El agua llegó con la lección aprendida
Mirada periférica ·
Andalucía exhibió durante la emergencia meteorológica prudencia institucional, civismo ciudadano y responsabilidad políticaAndalucía superó con nota el paso de la DANA. Se adoptaron medidas preventivas a tiempo, los vecinos siguieron las instrucciones y no hubo que lamentar ... fallecidos. Aunque el dispositivo que se puso marcha ya figuraba en los protocolos de la Consejería de Presidencia –y eso no se improvisa en dos semanas- a estas horas resulta difícil adivinar cuánto de la ausencia de víctimas se debe a esos mecanismos establecidos con anterioridad y cuánto a la reciente y dolorosa experiencia del desastre valenciano. Seguramente la decisión de paralizar Málaga hasta que pasara la tromba y buena parte del litoral granadino salvó vidas.
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Nunca se va a saber qué hubiese pasado en Andalucía sin el precedente de Valencia, pero lo cierto es que la lección de la catástrofe previa fue aprendida rápidamente no solamente por los responsables políticos, sino también por los ciudadanos. Que Málaga presentara el miércoles, sin que aún hubiera caído una sola gota, un escenario similar al del confinamiento durante la pandemia puede leerse como un ejemplar ejercicio de civismo.
Pero no se trata sólo de civismo ciudadano. Andalucía ha vuelto a mostrar que la toxicidad de la política nacional no siempre llega hasta el sur con su ponzoña contaminante. El martes, cuando las previsiones meteorológicas ya amenazaban al oriente andaluz y mientras el choque entre el PP y el PSOE para determinar quién lo había hecho peor en Valencia, si Carlos Mazón o Teresa Ribera, alcanzaba sus cotas más sonrojantes, la portavoz de la Junta, Carolina España, fue preguntada acerca de la colaboración con el Gobierno central en esas horas tan críticas. La portavoz, con una respuesta telegráfica, no dejó resquicio por el que pudiera colarse la más mínima polémica: «Máxima coordinación con el Gobierno de España, máxima coordinación con la AEMET, diálogo constante», fue todo lo que dijo. Cuando la situación requiere de certezas deben ofrecerse certezas.
Las calles vacías cuando todavía no había caído una gota deben leerse como un ejemplar ejercicio de civismo
Esta actitud de la Junta fue correspondida desde el principal grupo de la oposición. Juan Espadas ofreció desde sus redes sociales el apoyo a los responsables de responder a la emergencia, incluido el Gobierno andaluz. «Estamos para ayudar en lo que pueda hacer falta». Cuando se reclama de la población un comportamiento responsable lo mejor siempre es predicar con el ejemplo. Si el hecho diferencial de la política andaluza realmente existe, éste era el mejor momento para sacarlo a relucir y así se hizo.
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El episodio de Málaga encontró a Juanma Moreno en el debate de la enmienda a la totalidad de los presupuestos. El presidente lo siguió por la mañana con evidente gesto de preocupación mientras respondía llamadas y enviaba mensajes desde su teléfono móvil. Después del intervalo del mediodía ya no volvería al pleno. En un principio se barajó adelantar tres horas la sesión de control prevista para el día siguiente y después se decidió cancelarla para que el presidente pudiera desplazarse esa misma tarde a Málaga. El contraste con Valencia era a esas alturas más que evidente.
Andalucía ha vuelto a demostrar que a veces logra ponerse a salvo de la toxicidad de la política nacional
El único grano lo puso el portavoz de Vox, Manuel Gavira, que tras decir que el cambio de agenda del presidente le parecía bien matizó que debía ir a trabajar y no a hacer «turísmo de catástrofe». La salida de tono, en un momento en el que la provincia de Málaga y buena parte de Granada vivían sus horas más dramáticas, provocó primera un silencio sepulcral en el salón de plenos del Parlamento y después, cuando el portavoz insistió en su comentario, un murmullo de reprobación.
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A estas horas ya puede decirse que con los fenómenos meteorológicos de estos días -que lamentablemente pasarán a formar parte de una nueva normalidad debido a un cambio climático que ya sólo niegan fanáticos y frikis- han llegado con una gran carga de tragedia y varias lecciones. Afortunadamente, Andalucía parece haberlas aprendido con rapidez.
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