Ilustración:

La decisión de Susana Díaz

La presidenta andaluza no pasa, de momento, del amago de dar el salto a la política nacional pese a estar convencida de contar con respaldos

Maria Dolores Tortosa

Domingo, 10 de enero 2016, 00:40

Susana Díaz no sale del amago de dar el paso a la política nacional. Sus últimas declaraciones este viernes dando su «confianza» a Pedro Sánchez ... vuelven a situarla en el mismo escenario que en junio de 2014, cuando renunció a competir con Eduardo Madina para sustituir a Alfredo Pérez Rubalcaba después de la petición de doce barones socialistas y las llamadas incluso del Rey Juan Carlos. Dejó pasar el tren, subió a este a Pedro Sánchez, al que apoyó frente al vasco, y argumentó que otros trenes ya vendrían. Así ha sido, pero de nuevo cuando más lanzada se le veía hay en apariencia un paso atrás. Desde su entorno se apresuraron ayer a corregir la impresión. El margen de confianza dado a Pedro Sánchez para que sondee un gobierno de izquierdas alternativo a Mariano Rajoy es solo una retirada estratégica para no dar un paso en falso, pero en modo alguno es una renuncia a liderar el PSOE. La presidenta andaluza sigue estando en «compás de espera», según la expresión trasladada.

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La aspiración de dar el salto a la política nacional sigue intacta en la política sevillana, convencida como muchos en su partido de su vigor para frenar a Podemos en su banda izquierda y salvar a un PSOE tocado de muerte si hay nuevos comicios. Sus cuatro victorias consecutivas en Andalucía, incluida las autonómicas, avalan su fortaleza frente a Pedro Sánchez, gestor del «peor resultado» de los socialistas en unas elecciones generales, como ella reitera cada vez que habla desde el 20D. Pero Díaz no acaba de anunciar sus intenciones pese a tener el respaldo de la mayoría de los barones socialistas y de muchas agrupaciones dentro y fuera de Andalucía, que no dejan de enviarle mensajes para que tome las riendas del partido. Hasta ahora ha contado con el apoyo de los presidentes de Asturias, Javier Fernández, Aragón, Javier Lambán, Valencia, Ximo Puig y Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, y también el de Extremadura, Guillermo Fernández- Vara, la veía con mejor potencial que Sánchez en caso de unas nuevas elecciones. Ninguno, sin embargo, ha hecho una apuesta pública por el relevo. Recelan de que Díaz no se atreva, de pesarle más el riesgo a perder el Gobierno andaluz o el miedo a unas primarias.

El foco en Pedro Sánchez

La tibieza de los barones y las críticas recibidas de diferentes sectores, que ella reduce a «morbo mediático», por su contribución al «espectáculo» de división interna del PSOE, en palabras de Patxi López, le han hecho más precavida. A Susana Díaz le preocupa que se traslade que ella ha irrumpido sobre Ferraz tras la derrota del 20D para erigirse cuanto antes en lideresa del PSOE con ambición desmedida.

Una imagen que rompe con la de estadista atenta a los problemas de España que se ha ido labrando. Quiere que el foco deje de perseguirla como la mala de la película y se centre en Pedro Sánchez, en lo que hace su secretario general, en su empecinamiento para convertirse en presidente del Gobierno «a costa de lo que sea, incluso de pactar con separatistas», dicen los de Díaz. «Tiene toda la legitimidad» de sondear un acuerdo de gobierno, insiste la gobernanta andaluza, pero sus palabras obedecen más al guión oficial del que no se sale que a su propio convencimiento.

Para que la tensión se centre en Sánchez y no en ella, Díaz cede en apariencia en el punto de conflicto con Ferraz tras el 20D, el que le ha granjeado las críticas, su presión para la celebración del congreso socialista cuando tocaba, en febrero o marzo. Un congreso que pondría en cuestión el liderazgo de Pedro Sánchez y en el que ella daría el paso de presentarse a la secretaría general para salvar al partido de una hecatombe final, como le han pedido la mayoría de dirigentes regionales.

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Un congreso que también daría el poder a quien lo ganara sobre unas primarias para elegir la candidatura a la Presidencia en caso de celebrarse nuevas elecciones. Esto sigue en el guión de la andaluza, pero hay un cambio. Ahora «no toca» hablar de la secretaría general, subrayó este viernes. Hay que apartar lo orgánico, quitarle el foco. Ahora hay que centrarse en la formación del Gobierno, «en lo que de verdad importa al país», aseveran en su círculo. En cualquier caso hay un comité federal este enero que pondrá fecha al congreso. Hace falta 60 días para convocarlo.

En esta tesis se mueve ahora la 'operación Susana'. Su entorno y el PSOE andaluz intentan desactivar la presión sobre ella y que esta se desvíe a Pedro Sánchez, a sus negociaciones con Podemos, Ciudadanos y demás partidos de la izquierda y nacionalistas para conformar gobierno. Las líneas rojas son muy claras y Susana Díaz las recalca cada vez que habla: No a Mariano Rajoy, pero también no a negociar con Podemos si mantiene su defensa del referéndum separatista en Cataluña. Si Sánchez logra la Moncloa, cosa que dudan, no habrá nada que hacer. Díaz replegará alas y se quedará en Andalucía. Si fracasa, como la «difícil aritmética» y las líneas rojas establecidas apuntan, la dirigente andaluza volverá a salir a escena, o a coger el tren.

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Gobierno separatista

El cómo y el cuándo lo dictarán los acontecimientos de las próximas semanas, apuntan en su entorno, pero también una encuesta encargada a nivel nacional para sondear a los ciudadanos cómo verían que Susana Díaz diera el salto a la política nacional. El resultado del sondeo, según fuentes consultadas, podría ser decisivo en la determinación de la andaluza.

Entre los acontecimientos que puede precipitar su decisión está el acuerdo ayer de un gobierno en Cataluña de separatistas sin Artur Mas. Pedro Sánchez verá más complicado un acuerdo con Podemos. El PSOE recibirá todo tipo de presiones para facilitar un Gobierno del PP que pueda dar respuesta a la hoja de ruta independentista que el futuro ejecutivo catalán planea emprender.

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Por ello muchos ojos se fijarán en Susana Díaz y cobrará relieve la tesis de que la presidenta andaluza pueda influir para facilitar la investidura de Rajoy in extremis como forma de frenar el órdago independentista. Díaz se opone de forma taxativa a respaldar incluso con otro candidato al PP, pero los acontecimientos pueden forzar las cosas. La unidad de España como bandera es el lema de la andaluza desde hace tres años, el mensaje que más ha calado de ella en la opinión pública desde que ascendió a la Presidencia de la Junta de Andalucía en septiembre de 2013.

Críticos de Sánchez y proclives a respaldar a la andaluza no descartan esta opción que desea incluso el presidente de la patronal regional, Javier González de Lara, gran defensor de Susana Díaz. La opinión más extendida, sin embargo, en el entorno de la presidenta es la de que habrá nuevas elecciones. O es el mensaje que se quiere transmitir.

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Para cualquiera de las opciones Susana Díaz tiene primero que hacer pública su decisión y aclarar si va a dar el paso, si pleitará con Pedro Sánchez por el liderazgo del PSOE y será la candidata en unos nuevos comicios. Los socialistas andaluces saben que Sánchez dará batalla. Todos están preparados para la misma. Los de Sánchez confían en que en unas primarias de la militancia Sánchez podría ganar a Susana Díaz pese a que esta tiene detrás a las ocho ejecutivas provinciales andaluzas hechas una piña y la mayoría de las regionales, salvo la de Cataluña y Baleares. Todos incluso preparados para recoger firmas y avales y forzar el congreso.

«Las estructuras del partido sí están con ella, la militancia ya veremos», afirma una de las personas de Sánchez en Andalucía. Apunta que la militancia no respondió en bloque a la llamada de la dirección regional de respaldar a Pedro Sánchez en las primarias de 2014. De hecho, hubo casi un 40% que votó a Eduardo Madina y a José Antonio Pérez Tapias. Solo que Eduardo Madina sigue siendo adversario de Sánchez y respalda ahora a la presidenta andaluza. Esta se apresuró a llamarle nada más romper con Sánchez y siguen en contacto casi a diario.

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El vértigo de perder la Junta

En la decisión de Susana Díaz también es crucial su gobierno en Andalucía. Mucho del vértigo que muestra por dar el paso tiene su razón en el temor a perder la Junta de Andalucía para un papel de costura permanente en un partido roto y con la perspectiva algo lejana de gobernar España.

En un principio su hoja de ruta no implicaba el abandono de la Presidencia. Lo previsto era un gobierno del PPen minoría con el PSOE en la oposición y no la situación de incertidumbre que las urnas han dejado. En aquel supuesto, Díaz hubiera apostado sin titubear por la secretaría general del PSOE siendo presidenta de la Junta hasta nuevas elecciones en dos años como mucho. Esta posibilidad queda ahora descartada si el PSOEno se abstiene en última instancia mediante un pacto con el PP que implique una reforma constitucional para dar una salida a Cataluña. Díaz necesitaría de un portavoz en el Congreso en sintonía, para lo que se apuntó a Madina, lo cual es también inviable al no haber logrado escaño en el Congreso.

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«Hay que esperar acontecimientos, no sabemos cómo van a ir las cosas», insisten desde el círculo de Díaz. Pero el runrún sobre lo que puede pasar sigue. Si hay elecciones y es Díaz la candidata, tendrá que dejar el Gobierno de la Junta y se le plantearía otro problema, su sucesión en Andalucía y un nuevo acuerdo con Ciudadanos para sacar adelante otra investidura. Albert Rivera ya ha dicho que no vale lo acordado si hay otro presidente. Un gesto de presión para que facilite el Gobierno del PPy no haya elecciones. Díaz tardó 80 días en ser investida.

¿Tiene la presidenta ya planeada su sucesión en Andalucía? No da señales de ello, pero se sabe que no va a dejar la joya de la corona del PSOE en alguien que le pueda hacer frente y se convierta en un poder fáctico contra ella como ella lo es ahora con Sánchez. Pocos nombres hay de la confianza plena de Díaz, salvo su número dos en el PSOE, Juan Cornejo, el vicepresidente, Manuel Jiménez Barrios, y el portavoz del Parlamento, Mario Jiménez. Otros dos estarían en un segundo escalón, el consejero de Turismo, Javier Fernández, y la secretaria general del PSOE sevillano, Verónica Pérez, dos de sus mejores amigos en el PSOE.

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