Cartel en la localidad almeriense de El Ejido. Efe / Javier Salvador Cañadas
Política andaluza

Una estrategia frente al odio

Mirada periférica ·

El discurso xenofóbico basado en el primitivo temor al diferente crece con impunidad mientras los grandes partidos no son capaces de articular un plan alternativo

Domingo, 3 de agosto 2025, 00:08

Los alegatos de odio étnico de quienes aspiran a emular en España la persecución que honestas personas trabajadoras sufren en estos días en Estados Unidos ... por no tener sus papeles en regla -dirigida con saña contra los hispanohablantes y de la que no pocos ciudadanos españoles también están siendo víctimas- generan un grave dilema ético a quienes tienen la misión, y la obligación, de informar.

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Repetir esos mensajes, aunque sea solamente por dar cuenta de por dónde discurre una parte minoritaria de la política andaluza, reviste el peligro de acabar actuando de altavoz de un discurso pérfido que aspira a medrar expandiendo el odio y el conflicto social. Al mismo tiempo, la indiferencia puede interpretarse como una normalización de lo inaceptable bajo el principio refranero de que quien calla otorga.

Aún antes de los acontecimientos de Torre-Pacheco, el discurso de la franquicia andaluza de Vox ya se venía centrando prioritariamente en la criminalización de los inmigrantes dejando en segundo plano otros clichés discursivos seguramente menos rentables como la crítica al feminismo y a cualquier otro avance social, el populismo fiscal, la censura al modelo de estado autonómico consagrado en la Constitución o el antieuropeismo. Pero después de los disturbios en la localidad murciana -que por cierto, tuvieron el efecto de aplacar unas protestas incipientes de los trabajadores del campo en reivindicación de mejoras laborales-, los mensajes que procuran disparar el temor, paso previo y necesario para generar odio, hacia los migrantes se han disparado sobre la base de la mentira y las medias verdades.

Esta semana, el portavoz parlamentario de Vox, Manuel Gavira, aseguró sin cortarse que los inmigrantes ilegales «tienen prioridad en ayudas, empleo y vivienda frente a los jóvenes andaluces« y sostenía que »así se explica que los africanos se emancipen antes que los españoles». Es evidente que se trata de una descarada mentira. No hay, ni podría haberla, norma, criterio o práctica pública que permita semejante cosa. Posiblemente el portavoz se refería a los planes infrafinanciados que la Junta de Andalucía aplica para facilitar el tránsito hacia la emancipación de todos los menores desamparados que se encuentran bajo su tutela. No debería ser necesario aclararlo, pero por si acaso: la administración no discrimina según el lugar de nacimiento de estos niños, niñas y adolescentes.

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Esta carrera indecente por recoger votos agitando el ancestral temor al diferente, falseando estadísticas, agrandado unos problemas en lugar de proponer soluciones e inventado otros que no existen, tuvo uno de sus puntos más sobresalientes esta semana en El Ejido. En la localidad almeriense que décadas atrás sufrió unos incidentes que seguramente fueron la referencia para los agitadores de Torre-Pacheco, aparecieron unos carteles de Vox donde la foto de una mujer ataviada con burka llevaba al pie los logotipos del PP y el PSOE y otra, de una mujer en camiseta de tirantes con el logotipo de Vox. Todo bajo la pregunta ¿Qué Almería quieres?

Causa desasosiego, y quizás sea algo sobre lo que reflexionar durante este descanso estival, que frente a esta estrategia con la que la ideología del odio pretende crecer (y lo hace, según reflejan las encuestas) no se vislumbre al otro lado que los valores que comparte una gran mayoría y, se supone que también los grandes partidos, estén siendo defendidos desde una estrategia alternativa.

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