Castilla del Pino: «El rechazo social es muy traumatizante para el esquizofrénico»

El especialista destacó ayer la importancia del apoyo económico y, sobre todo, social al esquizofrénico. Y es que, aunque todavía queda mucho por hacer, los fármacos actuales permiten al paciente llevar una vida prácticamente normal y formar parte de la sociedad como uno más. Pero, según afirmó el catedrático de la Universidad de Córdoba, «no es tan fácil». «No sólo depende del enfermo, sino también de que la sociedad sepa que esa persona que ha sido enferma es ya una persona que debe estar integrada», explicó Castilla del Pino.

De hecho, muchas veces el esquizofrénico «está en condiciones de ser integrado, pero el entorno aún le rechaza y le acepta de una manera discreta». «Es muy traumatizante para el paciente», añadió. En cualquier caso, la sociedad también madura en este aspecto y, en palabras del psiquiatra, «está mucho más educada para ese problema».

Alarmismo infundado

Casos como el del parricida de Santomera (Murcia) que hace unas semanas conmocionaba al país y copaba las portadas de diarios e informativos, crean en ocasiones un alarmismo infundado. «Son cuestiones aisladas que deben ser tratadas aisladamente, sin elevarlo a la categoría de social», señaló el también miembro de la Real Academia Española. «Es lógico -continuó Castilla del Pino- que los medios de comunicación tengan que recogerlo como noticia, pero hay que pensar en lo que eso representa para el colectivo de enfermos de esquizofrenia que están en fase de recuperación y que hacen una vida social bastante aceptable».

El reconocido psiquiatra profundizó en el síntoma psicótico -«la base del diagnóstico de estas dolencias»- en la conferencia que puso ayer fin al curso en Málaga. «El síntoma psicótico es el que que caracteriza a lo que se ha llamado en el lenguaje coloquial la locura», puntualizó. Se define por la «pérdida de una barrera que todos tenemos perfectamente clara y que no permite que lo íntimo, lo mental, pase a lo público». Así, el enfermo cree oír voces que están en el exterior y le hablan, cuando realmente son suyas; o asegura que la gente le hace señales cuando es una suposición que da como un hecho. «Muchos viven la sonoridad del pensamiento: creen que se oye lo que piensan». El síntoma psicótico es lo que diferencia la enfermedad de un simple trastorno. «Un obsesivo sabe distinguir entre vida íntima y vida pública», observó el experto.

Prevención, clave

La prevención en estos casos es clave, pero difícil. Es la misma familia o el entorno del enfermo quien debe identificar los indicadores que hacen que una persona sea un psicótico, algo nada sencillo. Una vez que ya han detectado los síntomas, se inicia el tratamiento. «Poseemos fármacos mediante los cuales se vuelve a establecer la barrera diacrítica entre lo íntimo y lo público», apuntó el catedrático. Además, los avances médicos permiten la detección de los trastornos mediante tomografía axial computerizada: «Se ve dónde está la zona del cerebro que está afectada y se puede ubicar el trastorno, de manera que supone grandes progresos».