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En datos

Migrantes de segunda generación: tres de cada diez bebés son hijos de extranjeros

Los disturbios de Torre Pacheco y el discurso de
la ultraderecha sobre la «remigración» avivan el debate sobre cuándo un inmigrante deja de serlo

Sara I. Belled, Guillermo Villar y David Gómez

Madrid | Torre Pacheco

Sábado, 19 de julio 2025, 00:14

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En Torre Pacheco, centro de una espiral de violencia contra el colectivo inmigrante arengada por grupos racistas de extrema derecha, un 60% de los bebés que nacen tienen al menos un progenitor extranjero. Esos niños, como otros 100.000 que vinieron al mundo en 2023 en España, no han tenido que marcharse a ningún sitio como tuvieron que hacer en su momento sus padres, pero son considerados migrantes, en este caso de segunda generación. De media representan un 30% del total. Ya eran algo más del 20% en 2007 y apenas un 4,5% en 1996, primer año que se sometió a estudio.

Cada vez hay más nacimientos de padre o madre extranjero y en el análisis desde hace 30 años se ve que entonces, las parejas con un progenitor extranjero eran mayoría.

En total, el número se multiplicó por cinco hasta el año previo a la crisis, una década en la que aumentaron sobre todo los nacimientos de parejas en las que ambos progenitores eran extranjeros.

Desde entonces, el crecimiento ha sido más moderado, pero la media desde 2007 indica que uno de cada cuatro bebés que han nacido en España en el último lustro tiene padres de otros países.

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En algunas provincias, estos nacimientos son casi la mitad, con Girona (47,9%), Lleida (46,3%) y Tarragona (44,1%) por encima del resto –Barcelona es la sexta–. Estos porcentajes muestran dos Españas este/oeste: una con más bebés nacidos de extranjeros (padre o madre) en proporción frente a otra donde su porcentaje es bajo, sobre todo en Jaén y Badajoz, por debajo del 10%.

Alejandro Portes, profesor emérito de Sociología en Princeton University y la University of Miami, y Rosa Aparicio Gómez, catedrática e investigadora del Instituto Universitario Ortega y Gasset en Madrid, denominan migrantes de segunda generación «a los jóvenes nacidos en España de padres extranjeros o traídos al país antes de los 12 años». Y apoyándose en la Investigación Longitudinal de la Segunda Generación, publicada en 2013, explican que si bien «los inmigrantes adultos constituyen una población inestable», los hijos –nacidos en España o traídos al país a temprana edad– «tienden a echar raíces y quedarse» convirtiéndose en «'los nuevos españoles'». Así, «su situación, logros y actitudes pueden modificar y dar una nueva tónica a las ciudades y regiones donde se concentran».

«Los inmigrantes adultos constituyen una población inestable –hoy aquí y mañana no–. Sin embargo, los hijos –nacidos en España o traídos al país a temprana edad– tienden a echar raíces y quedarse»

Alejandro Portes y Rosa Aparicio

Investigadores sobre los migrantes de segunda generación

La España de los extranjeros menores de 12 años dibuja una radiografía similar. En 1998, la cifra era de uno de cada 100 niños hasta esa edad. El salto fue exponencial en una década: uno de cada diez. No obstante y desde esos inicios del presente siglo, la proporción se estancó, con lo cual el incremento se ha atenuado: los niños de origen migrante alcanzaban el 12,3% en 2022, último ejercicio disponible de la Estadística del Padrón continuo. Lo que se traduce en más de 600.000 en ese último año de referencia.

Siguiendo la definición de Portes y Aparicio, en España habría al menos alrededor de tres millones de migrantes de segunda generación. Por un lado, están estos más de 600.000 niños (631.139) con nacionalidad extranjera por debajo de los 12 años (la llamada 'generación 1.5'); por otro, al menos los 2,2 millones de bebés nacidos de progenitores extranjeros en las últimas tres décadas, entre 1996 y 2023 (la segunda generación propiamente dicha). De estos últimos, la mitad (1,1 millones) habrían nacido a partir de 2012. Y ello sin contar con los datos más recientes, que no están disponibles con este detalle en la estadística.

Soluciones, «no parches»

Una semana después de que diversos grupos ultras llamaran a la «cacería de inmigrantes» en Torre Pacheco tras la agresión a un vecino por un ciudadano magrebí ya en prisión, el municipio murciano se ha convertido en epicentro de una crisis de orden público, pero también del debate en la agenda social sobre cómo encarar el fenómeno de la inmigración. «Necesitamos que la gente se sienta con seguridad y soluciones correctas, no parches. Tenemos que analizar por qué ha pasado esto y buscar soluciones», expresa Nabil Moreno, presidente de la comunidad islámica Al Manar de la localidad. «Si hay cuatro conflictos que están molestando a nuestras comunidades, hay que hablar con trabajadores sociales, que siempre están más cerca a los ciudadanos», apunta

Rocío de Meer, diputada y portavoz de Emergencia Demográfica y Políticas Sociales de Vox, dijo a principios de julio que había que «tener en cuenta la segunda generación» en un discurso en el que abogaba por un proceso de «remigración» aludiendo a que «es extraordinariamente difícil que puedan adaptarse a nuestros usos y costumbres». Palabras que luego quiso matizar.

Noches de altercados en las calles de Torre Pacheco REUTERS / AFP
Imagen principal - Noches de altercados en las calles de Torre Pacheco
Imagen secundaria 1 - Noches de altercados en las calles de Torre Pacheco
Imagen secundaria 2 - Noches de altercados en las calles de Torre Pacheco

Portes y Aparicio, en el texto de 2013, sostenían que los resultados del estudio «no apoyan conclusiones negativas o alarmantes sobre la integración de la segunda generación». Y que las diferencias con los hijos de nativos «van disminuyendo con el tiempo».

En Torre Pacheco un 30% de sus 38.000 vecinos son extranjeros –en todo el país son un 11,6%– y es una de las ciudades de más de 10.000 habitantes con una proporción elevada de nacidos de padre o madre con otra nacionalidad: fueron 168 en 2023, un 60%. Se sitúa entre los 25 municipios con más porcentaje, con Oropesa del Mar, Adeje y Hospitalet de Llobregat a la cabeza, donde tres cuartas partes de los bebés en tal año tienen al menos un progenitor extranjero. Además, también residen allí 97 niños menores de 12 años, casi una cuarta parte (23,3%) del total.

La población marroquí en Torre Pacheco, ahora en el punto de mira de los grupos ultra, aúpa los nacimientos de segunda generación en el municipio. En 2023 nacieron allí 119 bebés de padre y/o madre marroquíes, el 43,1% del total. Es el octavo municipio de más de 10.000 habitantes con mayor proporción de nacimientos con alguno de sus progenitores con esta nacionalidad, con Manlleu (Barcelona) a la cabeza (53,9%).

También está entre los 20 primeros municipios en cuanto a migrantes marroquíes menores de 12 años (17,55%), justo antes del acceso a la ESO.

«La principal barrera es el idioma», opina Antonio Vicente, director del Instituto de Educación Secundaria Sabina Mora de Roldán. No se refiere al alumnado, entre el que un 68% tiene origen marroquí, sino «a las personas mayores de edad». Y ve necesario «un programa de inmersión lingüística para todo el municipio». Para Osama Alalo, dueño de una gestoría laboral, es prioritario que desde el Ayuntamiento se establezca «un diálogo verdadero con la comunidad marroquí, creando vínculos de confianza y considerarlos de una vez como auténticos pachequeros«. Muchos llevan décadas en el municipio; al menos 6.448, bebés nacidos de padres extranjeros desde 1996, son migrantes de segunda generación (o tercera).

«El Ayuntamiento de Torre Pacheco se tiene que mover para establecer un diálogo verdadero con la comunidad marroquí, creando vínculos de confianza y considerarlos de una vez como auténticos pachequeros»

Osama Alalo

dueño de una gestoría laboral

Pero, ¿están «mal llamadas» estas segundas generaciones? «En algunos estudios se plantea que la denominación de segunda generación de inmigrantes funciona para generar una frontera simbólica entre el grupo de inmigrantes y sus hijos, por un lado, y los autóctonos, por otro», explica Nasara Cabrera Abu, profesora de sociología y directora de Cooperación en el Vicerrectorado de Internacionalización y Cooperación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria en el documento 'Las segundas generaciones de origen extranjero'. Una clasificación de la que, explica, no se puede obviar «la carga normalmente peyorativa que implica el término inmigrante». Los hijos nacidos aquí nunca migraron y eso, reflexiona, hace preguntarse «cuándo un inmigrante deja de serlo».

Estas cifras ayudan a entender la realidad de estos «nuevos españoles» a partir de los microdatos en el INE de la Estadística del Padrón continuo y los de la Estadística de nacimientos. Pero hay matices: al ser este análisis por nacionalidad extranjera, no se cuentan los casos de los hijos de migrantes que ya obtuvieron antes la nacionalidad española o de llegados antes de la edad de 12 años que lograron nacionalizarse también, entre otros. Contar por contra los lugares de nacimiento ofrecía menos años para explorar (disponible solo desde los microdatos de 2007) y sería sensible a los casos de españoles que sólo se instalaron en el extranjero de forma momentánea. Aún con estas cuestiones a tener en cuenta, los datos muestran que la segunda generación es una realidad con cada vez más peso.

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