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La Virgen de los Dolores de la Archicofradía de la Expiración fue la primera imagen de la Semana Santa ser coronada canónicamente. / SUR
La Archicofradía de la Expiración en la quema de conventos: La salvación de la Virgen
LA INVESTIGACIÓN

La Archicofradía de la Expiración en la quema de conventos: La salvación de la Virgen

La persona que rescató de San Pedro a la Dolorosa titular de la hermandad fue un monaguillo que ayudaba a la camarera a vestirla. Sus descendientes confirman la desconocida hazaña de este personaje

TEXTO: JOSÉ JIMÉNEZ GUERRERO

Jueves, 9 de abril 2009, 13:26

E N numerosas publicaciones se ha puesto de manifiesto las repercusiones que, para las cofradías malagueñas, tuvieron los hechos conocidos como 'quema de iglesias y conventos', de mayo de 1931. La destrucción del patrimonio iconográfico y procesional afectó a la práctica totalidad de las hermandades. Sin embargo, paralelamente, también se ha documentado que determinadas imágenes pudieron ser salvadas de la destrucción gracias a alguna persona concreta que, con el riesgo que conllevaba y dadas las circunstancias en las que produjeron, no dudó en exponerse para conseguir su objetivo.

Lo ocurrido con determinados iconos ha sido lo suficientemente estudiado y comprobado. Sin embargo, en otros casos, y a pesar de la existencia de versiones que podíamos considerar como oficiales, se había divulgado a nivel popular que en realidad la autoría de la salvación se atribuía a otra persona distinta de la que siempre se había reseñado. En esa línea se enmarca el presente artículo.

¿Qué sucedió en la iglesia de San Pedro con la imagen de la Virgen de los Dolores?

Algunos escritos de la época -como en el realizado por el periodista Juan Escolar García en su obra 'Los memorables sucesos desarrollados en Málaga los días 11 y 12 de mayo de 1931. Un reportaje histórico'- aseveran que, ante lo que ocurría en numerosas iglesias de la ciudad, un grupo de jóvenes, pertenecientes a la Archicofradía de la Expiración, accedió al interior del templo perchelero con la intención de evitar el asalto. Eran las seis de la mañana del día 12 de mayo de 1931. Se afirma que rescataron algunos enseres y objetos de la hermandad, no obstante, no pudieron impedir el ataque.

Asalto

En efecto, el grupo asaltante, tras violentar la puerta de acceso al recinto, y utilizando hachas, barras y palos, destruyeron lo que se custodiaba en el interior del templo. La iglesia de San Pedro se hallaba en aquel tiempo rodeada de edificaciones que conformaban una plaza, en cuyo centro se formó una hoguera a la que se arrojaron enseres, imágenes, etc., entre ellas las del Cristo de la Expiración y la de María Magdalena, obras de la casa madrileña 'Font e hijo'. Sin embargo, de esta destrucción se salvó la de la Virgen de los Dolores, obra atribuida recientemente a Vicente Asensio de la Cerda.

Crónicas de la época narran que cuando la imagen de la Dolorosa iba a ser lanzada a la pira, fue arrebatada por un cofrade. Otras fuentes afirman que la cabeza de la imagen fue salvada por un miembro de la cofradía con la ayuda de la familia del sacristán, que ocupaba una casa colindante. Información oral atestigua que fue salvada por un hermano de la cofradía llamado Rogelio López, quien la escondió en su domicilio, ubicado en la calle Tacón.

La Archicofradía, en su web (http://www.expiracion.org/historia1720.html) , reseña que la «Virgen de los Dolores se hallaba a todo esto instalada en su camarín, como la puerta del mismo era mucho más pequeña que la peana sobre la cual se erigía la hermosa imagen, pronto halló la chusma satisfactoria solución: partir a la Virgen en dos. Entre estos, como por designio divino, se encontraba mezclado el hijo del sacristán... Y en un alarde de valor, forcejeando, desplegando toda su astucia y también todo su coraje, consiguió la cabeza de la imagen, con corona y todo. Don Rogelio López, corazón y nervio al servicio de la hermandad, en compañía de Vicente Sarmiento, por aquel entonces perteneciente a la cofradía, se habían apoderado de joya tan preciada. Y en un sótano de la calle Tacón se rindió culto desde aquel día (...)».

Sin embargo, en determinados círculos del barrio del Perchel, se había afirmado, a través del tiempo, que quien en realidad intervino en la acción salvadora de la imagen fue otra persona que, pasados unos días de los hechos acaecidos, la entregó a la cofradía. Más tarde sería llevada hasta la antes mencionada vivienda de la calle Tacón.

Esta noticia la reseñé en la página 102 de mi libro 'La quema de conventos en Málaga. Mayo de 1931', (Arguval, Málaga, 2006) concretando que la persona autora de la salvación de la imagen pertenecía a una conocida familia, de apellidos López Chica.

Descendientes de ella se pusieron en contacto conmigo y, hoy, podernos conocer quién fue y lo que sucedió en aquella aciaga noche en el interior del templo.

Un encalador

La persona que salvó la imagen de la Virgen de los Dolores se llamaba José López Chica y había nacido en Málaga el 31 de mayo de 1903. Su domicilio se situaba en el número 8 de la calle de San Pedro. Era alguien muy conocido en el barrio, sobre todo por su oficio: era encalador. Él no era hermano de la Archicofradía de la Expiración, pero siempre había tenido muchas relaciones con la hermandad. Fue monaguillo en el templo y ayudaba a vestir a la imagen. Fuentes orales nos informan de que, en aquellos años, la imagen era vestida por una señora, dedicada a labores de costura, en su domicilio, en el número 3 de la calle San Pedro. José le ayudaba.

Los hechos acaecidos en la madrugada del 12 de mayo, según informaciones que nos ha aportado su nieto, Jesús David López Jimena, ocurrieron de la siguiente manera: «En la madrugada del 11 al 12 de mayo del año 1931, debido a los rumores y precedentes habidos en otras iglesias y conventos, su amor por la imagen de la Virgen, su conocimiento del templo, y su extrema cercanía con él, José López Chica, proveyéndose de un saco de cal vacío y un trozo de tela que tenía en su casa, se dirigió a San Pedro. En el barrio se intuía que algo podía ocurrir a la iglesia y ésta permaneció abierta por el sacerdote y algunos hermanos que aun permanecían en el templo temiendo lo peor.

Cuando alguien avisó de la cercanía de las turbas, la iglesia quedó desierta. Fue en ese momento cuando José, aprovechando sus conocimientos, se dirigió al lugar donde se encontraba la imagen, y arrebató la cabeza del conjunto, la envolvió en la tela y la introdujo en el saco. Desde la iglesia llegó hasta su domicilio, situado muy cerca del templo, en el número 8 de la calle San Pedro. Fue su tía Francisca la que guardó la sagrada imagen y lo hizo en la zona más alta de la casa, en el llamado 'palomar'. Allí permaneció durante algún tiempo».

Cuando la situación lo permitió, José decidió entregar la imagen. Para ello buscó a algún responsable de la cofradía. Fuentes de la familia aseveran que se la entregó al sacristán del templo. Y lo hizo tal y como rescató a la imagen: sin testigos. De él pasaría a Rogelio López que la llevaría hasta su domicilio, en el número 8 de la antigua calle Tacón.

Como caso excepcional, y con especialísima autorización de la autoridad eclesiástica, se dijeron misas en el altar improvisado que presidía la cabeza mutilada de la bella efigie durante los años 1931 y 1932. En el año 1933 se trasladó la imagen a la Santa Iglesia Catedral Basílica de la Encarnación donde permaneció hasta 1934 en que fue conducida a la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, desde la que fue procesionada a las once de la mañana del Viernes Santo del año 1935.

En 1936, durante los hechos que se produjeron en la Guerra Civil, la imagen de la Virgen fue nuevamente salvada y ocultada en la plaza de Biedmas, en una de cuyas casas vivía el directivo Antonio Dobladez y Valor. Finalizada la contienda en Málaga, la imagen mariana recibió culto en la iglesia de los Santos Mártires, siendo trasladada procesionalmente a la de Nuestra Señora del Carmen en 1938. Más tarde se ubicó definitivamente en la iglesia de San Pedro.

Seguramente José López Chica no otorgó a su decisiva acción más mérito que el que puede aportar el íntimo convencimiento de que cumplía con un deber hacia aquella imagen cercana, hacia lo que representaban sus convicciones religiosas; hacia una Virgen, la de los Dolores, que había que rescatar en aquel preciso momento.

La noticia quedó dormida en la memoria de sus familiares, de algunos allegados y de conocidos del barrio. José falleció en Málaga el 12 de febrero de 1996.

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