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DISTENDIDOS. Son rivales en lo futbolístico, pero hermanos para siempre.
Melilla

Merengues y culés: mesa, mantel y felicidad

La familia del Bar Aragón vuelve a vivir con alegría el 'clásico' futbolístico por excelencia, el Real Madrid-Barcelona y Manolete Garcés se lleva una alegría de las grandes

TEXTO: SALVADOR RAMÍREZ

Viernes, 9 de mayo 2008, 03:49

MELILLA es ciudad de acontecimientos y vivencias intensas. Hasta un partido de fútbol, no cualquiera, sino un Madrid-Barcelona, puede sustanciar un buen rato de francachela y convivencia compadre. Si ese partido se vive de una forma especial en un establecimiento, éste es el Bar Aragón, porque sus propietarios, Manolete y Chiqui, son hermanos, pero enemigos en lo futbolístico. A ver, Manolete es merengue y Chiqui es culé, con lo cual la fiesta está servida. Cada uno, desde sus atalayas correspondientes, se dicen 'de todo' aunque siempre en clave de alegría, ambiente distendido y con un fondo gastronómico de muchos lujos. El Bar Aragón es bandera y estandarte del mejor tapeo melillense y se sitúa en uno de los barrios de referencia fogonero, el Industrial.

Bueno, lo que le faltaba al Real Madrid para rematar la temporada es que el Barcelona le hiciera el pasillo de campeones y, además, meterle un zambombazo de 4-1 como ocurrió en la catedral blanca, el Santiago Bernabéu, en la noche del pasado miércoles. No apto para culés, un auténtico martirio para la parroquia blaugrana. Pobre Chiqui, tuvo que tragar veneno para no perder los nervios. Manolo, obvio, estuvo en la gloria y los amigos del establecimiento disfrutaron de lo lindo con una familia, los Garcés, entrañable, cariñosa,hospitalaria, en una palabra: melillense.

Tarta de merengue

Allá estuvo Pepe Gámez, ese gran escultor, melillense por supuesto, que ha rendido homenaje a su ciudad natal con una obra de arte: el ajedrez que cuenta la historia de la milenaria ciudad española. Una tarta ideada por Manolo contenía, entre merengues, una leyenda que así rezaba: 'Ahora con Zapatero, antes con Franco, al Barça siempre le estamos dando'. Eso no se le hace a un hermano, Manolo.

A veces la vida es muy fácil y la felicidad tremendamente accesible. Sólo hace falta ser aficionado al fútbol, a la buena mesa y a las buenas personas. Lo demás viene de forma automática. En estos casos no se pierden dos horas sino que se invierte en satisfacción y amistad. Y, hombre, si el Real Madrid gana la Liga y le hace cuatro descosidos al Barcelona, sinceramente, mucho mejor.

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Merengues y culés: mesa, mantel y felicidad