María Márquez, al fondo, durante una intervención de Juanma Moreno. María José López / Europa Press
Política andaluza

El PSOE-A pierde un tren

Mirada periférica ·

El último alegato islamófobo del portavoz de Vox no encuentra respuesta en el Parlamento, preocupado cada uno con seguir su guion

Domingo, 28 de septiembre 2025, 00:38

En política, dejar pasar oportunidades suele cobrarse facturas y es altamente improbable que a la portavoz socialista en el Parlamento de Andalucía, María Márquez, se ... le presente una como la que tuvo durante el último pleno.

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La dirigente, número dos del PSOE-A tras María Jesús Montero, tenía que intervenir después de que el portavoz de Vox, Manuel Gavira, lanzara uno de los alegatos racistas marca de la casa que últimamente, quizás por el subidón emocional que su partido experimenta con las encuestas, están subiendo de tono y de frecuencia.

Gavira dijo que se quiere «llenar Andalucía y España de moros» y a continuación vinculó la inmigración con «las mujeres violadas, los ancianos atracados y las mujeres agredidas». Eso generó un murmullo de reprobación en la sala, pero en su turno de respuesta, el presidente de la Junta, Juanma Moreno, optó por no entrar en el terreno propuesto por el portavoz. En el PP parecen considerar que el camino hacia las urnas es largo y que entrar en la confrontación directa con Vox puede no ser la mejor fórmula para atenuar la ola de extremismo ideológico de quienes consideran que la política debe ser campo de una batalla cultural y no un instrumento para que la gente puede vivir cada día un poco mejor.

El silencio de Moreno dejó un camino expedito en el que una portavoz con autonomía y convicciones propias hubiese entrado de lleno. Sin embargo, hace tiempo que los dirigentes políticos de nueva hornada han optado por prepararse las intervenciones parlamentarias como monólogos prefabricados ajenos a la propia dinámica de los debates. En el Parlamento de Andalucía cada día hay menos parlamentarismo.

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Con el convencimiento de que la matanza que el ejército de Israel esta perpetrando en Gaza ofrece a su partido un espacio tan amplio como el que en su día abrió el 'No a la guerra', el grupo socialista había preparado una 'performance' consistente en forzar un minuto de silencio no pactado con nadie. No tenían en cuenta que la gran diferencia con aquel 'No a la guerra' es que el entonces gobierno de Aznar apoyó explícitamente el esfuerzo bélico norteamericano en Irak, mientras que ahora no hay nadie con una mínima cuota de decencia que respalde la masacre sistemática contra un pueblo indefenso.

Para recrear aquella separación entre buenos y malos de la época de la guerra de Irak, se ha recurrido ahora a la palabra genocidio. Quien considere que lo que sucede en Gaza se ajusta a ese término jurídico está a un lado, los que tienen una opinión diferente o se permiten dudar están al otro. Así, el minuto de silencio improvisado, al que el PP no se sumaría, iba a dar la foto buscada. Los solidarios con el sufrimiento gazatí, los que repiten 'genocidio', de pie; los malvados, sentados.

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Con lo que no se contaba es que Moreno, en una respuesta a la portavoz de Por Andalucía, Inmaculada Nieto, pronunciaría la palabra mágica. Tras señalar que la noble causa de intentar parar la masacre no puede reducirse a una batalla semántica, señaló. «Usted quiere que reconozca el genocidio; yo se lo reconozco, pero deje de utilizar y manosear a esa pobre población que lo está pasando muy mal», dijo el presidente.

Cuando le llegó el turno, María Márquez tuvo ante sí la oportunidad de aplaudir la concesión semántica del presidente y afearle al mismo tiempo que dejara pasar el discurso islamófobo y discriminatorio del portavoz de Vox. Le podría haber recordado que en Andalucía viven casi 400.000 musulmanes que merecen no ser insultados gratuitamente en la Cámara que representa a la soberanía popular sin que nadie alce la voz para defenderlos. Podría haber usado el silencio del presidente como ejemplo de la supuesta connivencia entre el PP y Vox que incansablemente, y muchas veces inasequibles al empirismo, denuncian una y otra vez. Y hasta podría haber aludido al hilo de islamofobia que conecta la criminalización de la los inmigrantes musulmanes con la insensibilidad de quienes no se conmueven con lo que sucede en Gaza. Pero no hizo nada de eso. Se ajustó a un guion absurdo que parece nacido de una desorientación palmaria.

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