El trumpismo ya está aquí
Mirada periférica ·
El último barómetro del CENTRA detecta síntomas que las instituciones y los partidos harían bien en atender si son capaces de salir de su ensimismamientoHay personas que son tan reactivas a recibir malas noticias que prefieren ignorarlas hasta que sus consecuencias son irreversibles. Otras, las más inteligentes, optan por ... actuar cuando todavía están a tiempo por más desagradable que pueda resultar al principio tomar conciencia de que las cosas no son como a uno le gustaría que fueran. El último barómetro del Centro de Estudios Andaluces (CENTRA), más allá de su epidermis de proyección de escaños y valoración de líderes que agradará a algunos y disgustará a otros, ofrece algún diagnóstico preocupante que las instituciones y los partidos políticos harían bien en atender.
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No parece que exista una situación generalizada de pesimismo, ni de inestabilidad, ni de temor a medio plazo. Atendiendo a las respuestas de los consultados, el nivel de optimismo con respecto al futuro se sitúa en 6,5 puntos sobre 10; el de felicidad, en 7,12 y el de la percepción sobre la calidad de vida personal, en 7,27. Además, a las preguntas sobre su situación económica personal, un 69,9% de los encuestados la considera buena o muy buena y sólo un 22% teme que pueda ser peor dentro de un año.
Sin embargo, y esto es lo que debería preocupar, una mayoría parece creer que nada de ese bienestar guarda una relación directa con la razonable situación de estabilidad institucional que lleva funcionando en España y en Andalucía, con algunos altibajos, ya casi medio siglo.
Posiblemente inspirados en los preocupantes episodios que siguieron a la DANA en Valencia, los sociólogos del CENTRA decidieron preguntar en su último barómetro por la valoración y la confianza que despiertan en los ciudadanos las diferentes instituciones. Todavía estaba fresca en la memoria la escena de una comitiva oficial en la que estaban el Rey, el presidente del Gobierno y el presidente autonómico recibiendo una lluvia de barro y otros proyectiles lanzados por ciudadanos indignados azuzados por oportunistas que pasaron de alimentar el odio en las redes a hacerlo sobre el terreno.
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El resultado de la consulta es devastador. No alcanzan el aprobado ni el Gobierno de España (que queda por debajo del 3), ni el Gobierno andaluz, ni las diputaciones provinciales, ni los ayuntamientos, ni el sistema judicial, ni el Congreso de los Diputados, ni el Senado, ni el Parlamento de Andalucía, ni los partidos políticos (también por debajo del 3). Sólo se salvan del suspenso instituciones que no están sometidas al escrutinio de las urnas -la Corona, el Ejército, la Guardia Civil y la Policía Nacional- y la Unión Europea.
Este apartado del barómetro, bajo el título genérico de Confianza en la democracia y las instituciones, acaba con una pregunta cuyo contenido recuerda al lema populista 'Sólo el pueblo salva al pueblo' difundido en las redes sociales durante los episodios que siguieron a la DANA: ¿Cree que la sociedad organizada puede dar mejor respuesta a sus problemas que las instituciones actuales? El resultado es igual de decepcionante para cualquiera que considere que no hay democracia posible sin instituciones sólidas y respetadas por la ciudadanía. Un 70,2 por ciento responde que sí y sólo un 24 por ciento, que no.
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El CENTRA publica cuatro barómetros al año -uno cada tres meses- con dos tipos de preguntas. Unas que se repiten en cada consulta -lo que permite comparar la evolución de las respuestas y detectar tendencias- y otras que se eligen para cada trabajo y que parecen inspiradas en la actualidad. Sería interesante saber que ha movido a los sociólogos del centro de estudios a lanzar dos consultas cuyas respuestas, si no fuera suficiente con las del apartado anterior, deberían hacer saltar todas las señales de alarma. Una pedía a los encuestados que se pronunciaran a favor o en contra de la afirmación 'A los partidos tradicionales y a los políticos no les importa la gente como yo'. Un 73,9 por ciento respondió estar de acuerdo y sólo un 22,9 por ciento, en contra. La siguiente consulta, también inédita, era la siguiente: «Para arreglar Andalucía necesitamos un líder fuerte dispuesto a romper las reglas». Un 66,8 por ciento se pronunció a favor y un 29,3, en contra. Es difícil no imaginar detrás de esas respuestas la imagen de un Trump, de un Putin o en todo caso de un Jesús Gil, si queremos buscar un ejemplo más cercano y vulgar.
Es difícil entender cómo una sociedad que debe su prosperidad -que existe, que es real y tangible a pesar de las dificultades- a todo lo contrario de lo que estos personajes representan pueden aspirar siquiera a pensar en poner su destino en personajes de esa calaña. Pero estaría bien que los responsables políticos, y también por extensión todos aquellos que tienen alguna responsabilidad institucional, se preguntaran si están haciendo todo lo que pueden para evitar que se contraiga una enfermedad a la que ninguna sociedad debería considerarse inmune.
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