilas cargadas. A otras estudiantes como Martínez, el ser voluntaria le ha ayudado a «perder la vergüenza al hablar en público y a conocer a gente maravillosa».

El voluntariado es sinónimo de desarrollo personal, de enfrentar situaciones diferentes, de empatía, solidaridad y altruismo. Los voluntarios saben a la perfección cuál es su labor, qué les aporta y qué pueden ofrecer ellos. Una actividad que completa su personalidad y les ayuda a mejorar como personas, a relacionarse e incluso a descubrir nuevas habilidades que desconocían. Por eso, les resulta complicado encontrar desventajas, ya que solo pueden decir que lo negativo son los estereotipos de la sociedad acerca de esta figura.«No se me ocurre nada malo de ser voluntario, sabes desde el primer momento dónde estás», afirma Fernández.

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