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MÁLAGA

«Abuela, ¿cómo se juega a la rayuela?»

Un grupo de mayores enseña a los niños los juegos de su infancia en El Perchel

AMANDA SALAZAR

Sábado, 22 de noviembre 2008, 04:19

Los mayores se sintieron ayer más niños que los escolares que fueron a visitarles al Centro de Día El Perchel. Y es que, después de muchos años, volvieron a jugar a los juegos de toda la vida como cuando eran pequeños. Unos juegos que, con los años, han ido perdiendo espacio frente a las videoconsolas y otros artilugios electrónicos. Pese a todo, los cromos, la rana, la comba, las carreras de sacos y la sillita no envejecen, y ayer conquistaron de nuevo a los más pequeños.

Reyes Palacios, directora del Centro de Día El Perchel, es la organizadora de este encuentro, en el que han participado un centenar de alumnos de tercero de Primaria de los vecinos colegios Luis de Góngora y San Manuel y cerca de 80 mayores del centro. Niños de entre ocho y nueve años que nunca antes habían jugado a las chapas o a la carrera de huevos, y que se lo pasaron ayer en grande. «Se trata de recuperar juegos que se estaban perdiendo y que después de todo este tiempo siguen gustando mucho a los niños», indica Palacios. Frente al sedentarismo y el carácter individual de los videojuegos, todos estos divertimentos clásicos invitan a hacer ejercicio y a participar en equipo.

Convivencia

Además, sirven para fomentar la convivencia entre mayores y pequeños. «Muchos niños viven en el barrio desde que nacieron y hasta hoy no habían conocido el centro de mayores», aseguró Palacios. «Para los mayores es una alegría poder jugar con los pequeños y explicarles cosas que desconocían», continúa.

En el patio del centro, el chiquillerío se agolpaba ante las distintas zonas señalizadas con carteles para cada juego. Los mayores han diseñado esta actividad durante un mes, preparando los juegos, pintando los carteles y recopilando todo lo necesario para pasar un día inolvidable.

Los niños, por su parte, tuvieron que completar en un papel las actividades. La primera de la lista fue la comba. Muchos ya habían saltado, pero para otros fue la primera vez y se notó. Más de un chaval terminó de bruces en el suelo.

La siguiente actividad, el elástico, tuvo menos éxito del esperado. Las señoras que explicaron los pasos no recordaban exactamente las filigranas que conseguían hacer con los pies en sus años mozos. Sin duda, la actividad más movida y la favorita para los niños fue las carreras de sacos. Tanto, que Montse Sánchez se olvidó de su lista y preguntó una y otra vez a los mayores si podía repetir. «Es que es muy divertido», asegura la pequeña. Sólo había que ver las caras de sus compañeros para creerlo. Pero nadie ganó a Antonio Díaz. «Era un campeón a las carreras de sacos cuando era chico y ahora sigo en forma», dice.

El ejercicio es precisamente uno de los encantos de los juegos antiguos frente a los actuales. Los niños terminaron sudando en las carreras de sacos, la gallinita, la carrera de huevos, tirar de la cuerda o en la sillita, pero se veía en sus caras que habían disfrutado.

Las actividades más desconocidas para ellos fue el burro, el guizo y la china. Pero la más difícil de todas fue la rayuela. «¿Cómo se juega a esto?», pregunta una niña en la cola. Es un ejercicio de equilibrio que se les escapó al principio, pero después de practicar un poco, empezaron a cogerle el gusto. Aquí no hay diferencias, tanto niños como niñas se divierten con todos los juegos y ellos mismos son los que dieron su veredicto tras la jornada: «Esto es mucho más divertido que la videoconsola y me lo paso muy bien jugando al aire libre», asegura Eduardo Díaz, de ocho años. Una experiencia que no olvidarán.

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