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Alberto Gómez
Viernes, 3 de marzo 2017, 00:25
Vecinos de Torremolinos han denunciado en las últimas semanas varios focos de procesionaria en Los Manantiales y otras zonas verdes. Estas quejas, presentadas en el Ayuntamiento y dirigidas al Área de Parques y Jardines, hacen referencia a los problemas que este tipo de oruga puede provocar, especialmente entre niños y perros. El PP, en la oposición, califica la aparición de procesionaria de «plaga» y ya ha solicitado, a través de un ruego plenario, que se tomen «las medidas necesarias, aun sabiendo que la fecha idónea para la fumigación química es en otoño». Los populares proponen «otros métodos que sean efectivos con el fin de acabar con estos focos». Desde el Consistorio, sin embargo, sostienen que «no se aprecia la presencia de estas orugas más allá de lo habitual en esta época».
Fuentes municipales aseguran que ya se aplicó la endoterapia vegetal, consistente en varias perforaciones en los troncos de los árboles para inyectar un compuesto de alcohol y abamectina (un insecticida) «debido a la durabilidad y seguridad del producto, como se viene haciendo de manera periódica desde hace más de diez años». El Ayuntamiento de Torremolinos fue pionero en aplicar esta técnica, importada de Italia en 2006, en los cientos de pinos de Los Manantiales tras un acuerdo alcanzado entre el anterior equipo de Gobierno y el departamento de Química Vegetal de la Universidad Católica del Sagrado Corazón, con sede en Milán. Desde entonces, Parques y Jardines aplica está fórmula por su ausencia de contaminación ambiental y de emisiones de productos fitosanitarios, así como por el hecho de que es totalmente inocua para la salud de las personas. Los técnicos del Área también afirman que la zona de los pinares «está vigilada de forma constante».
Veneno peligroso
La procesionaria suele aparecer en primavera, pero en algunas zonas de la Costa del Sol ya está haciendo acto de presencia debido a las escasas precipitaciones y las altas temperaturas del invierno. Estas orugas, tras alimentarse durante un mes en los árboles, preferentemente pinos, descienden al suelo en procesión, de ahí su nombre, y su veneno resulta peligroso para bebés y mortal para los perros.
Expertos veterinarios y empresas de control de plagas coinciden en advertir sobre el riesgo «serio» que pueden suponer estas orugas para las personas y los animales, ya que cada uno de estos insectos dispone de unos 500.000 pelos venenosos en forma de imperceptibles dardos o flechas. Su diminuto tamaño y la posibilidad de que se desprendan con facilidad aumentan el riesgo de urticaria e inflamación de las mucosas no sólo por contacto directo sino también vía aérea.
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