Brigada Salvamento Minero de Asturias: La esperanza que asoma bajo tierra
Lleva más de cien años socorriendo a aquellos que se encuentran en el que quizás sea el peor momento de su vida
Son verdaderos topos. Especialistas de las profundidades de la tierra, que se desenvuelven con soltura en los espacios más angostos y peligrosos que se puedan imaginar. Ahí, bajo la superficie, son la esperanza de aquellos que se encuentran en el que quizás sea el peor momento de su vida.
Se trata de los efectivos de la Brigada de Salvamento Minero de Asturias, que han desplazado a ocho de sus miembros a la Sierra de Totalán para colaborar en las tareas de rescate del pequeño Julen, un niño de dos años y medio que, según su familia, se precipitó el pasado domingo por un pozo de 107 metros de profundidad y tan solo 25 centímetros de diámetro.
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En concreto, la brigada comenzó a funcionar en enero de 1912. El equipo realizó su primer rescate en el pozo minero de María Luisa en Langreo (Asturias), enfrentándose a los efectos de una explosión de grisú -un gas incoloro, inodoro, inflamable y venenoso-, aunque afortunadamente no se registraron víctimas. No fue hasta el 20 de mayo de 1914, cuando se da el primer rescate de personas, también en el mismo enclave, donde otra explosión del citado gas causó la muerte a cuatro obreros y dejó gravemente herido a otro.
El 18 de enero de 1925 se constituye la actual Asociación de Salvamento en las Minas (A.S.M.), de la que forma parte la brigada. Su objetivo no es otro que prestar auxilio a las personas, instalaciones y trabajos de las minas en todos los casos de salvamento o restauración de infraestructuras, entre otros aspectos, en atmósferas irrespirables o venenosas. También prestan sus servicios fuera de los pozos, ayudando a aquellos que les necesiten.



La brigada está compuesta por un jefe de brigada, dos jefes de relevo, tres conductores, 20 brigadistas y un médico. Todos ellos son especialistas en diferentes ámbitos, como excavar en zonas de carbón u otros minerales, pero todos expertos en lo mismo: trabajar con el reloj en contra en espacios diminutos.
Prueba de ello son las numerosas intervenciones en las que han participado. Por ejemplo, llevaron a cabo un operativo en el túnel ferroviario de Congostinas, Pajares (Asturias), donde se declaró el incendio de un convoy formado por dos máquinas y 13 cisternas de gasolina y gasoil.
Otra de las intervenciones más destacadas de estos héroes anónimos fue en un incendio que tuvo lugar en el año 2007 en la cinta transportadora del lavadero del pozo minero de Modesta, en Langreo (Asturias). En aquella ocasión, el fuego originado generó una nube de monóxido de carbono que intoxicó a 140 personas y obligó a desalojar de sus casas a más de 700 vecinos.
Su amplio conocimiento ha traspasado fronteras y se requirió su asesoramiento desde Coahuila, en México. Así, los efectivos de la Brigada de Salvamento Minero colaboraron en el rescate de los cadáveres de 65 trabajadores sepultados en la mina Pasta de Conchos.
Fue en el año 2006, cuando varios túneles de esta mina de carbón se derrumbaron acabando con la vida de los mineros, que se encontraban a una profundidad de entre 500 y 150 metros. Es una de las mayores tragedias de la minería en el citado país.
El buen hacer de estos profesionales les ha dejado numerosos reconocimientos públicos, incluso con la entrega de diversas distinciones, como la Medalla de Oro con distintivo azul al Mérito de Protección Civil Española, en 2007. Sin embargo, la mejor recompensa para estos efectivos no es otra que la de poder ayudar a las personas. Esperan que en esta ocasión también puedan hacerlo con el pequeño Julen.
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