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La Hermandad del Rocío de Fuengirola lleva haciendo el camino 22 años. /SUR
CostadelSol

Fuengirola se va al Rocío

Una treintena de carretas salen hoy camino a la aldea almonteña. Por delante, doce días de devoción y sacrificio para tocar a la virgen de Las Marismas

NOEMI R. NAVAS

Sábado, 23 de mayo 2009, 05:07

La Iglesia de San José del Boquetillo ha sido esta mañana el punto de partida hacia El Rocío para los 250 peregrinos de Fuengirola que cada año acuden a la aldea almonteña. Tras la tradicional misa de romeros, un total de 30 carretas recorren los principales templos de la provincia antes de marchar a Huelva, en la que será la vigésimosegunda visita que la Hermandad de Fuengirola haga a la Blanca Paloma.

La emoción se ha dejado notar estos días en los preparativos del camino. Y es que las carriolas lucen sus mejores galas durante los doce días que dura el recorrido y cuentan con todo tipo de equipamientos para que sus huéspedes no echen nada en falta. «En cada una viajamos unas doce personas, así que el orden es fundamental para que la convivencia sea agradable y estemos cómodos», cuenta Maribel Madrid, una de las ocupantes de la carreta número uno de Fuengirola. Este vehículo ostenta el honor de encabezar al resto de romeros durante la peregrinación y, si algún año no hace la romería, perdería el privilegio.

Bien equipados

En apenas 30 metros por carreta llevan comida para casi dos semanas, acondicionan un espacio en el que dormir e incluso se duchan a diario, ya que la Hermandad lleva un coche cuba que surte de agua a los demás. Maribel se emociona sólo con pensar en la llegada al Guadalquivir, cuando después de tres días subidos a la carriola, los romeros comienzan el camino a pie. «Los bueyes tiran de la carreta del simpecado, mientras nosotros cruzamos el embarcadero de Coria. Es un momento único porque allí nos recibe la hermandad de La Puebla con los brazos abiertos», explica.

Precisamente, esa unión entre rocieros es una de las razones que hacen a Pepi Cuevas volver cada año a Almonte. El paso por el río Quema, conocido como el Jordán español porque allí se 'bautizan' los que hacen el camino por primera vez, supone otro día grande. «En Villamanrique de la Condesa el paso de hermandades, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional, el pueblo se vuelca con Fuengirola», destaca Pepi. Allí la carreta sube con los bueyes los siete escalones de rigor, una pericia que muy pocos logran.

Último tramo

En ese punto sólo faltan 19 kilómetros para llegar a la aldea, pero intensos, ya que los romeros caminan por senderos polvorientos y apenas sin descanso. A pesar del sacrificio, Maribel tiene claro que la experiencia merece la pena. «Sin entrar en contacto con la naturaleza de Doñana, sin que te piquen los mosquitos o te moleste el polvo de La Raya no puedes decir que eres rociero», resalta.

El paso por el puente Ajolí, después de 14 horas caminando sin parar, supone el culmen para esta joven y sus compañeros de viaje. Las carretas tienen que cumplir el horario marcado por la Hermandad Matriz del Rocío si quieren tocar a la Virgen. Es el turno de Fuengirola. El resto de hermandades en el horizonte de las marismas entonando la tradicional Salve dan paso a la fiesta de la romería más popular de Andalucía.

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