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MÁLAGA

El tornado que se coló en Málaga

De las 900 familias afectadas en Nuevo San Andrés, unas 400 carecían de póliza de seguro. Las ayudas no han llegado a todos. Un año después del huracán, que arrasó cuanto encontró a su paso, quedan aún heridas sin cicatrizar

ANTONIO ROCHE alroche@diariosur.es

Lunes, 1 de febrero 2010, 13:28

Hacía 350 años que Málaga no había registrado un tornado de la virulencia del ocurrido el 1 de febrero de 2009. Hasta entonces, muchos creían que era un fenómeno atmosférico que se daba exclusivamente en los océanos Índico y Pacífico, pero no. Entró por el Mediterráneo hacia el interior de la ciudad.

Era domingo, entre las nueve y media y las diez de la noche. Duró poco tiempo, pero fue muy intenso, arrasando a su paso cuantas cosas encontraba. El tornado se hizo notar primero en la barriada Bonaire, atravesó la avenida de Europa y se adentró en la barriada Nuevo San Andrés, donde causó los mayores estragos, continuó hacia el polígono San Rafael y bajó a la avenida Juan XXIII. El tornado recorrió la calle La Unión y llegó a la estación de autobuses, donde levantó todo el techo metálico de las instalaciones, pasó por la plaza de la Solidaridad y desapareció a la altura del puente de la Esperanza.

En el trayecto arrasó con todo. Se hacían añicos los cristales de las ventanas, los árboles caían impotentes en aceras y calzada reventando a los vehículos, los cierres de aluminio de las terrazas salían de cuajo, techumbres metálicas volaban por los aires, se desplomaban aparatos de aire acondicionado, ladrillos y cornisas se desprendían de los edificios, el mobiliario de casas arrastrado de sitio... Y todo ello seguido de una gran tromba de agua que causó inundaciones en varios sectores de la ciudad. Hubo también cortes en el suministro eléctrico. El miedo y el caos se apoderaron de la ciudad. Pocos daban crédito a lo que había ocurrido. Los vecinos vivieron unos momentos de angustia. Veían volar objetos por el aire sin llegar a identificarlos.

Pronta reacción

El Ayuntamiento creó un gabinete de crisis y los servicios municipales -Policía Local, bomberos, servicios operativos, servicios sociales, Limasa y Emasa- se echaron por la noche a la calle para auxiliar a los afectados y retirar de la vía pública los restos que había dejado el tornado. Se reaccionó con prontitud para restablecer cuanto antes la normalidad .«Es impresionante», comentaba el alcalde, Francisco de la Torre, que se desplazó de inmediato a las zonas más perjudicadas.

Ha pasado un año -se cumple mañana lunes- y a los vecinos de Nuevo San Andrés les ha quedado una huella psicológica: cuando sopla un poco más de aire de lo habitual temen que se repita aquel viento giratorio e impetuoso que destrozó la economía de cientos de familias humildes. A la gente no se le ha olvidado lo que ocurrió aquella noche. «No quiero hablar de ello. El sufrimiento que hemos pasado ha sido horroroso». Zanja así la conversación el presidente de la mancomunidad de la barriada, Francisco Sánchez García.

Un paseo por Nuevo San Andrés descubre heridas sin cicatrizar aún. Un vecino que vive en una segunda planta de la calle Cancho Pérez, número 12, tiene aún al descubierto la terraza porque el cierre de aluminio desapareció en la ventosa noche. El hombre anda escaso de recursos y la asociación de vecinos Nuevo San Andrés le está ayudando a reponer los marcos de las ventanan del interior y queda todavía la del exterior.

Esta persona es una de las cuatrocientas afectadas que no tenían una póliza de seguro y a la que tampoco le han llegado las ayudas oficiales. De las 900 familias perjudicadas de esta barriada por el efecto del tornado, unas 500 tenían aseguradas sus viviendas. Una de ellas es Francisca Marfil López, que en la noche de auto no le cogió en su casa, sino en la vivienda de una hija.

Sin indemnizaciones

«Las indemnizaciones no han llegado a toda la gente afectada», señaló la presidenta de la asociación de vecinos, Teresa Retamero. De ello pueden dar fe los cofrades de Humildad y Paciencia. El techo de su recién construida casa hermandad, situada en la calle Agustín Martín Carrión, en el distrito de Cruz de Humilladero, quedó desmantelado y el agua filtrada deterioró el interior. Los daños se peritaron en 152.619 euros. Los cofrades, que no le habían dado tiempo a asegurar su sede, vieron el cielo abierto cuando el entonces vicepresidente del Gobierno andaluz, Gaspar Zarrías, prometió ayudar a los que carecían de póliza. Hasta el momento sólo han recibido de la Junta el compromiso de pagarles 25.000 euros por otra línea de subvención. Mañana, a las 17.00 horas, anuncian una concentración a las puertas de la casa hermandad.

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