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VIVIR

El cuerpo mira al pasado

El hombre conserva estructuras y tejidos que son vestigios de la evolución sin una función aparente. Algunos, sin embargo, mejoran la vida

N. RAMÍREZ DE CASTRO

Sábado, 21 de junio 2008, 03:44

Nacemos con ellos, pero casi nadie sabe para qué están ahí. ¿Para qué sirve el dedo pequeño del pie? ¿y las muelas del juicio? ¿perdemos alguna función cuando nos extirpan el apéndice? Algunos de esos tejidos y estructuras son vestigios de la evolución humana, el recuerdo de aquellos primates y animales invertebrados que fuimos hace millones de años. Todo lo que deja de tener una utilidad deja de funcionar, pero no desaparece. Por eso mantenemos órganos vestigiales anclados a nuestro cuerpo. «No existe un diseño de la evolución; en realidad es una chapuza que va dejando residuos. Lo que deja de tener una función no desaparece. Permanecerá mientras tenga un carácter neutro y no moleste», explica Jaume Bertranpetit, director del ICREA, el Instituto Catalán de Investigación y experto en evolución humana. Los órganos vestigiales permanecen minimizados, sin una función aparente. O, al menos, eso parece.

AMÍGDALAS Y VEGETACIONES

Escudo protector

Forman parte del tejido linfoide vinculado a las mucosas. Cuando entra un elemento extraño (bacterias, virus, gérmenes...) se activan las células que pueden luchar contra la infección. «Las amígdalas son una parte fundamental de nuestras defensas. Hoy para quitarlas, los pacientes deben reunir alguna de estas características: tener unas amígdalas grandes que impiden respirar bien durante el sueño, padecer más de seis episodios de amigdalitis en un año o tener abcesos sospechosos», detalla Sañudo.

APÉNDICE

Ayuda para la digestión

Durante décadas se encasilló en el grupo de órganos innecesarios. Hoy se sabe que es un tejido linfoide, implicado en funciones del sistema inmune, las defensas naturales del organismo. «Hasta se ha vinculado su extirpación con un mayor riesgo de sufrir alergias y trastornos inmunes», señala José Ramón Sañudo, profesor de Anatomía de la Universidad Complutense.

Además, William Parker, profesor de Cirugía de la Universidad de Duke (EE. UU.) está convencido de que también favorece la digestión. En 'The Journal of Theoretical Biology' cuenta su teoría: el apéndice es el hogar de una bacteria beneficiosa que facilita la digestión, además de prevenir infecciones.

ÓRGANO VOMERONASAL

Detector de feromonas

Una diminuta hendidura a cada lado del tabique nasal es lo que nos queda de nuestra antigua habilidad para detectar feromonas, vinculadas en la atracción sexual.

MUELAS DEL JUICIO

Compañía inútil

Los terceros molares dejaron de ser útiles para la especie humana hace más de un millón de años, cuenta José María Bermúdez de Castro, codirector del yacimiento de Atapuerca. «Hace 1,8 millones de años se encontraron en el yacimiento de Dmanisi (Georgia) individuos con las muelas de juicio de un tamaño reducido». Este experto en desarrollo dental está convencido de que si no hubiera odontólogos las muelas del juicio habrían terminado por esfumarse. «Lo dañino, lo que estorba termina por desaparecer. En la evolución, lo que cuenta son los descendientes que puedas tener. Una infección en la muela del juicio, sin tratamiento, puede significar la muerte y la imposibilidad de tener hijos». Sólo el 5% de la población cuenta con un juego sano de estos molares.

VELLO CORPORAL

Selección sexual

Las cejas evitan que el sudor caiga a los ojos y el vello facial podría desempeñar algún papel en la selección sexual. El pelo se eriza en los animales para intimidar a otros animales o protegerse del frío. Los humanos conservamos esa habilidad, la piel de gallina, aunque hemos perdido el pelaje.

EL DEDO PEQUEÑO DEL PIE

Mejor apoyo plantar

Si hubiera que elegir un dedo clave para nuestro apoyo, ese es el primero. Después, la importancia del resto de los dedos tiende a regresar, hasta llegar al último. El resto de las falanges actúan como en un coro, con una contribución casi invisible que se deja notar en el resultado final. «El más pequeño ayuda a centrar el pie en su apoyo. Pero, en realidad, podríamos caminar sin él», señala Ángel Villamor, director de traumatología del Hospital USP San José.

COSTILLAS FLOTANTES

Escudo de órganos

La cirugía plástica elimina las costillas flotantes para reducir el volumen de la figura. Dicen que la cantante Cher logró así su famosa cintura de avispa. Estas costillas no tienen anclajes importantes en la caja torácica y su extirpación no conlleva importantes secuelas funcionales. Se puede vivir sin ellas, aunque no son falsas. Al eliminarlas quedan desprotegidos órganos vitales. Están ligadas a músculos del abdomen y el diafragma.

COXIS

La cola perdida

Estas vértebras fusionados son todo lo que nos quedan del rabo que la mayoría de los mamíferos aún emplean. Dejamos de necesitarlo cuando empezamos a caminar erguidos. Hoy todavía nacen algunos niños con unas vértebras de más. Y los bebés recién nacidos sin ese vestigio suelen adoptar una postura característica en la cuna que les lleva a levantar más el coxis. Asociado a la pelvis, es un punto de anclaje de músculos y ligamentos que soportan el suelo pelivano y están vinculados a la micción.

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