Estela, la mujer que ha dado su testimonio tras estar en una red de trata de seres humanos con fines de explotación sexual. SUR

Escapando de la cárcel de la prostitución

Nuevo Hogar Betania asesora a mujeres víctimas de redes de trata con fines de explotación sexual y realiza visitas esporádicas a las viviendas donde son prostituidas

Lunes, 29 de noviembre 2021, 00:30

Estela abandonó su Colombia natal con 28 años; en España le esperaba un futuro prometedor escapando de la pobreza que vivía. Con situación administrativa irregular, ... el único empleo que pudo conseguir fue como cuidadora de una persona mayor en condiciones precarias, donde además sufrió abusos que la obligaron de nuevo a cambiar de residencia.

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Sin embargo, esta mala experiencia sólo sería la primera de muchas a las que Estela tendría que enfrentarse. Tras unos meses de estabilidad, esta colombiana encontró el amor en su nueva ciudad, pero esa chispa del principio se convirtió poco a poco en maltrato psicológico y vejación, condiciones que anularon completamente su voluntad.

Tuvo que pasar el tiempo para poder dejar atrás esta situación, y con el miedo a las espaldas, decidió huir de nuevo: «Psicológicamente esa relación me destrozó. Este hombre prometió ayudarme en ese momento, porque entonces me encontraba en situación irregular», cuenta esta mujer, de ahora 30 años.

La situación no mejoraba

Poco después y por medio de una conocida, Estela se mudó a Málaga esperando encontrar en la Costa del Sol la tranquilidad y las oportunidades laborales que su vida necesitaba, pero no fue así. Con la autoestima mermada y sin posibilidad de trabajar, Estela accedió vivir en Málaga mientras trabajaba como acompañante, una situación que ella describe de la siguiente forma: «Yo sólo tenía que salir con hombres y ya está, y me pagarían por ello. Sin nada sexual de por medio, pero al final no fue eso lo que pasó». Una vez en la ciudad, fue captada por una red de trata de seres humanos con fines de explotación sexual, quienes la obligaban a mantener relaciones con hombres. Relata, además, que una vez dentro de esta red estuvo retenida contra su voluntad durante más de cinco meses en la misma vivienda donde la obligaban a prostituirse las 24 horas del día: «Vivíamos más de 12 chicas y la convivencia era horrorosa, había mucha envidia y confrontaciones. Vivía atrapada en una cama pequeñísima, aquello era como un albergue, con muy pocas condiciones de salubridad. Nos forzaban todo el día, podíamos salir sólo un rato a comprar, pero teníamos que volver deprisa. En ese momento hasta yo misma me obligaba porque creía que no había otra salida, que no había más vida para mí», cuenta recordando esos momentos que dejó atrás hace poco.

Lo cierto es que Estela vio la luz cuando las trabajadoras de Nuevo Hogar Betania contactaron con ella para ofrecerle asesoramiento psicológico, jurídico o en temas relacionados con su salud. Por este medio, la mujer colombiana pidió ayuda y consiguió escapar de una cárcel sin barrotes: «Estoy saliendo de este pozo gracias a ellas, porque pasaba el tiempo y yo veía que mi vida ya no tenía solución. Ahora estoy intentando llevar a cabo mis proyectos y arreglando mi documentación», apunta esperanzada.

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Los pisos de la trata

Desgraciadamente, la historia de Estela no es un caso aislado. Por Málaga y en barrios cercanos al Centro, se reparten numerosas viviendas destinadas a la prostitución, en la mayoría de casos gestionadas por redes de trata. En estos lugares se abre un mundo paralelo; allí muchas de las mujeres no sólo pagan con su cuerpo y su libertad. Además de los beneficios obtenidos por su prostitución, entre el 40% o el 60% de lo que consiguen por cada 'cliente' consumidor, las redes les obligan a abonar su comida y alrededor de 300 euros semanales por la habitación que comparten.

En la mayor parte de estas viviendas una mujer más experimentada se encarga de gestionar las visitas, el dinero y cerciorarse de que las chicas estén arregladas en cada momento; muchos de estos sitios tienen, además, un 'salón de presentaciones', donde las mujeres han de hacer un paseíllo previo para que los consumidores elijan con cuál se quedan.

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Las mujeres víctimas de trata tienen que pagar a las mafias los gastos semanales de alojamiento y comida en la vivienda donde son explotadas

De esta realidad está muy pendiente la entidad Nuevo Hogar Betania, que organiza visitas esporádicas a estas viviendas para asesorar a las mujeres y entregar material de prevención. Lo hacen con una frecuencia de dos o tres semanas, con el fin de que todas las mujeres de esos pisos sepan que pueden contar con una mano amiga siempre que lo necesiten.

Además, a través de este procedimiento, las profesionales de la asociación pueden conocer a las chicas con el fin de proteger su salud, tanto mental como física. También ofrecerles asesoramiento legal para que puedan regularizar su situación (en el caso de las mujeres migrantes) y ayudar a partir de ahí a sus hijos. La mayoría de estas mujeres son captadas por las mafias, que las mueven entre ciudades para que no les de tiempo a formar una red de apoyo y para ofrecer a los consumidores 'mercancía' nueva.

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Por ello, la colaboración ciudadana contactando con las entidades especializadas es necesaria debido al carácter oculto de la actividad en estas viviendas, donde se perpetran las violaciones contra los Derechos Humanos.

Las visitas a los pisos por parte de las trabajadoras de la entidad son para llevar material de prevención. C.S.M.
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