«La Utamed solucionará la histórica falta de universidades online en Andalucía»
El presidente de la institución considera que su apertura, prevista en 2024, contribuirá a reducir el desempleo y mejorar la innovación empresarial en la región
La Junta de Andalucía acaba de dar luz verde a la Universidad Tecnológica del Atlántico-Mediterráneo (Utamed), la primera de carácter online en esta comunidad ... autónoma, con un catálogo inicial de titulaciones basado en las nuevas realidades digitales. Paco Ávila, presidente de la Utamed, que aterriza de la mano de KKR y en la que participa Vocento, considera que la colaboración de esta universidad con el tejido empresarial y las universidades públicas constituye «un ecosistema ganador» que reducirá el desempleo y mejorará la innovación de las compañías andaluzas.
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–¿Por qué considera «urgente» la apertura de una universidad online en Andalucía?
–Porque hay un retraso histórico respecto a otras comunidades. Hay universidades online en Madrid, Cataluña, Valencia, La Rioja... Muchas de ellas abrieron hace veinte y treinta años. Andalucía no puede quedarse atrás. Hay gente que quiere o que necesita reciclarse, porque el mercado está cambiando, pero no puede acceder a la formación presencial porque no tiene tiempo o porque está trabajando. Y, por ley, algunos exámenes deben ser presenciales. Eso quiere decir que hay miles de andaluces que tienen que desplazarse cada cuatrimestre o cada semestre a otras comunidades. No es justo para ellos, y además merma la competitividad de Andalucía. La Utamed viene a solucionar ese retraso histórico.
–¿Cómo piensan competir con universidades tan asentadas?
–La Utamed no empieza desde cero, aunque lo parezca; tenemos la experiencia de Grupo Medac - MasterD, que es la compañía líder de Formación Profesional en España, con más de cien mil alumnos de los que la mitad está estudiando de manera online. Venimos de una tradición educativa muy potente. Y los fundadores conocemos bien el sistema universitario español, pero también el mundo empresarial. Creo sinceramente que partimos de una posición más ventajosa que la mayoría de universidades privadas que han abierto en España.
–¿Cómo se traduce eso que llama «vocación tecnológica»?
–Todos los títulos, tanto los grados como los másteres y las líneas de investigación, están adaptados a las nuevas realidades digitales. Y la formación no será puramente teórica. Contamos con la mejor tecnología educativa de Europa, llevamos muchos años construyéndola. Tenemos un software de seguimiento del alumnado para que sea un seguimiento individualizado y continuo. Y, al ser una universidad privada, no tenemos límites de contratación y nuestra carga burocrática es más reducida. Eso quiere decir que si queremos invitar a talentos demasiado caros para la pública pero cuyo currículum o tradición investigadora nos interese, podemos hacerlo. Y de eso nos beneficiaremos todos, empezando por nuestros doctorandos. Porque quiero dejarlo claro: nuestra intención es colaborar con la universidad pública, ir de la mano para desarrollar líneas de investigación y alimentar ese corpus de conocimiento.
–¿Esa investigación será aplicada?
–Habrá investigación básica e investigación aplicada, pero es cierto que nuestra idea es estar muy pegados a la realidad, a las empresas. Queremos mejorar la innovación de las compañías en Andalucía, que por diferentes clasificaciones que se han publicado sabemos que es baja. Pondremos investigadores, recursos y talento al servicio de las necesidades de las compañías, abrir paso a patentes, a productos... Es la base sobre la que queremos construir un hilo entre la universidad pública, la privada y el tejido empresarial. Nos parece un ecosistema ganador.
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–Insiste mucho en la necesidad de colaborar con la universidad pública.
–Es que nos vamos a necesitar. Nosotros necesitaremos su talento histórico, la potencia de su capital humano, y ellos necesitan nuestra flexibilidad y nuestra velocidad. De hecho, los fundadores de la Utamed venimos de la pública, hicimos allí nuestras tesis doctorales, incluso en muchos casos como el mío con becas. Conocemos las virtudes de las universidades públicas, pero también sus carencias. Hay espacio para complementarse, para trabajar unidos. No somos competidores, aunque esa visión no le conviene a los discursos que se alimentan de la fractura.
–¿No es un riesgo que entre un fondo de inversión?
–KKR es uno de los fondos de inversión más grandes del mundo, y entra a través de un fondo de impacto social. ¿Qué quiere decir eso? Pues que tiene la obligación de mejorar las sociedades en las que interviene. Es un fondo dedicado a contribuir a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, por eso se interesan en la formación y en la especialización profesional. No tienen la exigencia de salir en un tiempo determinado, se trata de una inversión a largo plazo. Porque además sabemos que la educación hay que pensarla a largo plazo.
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–Siendo una universidad privada, ¿cómo van a conseguir que sea asequible y no elitista?
–Los precios serán asequibles, y además financiaremos los pagos sin intereses y destinaremos el cinco por ciento de nuestro presupuesto a becas. También implantaremos un departamento que estudie la situación de cada alumno; si un buen estudiante que, por las circunstancias que sea, no puede pagar la matrícula quiere estudiar en nuestra universidad, podrá hacerlo.
–¿Cómo explica que el proyecto haya salido adelante con informes en contra?
–Son informes que no eran vinculantes. Todos los informes que eran necesarios para la aprobación del proyecto, como los del Gabinete Jurídico de la Junta, el Consejo Económico y Social y el Consejo Consultivo, son positivos. Es cierto que, durante el proceso, hemos recibido informes que ponían objeciones, pero las hemos ido solventando por el camino, que ha sido largo. Hemos modificado la memoria para adaptarnos a todas las exigencias que nos han puesto. Ha sido un proceso vivo en el que hemos aprendido muchas cosas. Quiero recordar además que ha habido otros proyectos de universidades que han sido tumbados. No todos salen adelante. Eso quiere decir que hemos adecuado el proyecto a lo que nos pedían. A veces esos informes venían negativos por cosas tan sencillas como que no habíamos concretado no sé qué asignatura porque pensábamos que todavía no había que hacerlo. Pues nos lo piden y enviamos el documento, no hay más.
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–¿Qué papel jugará Vocento?
–Es un socio estratégico. Tenemos grados de Periodismo y Comunicación Digital y de Marketing digital. Ir de la mano de Vocento será importante porque no queremos sacar al mercado a profesionales con conocimientos teóricos pero ni idea de lo que significan el mercado laboral y el trabajo diario real. Queremos que nuestros estudiantes estén pegados a las empresas, que sean capaces de competir en el mundo real.
–¿Y cómo van a coser esa brecha? Porque a veces hay profesores de Periodismo, por ejemplo, que no han pisado una redacción en los últimos treinta años.
–Habrá profesores a tiempo parcial que estén trabajando y además den clase, y luego docentes a tiempo completo que tendrán experiencia laboral porque tenga en cuenta que buena parte de la investigación, como le decía, será aplicada. En realidad es todo bastante lógico. Hay que dejar de mitificar. Venimos a sumar, no a restar.
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–¿La Utamed tendrá algún vínculo religioso?
–No. Sabemos que históricamente las universidades privadas vienen de la mano de la iglesia o de apellidos ilustres, pero no es el caso. Somos una universidad laica, aconfesional. Los fundadores de la Utamed venimos de la pública, pertenecemos a familias humildes, y el ideario tendrá esa impronta, obviamente: sin vínculos religiosos, con libertad de pensamiento y de todo tipo.
–Al tratarse de una universidad con base tecnológica, ¿cómo van a combatir el dinamismo de la realidad digital? Últimamente hemos visto avances en materia de inteligencia artificial. El escenario dentro de cinco años será completamente diferente. ¿Cómo van a subirse a ese caballo?
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–Es que no tenemos que subirnos porque es un caballo del que no vamos a bajarnos. Y no lo entiendo como un combate. La disrupción tecnológica, la que está provocando la inteligencia artificial en particular, es una bendición. Hay que abrazar la incertidumbre, que tiene mala fama pero es lo que hará que nuestro cuerpo académico esté continuamente adaptando los contenidos. No queremos titulaciones metidas en una jaula, sino un sistema vivo, programas que vayan modificándose y formen a personas capaces de competir y evolucionar en un mundo tan volátil, tan cambiante.
–Ahí ayudará esa ligereza burocrática de la que hablaba antes.
–Al no tener tanta intermediación administrativa podemos ser más flexibles. Porque si eres rígido en un mundo que es cambiante, estás perdido. La incertidumbre nos gusta, no nos hará abolladuras. Las universidades no pueden ser estatuas de porcelana en medio de un río. Estamos en una sociedad en la que la tecnología lo está cambiando todo, lo está rompiendo todo. Es una ola imparable. Y la única solución es subirse a esa ola. No podemos poner puertas al campo.
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–¿Qué ofrecerán a esa masa de trabajadores que acabará desplazada por la inteligencia artificial?
–Una oportunidad para formarse, reciclarse y adaptarse al mercado. Pero es algo que no podremos hacer solos. La sociedad tiene que concienciarse de que, si no hacemos algo, dentro de poco tendremos un problema enorme de desempleo. También la política tiene que tomar nota.
–¿Cuándo prevén abrir la Utamed?
–Tiene que aprobarse la ley, tiene que haber debate parlamentario. Creo que es razonable pensar que abriremos en septiembre de 2024.
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