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MÁLAGA

Café, copa y punto

Los restaurantes temen que la prohibición total de fumar en espacios cerrados acabe con las comidas de negocios y las tertulias de sobremesa

GEMA MARTÍNEZ

Sábado, 19 de septiembre 2009, 03:37

Adiós a las tertulias de sobremesa, a las prolongadas comidas de negocios, y a los clientes para los que el placer de una buena cena se potencia con unas copas y unos cuantos cigarros. Esta sería, según empresarios del sector de la restauración, la primera consecuencia derivada de la prohibición de fumar en todos los espacios públicos cerrados; una posibilidad anunciada por la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, y que supondría un endurecimiento de la actual Ley Antitabaco.

Los clientes de sobremesa, copas y cigarrillos fueron los primeros que perdió Luis Masdeu, socio del restaurante Zenart, tras la entrada en vigor de la actual norma, a principios de 2006. El restaurante fue uno de los pocos de la capital que optó por prohibir fumar a sus clientes dentro del establecimiento. Por las dimensiones del local -menos de cien metros cuadrados- sus propietarios pudieron haber actuado como el resto de la competencia y mantener la permisividad, pero quisieron ser coherentes con la filosofía del restaurante, basada en la comida japonesa sana y de calidad.

Perder las tertulias

Ahora no sabría decir si la apuesta atrajo a clientes no fumadores, pero sí está seguro de que muchos de los amantes de las sobremesas con algo de alcohol y bastante humo dejaron de acudir: «Perdimos la tertulia, las copitas, los licores, y afectó a la hora de hacer caja. Sé de gente que no ha venido más, y de grupos habituales de cuatro o cinco personas que tampoco vienen porque alguno de ellos es fumador y prefiere un establecimiento en el que pueda fumar». Tanto afectó la prohibición que se plantearon dar macha atrás -otros lo hicieron-, aunque al final decidieron mantener la coherencia a pesar del coste.

De lunes a viernes, el restaurante Casa Matilde, en Benajarafe, tiene más clientes fumadores que no fumadores. Pero el salón mide 200 metros, así que La Ley Antitabaco de 2006 obligó a su propietario, Marcos Gálvez, a realizar una inversión de 24.000 euros para habilitar una zona de fumadores.

Si el anuncio del Gobierno sigue adelante, el desembolso y la obra no le habrán servido para nada: nadie podrá fumar dentro del establecimiento. En ningún lugar. «Hombre, después de la inversión, pues no sienta bien, pero es que yo no estoy de acuerdo con la actual ley. No me parece bien que en los locales pequeños se pueda fumar y que yo, por tener unos metros más, tenga que habilitar», dice. Y eso a pesar de ser consciente de que el endurecimiento de la ley le va a afectar: «Perderé a los clientes de 'copa y puro', que suelen ser los buenos clientes».

Más allá de una comida

Son las siete y media de la tarde de un día entre semana, y Adolfo Arjona, propietario del restaurante Adolfo, está aún retirando el café y las copas de algunas mesas, un hecho que da idea de cuánto pueden prolongarse las sobremesas en un establecimiento en el que abundan las comidas de negocios. El local tiene menos de cien metros y su propietario optó, como la mayoría, por permitir fumar. «El endurecimiento nos afectará a todos, y más con nuestra mentalidad latina», dice. Controles de alcoholemia, crisis y ahora prohibición. Tres factores que, según este empresario, hieren de muerte a la sobremesa.

«Una ley así hay que aceptarla y punto. No hay posicionamiento posible». Rafael Prado, presidente de la Asociación de Empresarios de Hostelería de Málaga (Aehma), asegura estar cansado: «Las sobremesas pasarán a la historia. La hostelería ha sufrido muchos ataques. Empezaron con el vino, y ahora, el tabaco». Afirma que no han calculado pérdidas derivadas del endurecimiento de la ley, pero no duda de que habrá perjuicio, al menos al principio: «Luego las aguas volverán a su cauce y habrá permisividad. No podemos estar todo el día detrás de nuestros clientes».

Hartos de ejercer de policías. Así dicen estar los propietarios de locales nocturnos que superan los cien metros cuadrados y que han tenido que optar por habilitar una zona o por prohibir fumar, una circunstancia a la que no están sometidos los locales de copas con una superficie inferior y que se han decantado de forma mayoritaria por la permisividad.

Pedro Marín, responsable de El Liceo, un bar de copas de 400 metros en el centro de Málaga, asegura que invirtió 52.000 euros en habilitar la zona de fumadores. A pesar del desembolso, es tajante: «Yo estoy en contra de la ambigüedad de la actual ley. Aunque nos va a perjudicar, porque copas y tabaco van unidos, prefiero la prohibición total. O se fuma en todos o no se fuma en ninguno».

Para Marín, el hecho de que en los locales de menos de cien metros se permita fumar no sólo está suponiendo una competencia desleal para los establecimientos que superan esta medida, sino que obstaculiza el trabajo de sensibilización del público: «Creo que habrá menos problemas si la gente sabe que está prohibido fumar en cualquier lugar cerrado y si es el Gobierno el que controla. Yo he estado en Suecia y la gente sale a fumar a la calle con diez grados bajo cero».

Nada que ver con lo que ocurre en su local, donde los clientes no utilizan la zona de fumadores: «La gente no se separa para fumar. Cuando entró en vigor la ley, se lo advertíamos y se encaraban con nosotros. Si la inspección nos pillaba, salpicaba al local. Optamos por llamar a la policía cada vez que veíamos a alguien fumando, pero nunca vino ningún agente. Ahora seguimos diciendo a los clientes que fumen en la zona habilitada. Te dicen que sí, y al rato vuelven a encender un cigarro donde quieren».

Ninguna de las denuncias por infracciones de la Ley Antitabaco recibidas el primer semestre de este año por el Servicio de Salud de la Delegación de Málaga se han interpuesto contra particulares. Tampoco se ha abierto expediente alguno contra ciudadanos que fumen en lugares prohibidos. Todos son contra establecimientos públicos, y de forma mayoritaria, contra restaurantes y cafeterías. «Son los propietarios de los establecimientos los responsables de hacer cumplir la ley en ellos», afirma la jefa de este servicio, Yolanda González.

Y los responsables de los locales aseguran que les es imposible controlar a todo el mundo, y que además, no pueden estar permanentemente llamando la atención, porque, al fin y al cabo, regañan a sus clientes, de los que comen.

Difícil control

Ignacio Canalejo es propietario de la discoteca Andén, en la capital. Él decidió no habilitar una zona de fumadores, porque asegura que la propia administración anunció que el siguiente paso sería la prohibición total. Así que en Andén, que supera con creces los cien metros, no se puede fumar, pero su propietario afirma que es muy difícil controlar cuando está masificada: «Hasta que la gente no esté concienciada, la prohibición va a ser poco efectiva», dice.

La delegación de Discotecas y Bares de Música de Aehma se ha posicionado a favor de los locales de más de cien metros y en contra de la desigualdad que, consideran, promueve la actual ley: «Preferimos una ley clara a la ambigüedad actual», dice su portavoz, Juan Rambla. «Si el criterio no va a depender de cuestiones técnicas que estén al alcance de todo el mundo, preferimos la prohibición total».

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