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JOSÉ MIGUEL RAMÍREZ
MÁLAGA.
Martes, 5 de noviembre 2019, 00:54
Investigadores de la UMA y la Universitat Politècnica de Valencia han descubierto una nueva función en una proteína de las plantas, la BAG4. «Las plantas que son terrestres realizan para vivir un intercambio de CO2 y oxígeno a través de unos poros regulables que se llaman estomas», explica José Antonio Fernández, profesor del departamento de Botánica y Fisiología Vegetal. Estos poros pueden abrirse y cerrarse en función de la cantidad de agua que tengan, por lo que si la planta pierde agua, cierra sus estomas.
La proteína BAG4 regula un sistema de transporte de potasio que es fundamental para que el estoma se abra. Este hallazgo resulta de especial relevancia para el desarrollo de cultivos más resistentes a condiciones de sequía. «Hemos conseguido describir un regulador de ese mecanismo de apertura y cierre del estoma que no se había explicado antes. Es una nueva diana para controlar la pérdida de agua», agrega Lourdes Rubio, investigadora y docende del departamento.
La investigación ha durado seis meses. «Antes de comenzar en el laboratorio debes recibir la semilla, te tienen que explicar para qué sirve, interpretar resultados y compararlos con otros laboratorios hasta que encajen», especifica Fernández. Aunque el laboratorio se cerró solamente durante un mes para la investigación. «Nos ayudó la investigadora responsable del proyecto, de la Universidad Politécnica de Valencia, la americana Lynne Yenush», comenta el profesor.
Los investigadores llevaron a cabo en primer lugar un análisis de proteínas capaces de interaccionar físicamente con el canal que regula la entrada de potasio en las celulas oclusivas de la planta, el KAT1. «El KAT1 es el responsable de la entrada de potasio en las células oclusivas, lo que incide directamente en la apertura de los estomas y en último término de la transpiración de las plantas», explica Antonella Lacascio, investigadora del Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (IBMCP).
Esta investigación abre la puerta a nuevas estrategias para obtener plantas más resistentes a situaciones de estrés hídrico y menos vulnerables frente a la acción de diferentes patógenos. «Es muy fácil decir que esta proteína va a tener la clave de la resistencia de las plantas a la sequía. Pero puede ser una de entre cien más», argumenta José Antonio Fernández.
«Las plantas tienen mecanismos compensatorios», detalla el profesor. Lo que quiere decir es que si se quitase una proteína a la planta, el ser vivo expresaría otros mecanismos que compensan la pérdida originada. «La vida sobre el planeta se ha desarrollado a base de trompicazos con la selección natural», explica José Antonio Fernández. Si solo dependiese de un único sistema, cualquier alteración haría que se muriese.
Los profesores parten de la premias de que los seres vivos nos son estructuras simples, y que cualquier hallazgo sobre sus sistemas puede suponer un gran avance para la ciencia. «Una persona ahorra guardando monedas, con el conocimiento científico pasa lo mismo», subraya el docente.
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