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SANDRA BALVÍN
Jueves, 5 de noviembre 2009, 02:49
«Primero vive y después escribe «podría ser la máxima que impulsa a Rafael Roselló (Avilés, Asturias, 1956) a escribir historias. Fue capitán de la Marina Mercante hasta hace diez años, cuando se retiró y se estableció en la Costa del Sol para dedicarse a escribir. Se instaló en el Puerto de la Duquesa, cerca de uno de los lugares de descarga habitual de hachís. Su experiencia profesional; el hecho de hablar francés y entender el árabe; y, sobre todo, la curiosidad, le abrieron camino hacia el mundo del narcotráfico. En su primera novela, 'Contrabandistas en el Estrecho', se convirtió en narrador de una realidad que pocos han presenciado de cerca y han contado. 'Traficantes', su segunda novela, retoma la historia de Juan, el protagonista, pero, como señala el propio autor, puede leerse de forma independiente.
- Dice que tiene amigos entre quienes se dedican al tráfico de hachís. ¿Realmente hay lealtades en estos ámbitos?
- Tengo amigos hasta en el infierno, pero quizá siempre he tenido más amigos entre la gente de mal vivir que de bien vivir. Lo malo siempre me ha atraído cuando no es lo malo evidente. Un asesino o un violador de niños no me interesa, pero toda esta gente que están en el límite entre lo legal y lo ilegal sí. El hachís no es heroína ni es éxtasís, sino una hierba que no tiene la mayor importancia.
- Gente de mal vivir no siempre significa gente mala...
Viendo lo que se ve hoy en día ya no se sabe quiénes son los buenos ni quiénes son los malos. Si me apura, hay más golfos entre los jueces que entre los delincuentes. Creo que se puede haber complicado más la cosa ilegalizando una sustancia que nadie quería cuando se llamaba grifa y han creado el problema considerándola una droga, cuando hay gente que está muriendo por coma etílico o por cáncer de pulmón todos los días.
- Se han puesto de moda las series sobre narcotraficantes. ¿Se ajustan a la realidad que usted conoce o le hacen sonreír?
Gracias a Dios veo poquísimo la televisión, cada vez me interesa menos. En cualquier caso, dentro del mundo del hachís sí hay ya narcotraficantes. Lo que ocurre es que la realidad normalmente supera a la fantasía, pero las historias no son como ellos las cuentan. Si se metiesen en este mundo puede que hicieran algo más impresionante.
- ¿Quién se acerca más al verdadero mundo del narcotráfico en el cine y en la literatura?
En lo que he leído sobre traficantes noto que la persona que lo ha escrito no ha estado entre ellos en la vida. No tienen ni idea de cómo funciona.
- ¿Y cómo funciona?
Leer mis novelas es prácticamente una clase de cómo se hace. Explico cómo se hace una carga, una descarga, quiénes son los cargadores, quiénes los receptores, cómo se hacen los pagos y para qué se utiliza el hachís porque del hachís que entra pòr España se queda en España el 5 %, el resto se utiliza para su distribución en Europa y como moneda de cambio para otras drogas en Europa. En esta novela se habla más de las bandas organizadas y casi todos los personajes son reales.
- Tiene muy claro el fondo. ¿Cómo ha enfocado la forma?
Leo mucho, pero no me considero ni siquiera escritor, sino un narrador de historias. He intentado hacer una novela muy ágil, me aburre muchísimo la idea de dedicar una página a una descripción. Escribo como a mí me gustaría que hubiesen escrito una serie de novelas que eran muy buenas, pero que me resultaron aburridas. Salvando las distancias, aprendí mucho de escritores como Jack London, que son mucho más dinámicos; algunos de los escritores actuales que supuestamente escriben de aventuras se recrean tanto en el lenguaje que se pierden.
- ¿Supuestamente?
Ya no existe el escritor aventurero. London para escribir 'Colmillo blanco' se fue a Alaska. Ahora hay un señor que escribe sentado en una casa espectacular y llama a un amigo suyo que es policía y a otro que es guardia civil. Hay marinos a los que llamábamos marinos de salón porque eran los que más batallitas contaban y se pasaron la vida cubriendo la línea Cádiz-Canarias. Un escritor de aventuras tiene que ser un poco aventurero y se la tiene que jugar como se la juega un reportero de guerra. Si escribes sobre el tráfico de hachís y la 'cagas' con unos, te van a meter un tiro; y si la 'cagas' con otros, te van a meter en la cárcel. Para que las novelas sean reales, tienes que vivir experiencias porque tienes que transmitirle al lector lo que se siente cuando estás presenciando una carga o una descarga y estás entre patrulleras.
- ¿Qué se siente la primera vez?
Es terrible. Sabes que estás metido en mitad de un berenjenal, no tienes ni idea de cómo va a acabar la historia y sabes que no hay marcha atrás.
- ¿No teme que le acusen de encubridor?
- Es como decía usted antes, los límites son relativos. ¿Encubridor de qué? Todos saben donde se hacen cargas y descargas, pero yo sólo soy un espectador quizá más agudo que otros. No soy policía ni juez. De todos modos, te la tienes que jugar. Es como todo en la vida, hay muchos reporteros que se van a hacer una investigación a otro país y si los cogen, los encarcelan. Unos tienen la misión de coger a los «malos» y llevarlos ante el juez; y otros nos dedicamos a contar lo que ocurre. Cada palo que aguante su vela.
- En el Estrecho se interceptan alijos casi a diario. ¿Los datos son señal de que hay muchas incautaciones o de que pasa mucha droga?
La Policía y, sobre todo, la Guardia Civil, no es tonta. La Guardia Civil está considerada como una de las mejores policías del mundo y una de las pocas cosas serias y dignas que hay en este país. No es fácil traficar en el Estrecho. Cogen mucho, pero sería imposible coger todo lo que pasa. Además, hacen su trabajo a veces en unas condiciones bastante precarias. Se han dedicado a crear cuerpos de policía en lugar de potenciar la Guardia Civil. Incluso quitándoles medios para dárselos a otros que no pintan nada, verdaderamente hacen una labor espectacular. También la hace el Servicio de Vigilancia Aduanera, pero si se hubiese integrado en la Guardia Civil, de manera que contase con la ayuda de profesionales de la mar, habría sido más positivo.
- ¿Cuáles cree que son las consecuencias de esta dispersión?
Muchas. Por ejemplo, hay infiltrados de la Policía y de la Guardia Civil en todas partes: en grupos terroristas, en cárteles...Es un peligro para ellos que aparezcan cuerpos con atribuciones, como policías locales o autonómicas, que no saben nada de las operaciones que llevan a cabo los infiltrados.
- Volviendo a su libro, ¿habrá tercera parte?
Sí, será la tercera y última de 'La ruta del hachís'. Girará en torno al hachís como moneda de cambio. Es entonces cuando la cocaína adquiere el protagonismo.
- ¿Y después seguirá su carrera como narrador?
Sí. De todos modos, soy una persona que cuando escribo lo hago porque tengo algo que contar. Seguro que en mi vida voy a ganar un premio de literatura, pero lo que escribo es interesante. Cuando tenga otra historia interesante y documentación suficiente, la escribiré.
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