Juanma Moreno renueva su opa
El presidente de la Junta hurga en la crisis del PSOE de la forma más inteligente: abre sus brazos a los votantes que empiezan a sentirse huérfanos
Entre todos los gestos, y fueron muchos, que pudieron verse el pasado jueves en el Parlamento de Andalucía mientras los detalles del último escándalo, el ... que tiene como protagonista central a Santos Cerdán, aparecían uno tras otro en las pantallas de los móviles de sus señorías, hubo uno singularmente significativo. Fue el de los aspavientos que los diputados de Vox lanzaron en dirección a Juanma Moreno cuando el presidente de la Junta debatía con la portavoz socialista, María Márquez.
Para entender lo que sucedía en ese momento hay que situarse en las primeras horas de la tarde de esa jornada parlamentaria, cuando las noticias del informe de la UCO sobre las andanzas de Santos Cerdán iban apareciendo una tras otra y tenían su reflejo en el semblante, desencajado en algunos casos, de los parlamentarios andaluces socialistas.
Se desarrollaba el debate de política general y a la portavoz del PSOE-A, María Márquez le tocaba intervenir justo en el momento en el que se conocía la dimisión del secretario de Organización de su partido. Momentos antes, las cabezas pensantes de su grupo habían decidido adelantarse al chaparrón que, suponían, les iba a caer y optaran por una intervención que constituía un ataque preventivo en toda regla: negar al PP autoridad moral para reprochar la corrupción ajena y apelar al orgullo para insulflar ánimos a la alicaída tropa propia.
En su réplica, Juanma Moreno dio muestras de haber leído la oportunidad que se le presentaba. Sin dejar de lanzar las recriminaciones de rigor por lo que se estaba conociendo, supo introducir un matiz con el claro objetivo de evitar herir a los miles de votantes socialistas que en ese momento eran seguramente los más defraudados por lo que se estaba conociendo. «Este no es el PSOE de Andalucía que yo conocí -dijo tras reconocer que sabía que desde Vox le darían 'leña' por esas palabras-, creo que el Partido Socialista es necesario en Andalucía, igual que son necesarias el resto de las fuerzas políticas, porque aquí cabemos todos y nos respetamos todos».
A esas alturas desde los escaños de Vox se hacían toda clase de gestos de reprobación hacia el presidente, que aseguraba que el actual PSOE de Andalucía ha decidido suicidarse al vincular su futuro al de Pedro Sánchez.
La incomprensión de Vox hacia este movimiento de Moreno, dirigido claramente a consolidar no ya su circunstancial mayoría electoral sino la amplia base en la que aspira a sustentar un proyecto político de largo aliento en Andalucía, explica no solamente la distancia que separa a las dos fuerzas a las que desde la izquierda se suele describir habitual y burdamente como si fueran lo mismo, sino también el concepto estrecho desde el que Vox mira a la sociedad española y, por extensión, a la andaluza. El concepto de buenos y malos españoles (o andaluces) en el que buena parte de la población queda fuera colisiona con el «todos son necesarios» que repite una y otra vez el presidente de la Junta.
El movimiento de Moreno, que pudo haber pasado desapercibido en una tarde de vértigo, iba claramente dirigido a amparar a los miles de ciudadanos que seguramente se sienten huérfanos ante el devenir de los acontecimientos. No por filantropía política, sino porque sabe que ese es el camino para consolidar una mayoría que necesita calma y seguridades ante un panorama nacional e internacional que cada día presenta más sobresaltos e incertidumbres.
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