La música house y Twitter son los dos ejes de la oferta de este hotel torremolinense.

Entre Cantajuegos y música house

El grupo Meliá reinaugura en Torremolinos un hotel destinado a ‘millennials’, jóvenes hiperconectados y nacidos entre 1981 y 1997 que aquí conviven con clientes históricos y familias enteras

Alberto Gómez

Miércoles, 22 de julio 2015, 00:38

Todas las transiciones encierran su propia parodia, el hueco a menudo cómico que se abre entre el resultado provisional y el último objetivo. Torremolinos, cinco ... de la tarde. El equipo directivo del Sol House Aloha se esmera en detallar el cambio de rumbo del hotel, construido hace más de cuatro décadas y reinaugurado ahora a modo de golosina para millennials, jóvenes nacidos entre 1981 y 1997 que conforman la generación con mayor previsión de gasto de las últimas décadas. La nueva oferta se estructura en dos ejes que este deseado target conoce bien: la música disco y las redes sociales. Pero la familia Lambea, hijo pequeño y suegra incluidos, llega desde Zaragoza y lo hace en AVE porque el peso de su equipaje desafía las leyes de cualquier compañía aérea dispuesta a dinamitar todo atisbo de estrategia empresarial.

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Julio es oncólogo, miembro de la Asociación Española Contra el Cáncer. Pilar también se dedica a la medicina. Se conocieron en la universidad y eligen la Costa del Sol como destino de vacaciones desde hace 15 años. «Nos encantan la playa, el tiempo y el trato de la gente, tan abierta y simpática». Ya se alojaron en este hotel el verano pasado, cuando el grupo Meliá aún no había invertido cerca de diez millones de euros para remodelarlo con objeto de ofrecer «una experiencia musical, social y vibrante» a la altura de los grandes reclamos juveniles. Ahora suena house durante todo el día y un simple hashtag puede sustituir la tradicional llamada de teléfono al servicio de habitaciones, una reconversión que ha cogido con el pie cambiado a los clientes habituales. «¿Twitter? Lo conocemos, pero no lo usamos», admiten Julio y Pilar, impresionados por las reformas. ¿Y la música house? «Somos más de Cantajuegos, por el niño».

Acaban de instalarse en dos habitaciones que han reservado durante 12 días, un desembolso cercano a los 4.000 euros. «Hacemos un esfuerzo por ahorrar el resto del año, porque con los recortes ya no es lo mismo». Cumplen, diez minutos después de su llegada, con el ritual casi obligado de perder la tarjeta de la habitación: «Pensé que la tenías tú, Pilar». Serán unas vacaciones familiares, entre la playa de La Carihuela y las piscinas del hotel, con media pensión y algún paseo por Puerto Marina, «nuestro rincón favorito de la provincia». Poco o nada que ver con los criterios de consumo de los millennials, nativos digitales con preferencia por el ocio nocturno e incapacidad crónica para vivir sin estar pegados al teléfono móvil.

El cambio de concepto, y por tanto de clientela, origina un contraste insólito en este hotel de más de 300 habitaciones, donde conviven familias, parejas y grupos de adolescentes en busca de la experiencia tuitera. Porque aquí manda el pájaro azul. La plantilla cuenta con un conserje de Twitter, encargado de realizar las mismas gestiones que un recepcionista al uso pero a través de la red social. Además, Sol House Aloha ofrece doce suits decoradas con temática Twitter y enseña a los más rezagados a utilizar esta plataforma y abrir sus propios perfiles. Hasta regalan un palo para selfies destinado a que los clientes se hagan fotografías que luego compartan en sus cuentas.

Un arandino, Sergio Catalina, es el responsable de este departamento. Vivía en Londres cuando supo de la oferta de trabajo y, tras realizar una entrevista, por supuesto a través de Twitter, fue contratado por el grupo Meliá: «Este uso de las redes es una forma de que nuestros clientes se relacionen entre sí y se diviertan, incluso de que liguen». También disponen de un servicio de taxis que van a recogerlos al aeropuerto con carteles con el famoso pájaro azul dibujado. Y si quieren que les rellenen el minibar, por ejemplo, basta con mencionar a la cuenta del hotel y tuitearlo. #RellenarMiMinibar. La hiperconexión era esto.

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El nuevo equipo directivo ha decidido sustituir el aroma a naftalina de este histórico establecimiento de la Costa del Sol por el olor a aftersun sobre las pieles enrojecidas de los turistas. No parece una mala estrategia, a juzgar por el 98 por ciento de ocupación que registrarán durante todo el verano. «Es una apuesta importante y estamos contentos con el resultado», afirma Sebastien Boue, adjunto de dirección que comenzó como animador de la compañía hotelera hace ya dos décadas. Mientras habla no para de sonar, a volumen aceptable, house, el otro hilo conductor de la experiencia; el productor Carlos Jean ha creado varias listas que se adaptan a los distintos momentos del día y el hotel cuenta con un dj residente que elige la música oportuna para las tres fiestas semanales que se celebran.

Acróbatas, lanzaderas de espuma, gogós con estética pin-up y clases de fitness, todo a ritmo de discoteca, sazonan un programa de actividades concebido para millennials pero que, hasta que culmine esta divertida transición, también disfrutan familias enteras. Como nuestros amigos zaragozanos, a quienes no les disgusta la nueva vertiente del hotel. «Igual volvemos el año que viene vestidos de houseros», vaticinan entre carcajadas. Las vacaciones ya están aquí.

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