Juanma Moreno y María Guardiola, en el centro, en una foto de abril. Sur
Mirada periférica

Extremadura, lo que no fue

¿Qué hubiera hecho Juanma Moreno sin mayoría absoluta? Los políticos son reacios a incurrir en la ficción, pero los pactos municipales ayudan a ensayar una respuesta

Sábado, 24 de junio 2023, 23:25

Aunque jugar a la política contrafáctica puede ser un ejercicio que no lleve a ninguna parte, en estos días se escuchan especulaciones acerca de qué ... camino hubiese tomado el PP de Andalucía de haberse encontrado en la posición en la que hoy están sus compañeros de Valencia, Baleares, Murcia o Extremadura. Aunque basta con hurgar tímidamente para que surja una ola de simpatía hacia la líder extremeña, María Guardiola, también aparecen las advertencias de que las situaciones de cada una de esas comunidades son diferentes entre sí y una sensación de alivio, un año después, por una mayoría absoluta con la que el PP de Andalucía evitó verse inmerso en ese laberinto endiablado. Más de uno está convencido de que Juanma Moreno nunca hubiese gobernado con una vicepresidenta de Vox, aunque no haya manera de comprobarlo.

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Los que sí dan alguna pista son los números que conforman el mapa municipal andaluz tras la constitución, hace una semana, de los nuevos ayuntamientos. De los 785 municipios andaluces solamente en cuatro el PP ha firmado acuerdos de gobiernos con Vox. Los populares se han tomado en serio su disposición a no marcar líneas rojas en su política de pactos y han cerrado acuerdos con formaciones independientes, con el PSOE y hasta en algunos casos con Izquierda Unida en sus distintas denominaciones. El partido de Abascal no parece ser en el sur un socio preferente.

Todo el proceso postelectoral después de las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo está poniendo en evidencia hasta qué punto el Partido Popular ha dejado de ser una formación centralista para convertirse en un partido de baronías en el que los líderes regionales hacen y deshacen con absoluta libertad no sólo de movimientos, lo que tiene su lógica ante situaciones políticas que no se parecen entre sí, sino también a la hora de elaborar sus discursos. Esta ventaja indiscutible para los barones se transforma en un efecto colateral no deseado para Núñez Feijóo, a quien se le estrecha el margen al verse obligado a hacer malabarismos dialécticos a la hora de elaborar el suyo sin caer en contradicciones con uno o con otro.

En este paisaje que puede parecer caótico y que impide que las comunidades autónomas sirvan de guía para saber qué va a hacer el Partido Popular tras las elecciones del 23 de julio, seguramente para Feijóo debe resultar un bálsamo mirar hacia Andalucía. Hace un año, en este territorio, el rechazo del electorado moderado a la agenda ideológica que Vox pretende imponer no se tradujo en movilización del voto de la izquierda, sino en concentración de apoyos en Juanma Moreno. Conseguir trasladar el modelo andaluz al conjunto de España es el gran objetivo del PP y por ese motivo es muy probable que en el mes que queda de campaña el presidente de la Junta sea reclamado en uno y otro sitio, a pesar de que en privado los dirigentes populares admiten que conseguir en toda España unos resultados homologables a los andaluces es un objetivo muy difícil, por no decir imposible, de alcanzar.

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En todo caso, lo que ocupa hoy día al PP andaluz es aportar la mayor cantidad posible de diputados para la investidura de Feijóo y para eso el mensaje se centra en describir a Pedro Sánchez como un lastre para Andalucía. Aunque en las dos últimas elecciones –las pasadas municipales y las autonómicas de 2022- arrojaron resultados inéditamente favorables al PP con sendas victorias claras, en el cómputo de las generales los populares parten de un antecedente muy desfavorable. En noviembre de 2019 apenas obtuvieron 15 de los 61 escaños que reparte Andalucía y quedaron diez por debajo del PSOE y sólo tres por encima de Vox. Saben que tienen que mejorar sensiblemente y para ello tendrán que crecer tanto por su derecha como por su izquierda. No tanto por el centro, porque el botín a recuperar por el flanco de Ciudadanos apenas se reduce a tres escaños.

En los pactos municipales, el PP de Andalucía ha hecho gala de un pragmatismo extremo

La otra preocupación de los populares andaluces relacionada con las elecciones del 23 de julio es por el día después si Feijóo consigue la victoria. La estructura autonómica corre peligro de resentirse por la crisis de crecimiento sobre la que Juanma Moreno advertía el pasado lunes desde este periódico. Esta semana, nueve diputados en el Parlamento de Andalucía, entre ellos ocho alcaldes flamantes, renunciaron a sus actas para asumir sus responsabilidades municipales. A ellos se sumarán quienes se marchen en los próximos días a las diputaciones provinciales. Es una sangría que no sólo puede afectar a los electos, sino también a cargos y asesores de diferentes niveles. Si Feijóo gana, como se espera en el PP, Andalucía aspirará a estar en el nuevo gobierno no sólo con ministros –ahí aguardan los ex consejeros de la Junta Elías Bendodo y Juan Bravo- sino también con más cargos intermedios. Nunca el PP de Andalucía acumuló tanto poder como hasta ahora y es posible que empiece a preguntarse si tiene reservas para tanta demanda, por lo que el trabajo interno se centra en formar lo mejor posible a quienes ya están y en captar todo el talento posible.

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Pero la dificultad más seria no se presentaría si Feijóo consigue formar gobierno, sino si no lo hace. En ese caso las miradas se volverían hacia el sur no en busca de ministros, secretarios de Estado o asesores, sino de un nuevo líder. Y ahí, para un partido que ha construido todo su mensaje en torno a la marca del presidente de la Junta, sí que se presentaría un problema.

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