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Miguel Ángel Jiménez, frente a la puerta e su establecimiento en su nueva ubicación. :: E. M.
LA GRANIZADA

Miguel Ángel Jiménez:«No tengo nada que envidiarle a La Bruja de Oro»

El propietario de la Administración de Loterías El Gato Negro habla de su negocio familiar que posee más de cien años de historia

AMANDA SALAZAR

Martes, 3 de septiembre 2013, 11:16

Miguel Ángel Jimenez regenta la Administración de Lotería El Gato Negro desde hace más de dos décadas, un negocio familiar con más de cien años de historia al que acaba de dar un lavado de cara... y de ubicación. El famoso establecimiento acaba de mudarse desde su antiguo emplazamiento, en la calle Méndez Núñez hasta la calle Granada número 5.

¿Por qué se han decidido a mudarse después de tantos años?

El local antiguo se había quedado pequeño y este es más céntrico y podemos dar mejor servicio a los clientes.

¿Y ha gustado el cambio a los clientes habituales?

Espero que sí. Al fin y al cabo estamos muy cerca, apenas tres minutos caminando.

¿No hace demasiado calor en pleno agosto para andar vendiendo lotería de Navidad?

(Risas). Pues aunque parezca mentira ahora es cuando más estamos vendiendo, porque viene mucha gente de otras provincias por la feria y vienen con encargos de la familia para llevarse un décimo de Málaga. Estamos notando bastante el incremento de las ventas.

¿Ya hay número favorito?

Los que terminan en 13 ya se han terminado. Pero por ahora no hay ninguno que nos pidan por alguna fecha especial. Siempre hay quien viene buscando el día de su boda o su aniversario.

¿Y el suyo? ¿Tiene alguna preferencia?

Me gustan los décimos que terminan en 45.

¿El Gato Negro ha dado muchos premios?

Los hemos dado todos. Cien años dan para mucho. El último Gordo de Navidad que dimos fue en el año 82. Recuerdo muy bien la fiesta que se montó a la entrada del establecimiento. Todo el mundo vino a celebrarlo y tuvieron que cortar la calle Méndez Núñez, que entonces tenía dos carriles. Entonces se celebraba más esto. Ahora la gente prefiere que no se sepa.

¿Y le llega algún regalito cuando reparte un buen premio?

Pues llega algún detalle con los premios más pequeños. Recuerdo una quiniela de 300.000 pesetas en la que nos trajeron una botella de whisky. Pero los que ganan premios grandes no suelen traer nada. Ni falta que hace, claro.

¿No le da rabia dar un premio que ha pasado por sus manos y que usted no lo lleve?

(Risas). No, es una alegría siempre, pero no puedes jugar a todo.

¿Y a qué juega usted?

Juego los números de lotería que se rompen en ventanilla y no podemos vender porque están deteriorados.

¿A quién envidia más, a Doña Manolita o a la Bruja de Oro?

(Risas). No tengo nada que envidiarle ni a Doña Manolita ni a la Bruja de Oro. Puede que a alguna gente le guste tener protagonismo. A mí eso no me interesa.

¿Es supersticioso?

No demasiado. Aunque hay casualidades que tienen que significar algo. Por ejemplo, mis bisabuelos, que fundaron la administración, se llamaban Eugenio y Áurea. Cuando nos mudamos de local el pasado de 19 de julio mi madre quiso mirar el calendario. ¡Y resulta que era Santa Áurea!

Pues dicen que los gatos negros dan mala suerte, ¿tiene usted alguno en casa?

A nosotros nos ha traído muy buena suerte. De hecho, en Egipto tener un gato negro dentro del hogar era sinónimo de buena fortuna, por eso se puso el nombre. Pero lo cierto es que no tengo gato en casa. Nos vale con el de la tienda.

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