Borrar
José Tomás agradeciendo el cariño del público ayer. / CARLOS MORET
Feria

Llegó Tomás, leyenda viva del toreo

Pocos dudan de que José Tomás se encuentra más a gusto frente al toro que frente al resto de los humanos... Así es el mito.

L A C ONTRA F ERIA PEDRO LUIS GÓMEZ

Viernes, 21 de agosto 2009, 03:19

E S difícil ser leyenda en vivo. José Tomás lo ha conseguido. En parte, el momento de auge que la fiesta nacional vive en estos momentos viene dado por el diestro afincado en Estepona, que ayer, por cierto, celebró su cumpleaños toreando en La Malagueta. Esta crónica se escribe antes de que comience la corrida de toros, porque el autor también quiere estar presente en el evento. Como media España. Si hubiese habido tres plazas de toros, todas se hubiesen llenado hoy. Es más, de los cinco días (tres ya confirmados) en los que previsiblemente se coloque el cartel de 'no hay billetes' al final de este ciclo ferial malacitano de 2009, mucha culpa también será de Tomás, porque un abono te asegura, y a un muy buen precio, ver la corrida en la que torea. El madrileño es un mito, y además los tiene pero que muy bien puestos. Una cosa no conlleva la otra, pero si encima se complementan, pues ya me dirán. Su arrojo y su valor cuasi suicida raya muchas veces la ilógica, lo mismo que su arte es especial. Es otro mundo, otro punto, otra forma de hacer y entender el toreo, un verdadero portento que, además, consigue escapar al mundanal ruido, y apenas si se le conocen entrevistas o apariciones en la televisión. Preserva su mundo privado con tanto celo como su mundo interior, que dicen los que lo conocen que es intenso. Le contaba hace unos días en El Rocío Jesús Quintero ('El loco de la colina') a Julio Iglesias que Tomás es posiblemente la figura más grande que ha tenido el toreo en toda su historia. Y hay muchos más que piensan así. No tengo yo criterios ni conocimientos para opinar al respecto, lo que sí puedo decir como aficionado es que ver a Tomás me entusiasma y me acongoja, produciéndome una sensación de difícil explicación que, por lo que me comentan mis compañeros de gradas, es común a muchos otros. Cuando se va a ver torear a José Tomás se va con susto y con ilusión, con ganas y con el miedo en el cuerpo, pero sobre todo uno acude a la plaza a ver algo que a todas luces va a ser diferente a lo habitual, y eso es lo que lo hace grande, y, por tanto, es la base que ha hecho que ya forme parte de la mítica taurina, tan unida a mundos diferentes porque es tan real como inventado, tan cierto como difuso. Tomás quiere a Málaga, no en balde vive en Estepona, juega al fútbol sala en Estepona y tiene sus mejores amigos en Estepona. Pero además tiene su Mediterráneo, donde él se escapa entre mundo y mundo con su barquito mar adentro para pescar, pasando horas y horas en ese silencio inmensamente atronador que sólo se vive en medio de las olas. Dicen que es tímido e introvertido, lo contrario que en la plaza. Si tuviésemos que elegir una figura psicológica, diríamos que su fuerza ante el toro le viene dada por su fuerza interior. Pocos dudan que Tomás se encuentra más cómodo ante el toro que ante los humanos. Pues bien, eso también incrementa su fama y su leyenda. Que en Málaga seamos los únicos que vemos al diestro José Tomás torear dos tardes cada temporada es un lujo que se goza muy especialmente, lleva dos años viniendo de la mano de Fernando Puche, que algún mérito tendrá en lo bueno, digo yo, y no sólo en lo malo cuando ocurre, porque el torero tiene empatía con el empresario malagueño, digo que lleva dos años viniendo el Domingo de Resurrección y el 20 de agosto, fecha de su cumpleaños. Y eso es significativo, porque son dos fechas muy señaladas, una a nivel taurino, la primera, y otra a nivel personal. Hay que tener ganas de jugarse la vida, porque Tomás se la juega y de verdad cada tarde, el día en el que la madre de uno lo trajo al mundo, pues eso también es la mítica y ayuda a la leyenda. Sabe Tomás que es diferente, que es único, y por eso lo cobra, y por eso, también, otros muchos toreros se han beneficiado sin merecerlo tanto como él de importantes subidas en sus emolumentos. Digamos que Tomás ha encarecido la fiesta, pero también la está ayudando a subir un escalón en un momento de mucha ciencia difusa y mucha fotocopia surgida, sin duda, de las escuelas de toreros, que tiene mucho de bueno, pero también sus cosas malas como esa 'igualdad' en casi todos los fiesteros del momento. Vamos, que si no fuese por José Tomás, Morante de la Puebla hubiese cobrado 18 millones de las antiguas pesetas por vestirse de luces en La Malagueta hace 72 horas... ¡Ni loco! Pero la vida es así, y las leyendas y los monstruos también tienen sus pros y sus contras. No sé que pasará en La Malagueta, lo que sí sé es que me voy ahora mismo a verlo...

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariosur Llegó Tomás, leyenda viva del toreo

Llegó Tomás, leyenda viva del toreo