SUR

Óscar Raggio: «Llevo cuatro noches con pesadillas»

Este bombero malagueño nacido en Ceuta fue uno de los profesionales que acudió a Turquía a salvar vidas: «Parecía que habían bombardeado la ciudad»

Lunes, 20 de febrero 2023, 23:34

No, no todos somos iguales. A la hora de la verdad, ¿Cuántos seríamos capaces de dar nuestra vida por los demás? Sólo bajo una situación ... de riesgo podría verse realmente la respuesta, y por eso sólo unos pocos elegidos pueden convertirse en verdaderos héroes como él, Óscar Raggio. Este ceutí de 44 años residente desde hace años en Málaga capital y bombero en Benalmádena (en cuyo ayuntamiento ayer fue condecorado), fue uno de los valientes que plantó cara al miedo y acudió a Turquía junto a una expedición de Bomberos Sin Fronteras, para ayudar a rescatar a todas las víctimas posibles del devastador terremoto.

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Llegó a casa el pasado jueves, tras nueve intensos días sin apenas haber dormido o comido, pero la fuerza interna y el afán de querer ayudar lo máximo posible, evitó que le invadiera el cansancio o el desánimo, incluso en las situaciones más rocambolescas. «Llegamos al aeropuerto y ya estaba un helicóptero esperando. No hemos parado, hemos podido dormir unas 3-4 horas… Hemos hecho 18 localizaciones en los días que hemos estado», recuerda. Y añade, sobre la fortaleza física y mental del equipo: «Nos dedicamos a esto, somos especialistas, nosotros nos metemos debajo de los escombros y ahí somos conscientes de que si hay una réplica, te puede caer encima un edificio de cinco plantas».

Raggio, durante algunos momentos en Turquía (arriba y abajo a la derecha), y recibido en el Ayuntamiento de Benalmádena este lunes, por el alcalde, Víctor Navas. BOMBEROS SIN FRONTERAS / SUR

Su mente sigue con un ritmo muy acelerado. Lleva días sin pegar ojo pese a estar, al fin, a salvo y con su familia, pero las secuelas psicológicas de una experiencia como esta, no pasan desapercibidas.

Cadáveres

«Lo que más me impresionó fue, nada más poner los pies en el suelo, que nos pidieran ayuda para llevar un cadáver. Eso y las fogatas; todo el mundo estaba durmiendo en la calle, en una ciudad de 1,2 millones de habitantes llamada Kahramanmaras, y hacían fogatas para combatir el frío, porque llegamos a estar a -10 grados. Es una sensación fantasmagórica, como si hubieran bombardeado la ciudad», rememora, algo nervioso. Y se abre finalmente, porque su inmensa empatía siempre sale a la luz: «Te ponías a buscar y a explorar y no dejaban de aparecer cadáveres, era bestial. Yo he pasado miedo, y no me avergüenza decirlo. Me he tirado cuatro días con pesadillas».

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Pesadillas en las que se ve a sí mismo y a sus compañeros rescatando supervivientes, aunque sin éxito, frustrados, agotados, desolados… Y es que el nivel de altruismo y la capacidad de sacrificio de Raggio son tan altos que, aun habiendo salvado a muchas personas, por dentro siempre piensa que pudo hacer algo más, que pudo hacerlo mejor. «Siempre he pensado que la vida de todos es igual de valiosa, cuando ha llegado el momento de decidir entre 'son ellos o soy yo', he dicho 'soy yo', he sido capaz de anteponer la vida de los demás a la mía», reconoce.

Lo lleva por dentro; él siempre fue así. Quiso ser bombero, pero la vida le llevó por otro camino: se licenció en Educación Física y llegó a crear una empresa de turismo de aventura. Pero fue en una de las últimas conversaciones con su padre cuando este, en su lecho de muerte, le dijo que hiciera lo que realmente quería ser.

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