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TEXTO: LORENA CODES
Sábado, 1 de marzo 2008, 02:54
«SOLAMENTE el bombero entra en el lugar del que todo el mundo huye. Dicen que los bomberos nunca dejan de ser niños, así que si gano lo pasaré muy bien como niño y como bombero». Con esta declaración de intenciones manifestaba Samuel, de nueve años, su deseo de cumplir un sueño que le acompañaba prácticamente desde que nació.
Se presentaba al concurso 'Bombero por un día', convocado por la Asociación de Bomberos, y cuyo premio era pasar un día entero aprendiendo a ser bombero junto al cuerpo y a un acompañante, que acabaría siendo su primo Jesús. Sabía que lo tenía difícil, pero según explicaron sus padres, María Jesús Rico y José Manuel Sánchez, «desde el principio puso todo el empeño para que le rellenásemos el impreso y lo entregáramos a tiempo».
De casta le venía a Samuel; su abuelo fue bombero durante cuarenta años y su padre intentó en varias ocasiones entrar en el cuerpo. Ayer, los ojos de un abuelo emocionado se llenaban de lágrimas al ver a sus nietos siguiendo sus pasos. Marcos Sánchez García acompañó a Samuel y Jesús en el día en que crecieron de golpe para cumplir un sueño que les había acompañado en todos sus juegos desde que, con sólo tres años, les llevara a la estación de bomberos del aeropuerto, donde comenzó a trabajar en 1960.
Revuelo
Se levantaron muy temprano porque los nervios no los dejaban dormir, y aún no sabían el revuelo con el que se iban a encontrar: ¿todo un parque de bomberos a su disposición! A las ocho y media, varios efectivos fueron a recoger a Samuel y a Jesús para equiparlos con el uniforme correspondiente y llevarlos hasta el parque de Martiricos. «Las botas se las tuvimos que quitar porque no podían con ellas, pero estaban muy ilusionados al verse con el uniforme completo», comentó Salvador Padial, presidente de la Asociación de Bomberos, quien explicó que la redacción de Samuel resultó ganadora porque «hace referencia a unos valores muy importantes para el cuerpo y, además, contaba de forma muy tierna las batallitas que le relataba su abuelo».
Ya en la estación, los dos primos asistieron a un cursillo acelerado en el que aprendieron a revisar los vehículos, dar la vuelta de reconocimiento, limpiar las mangueras... y todo ello integrados en el cuerpo como un compañero más.
«Nos hemos tenido que quitar el casco porque nos tapaba toda la cara», comentó Samuel entre risas. La jornada continuó con una comida junto a los compañeros. Ya por la tarde los niños estuvieron en el Parque del Mayorazgo donde les prepararon un pequeño fuego para que probaran lo que habían aprendido. «Sabía que siendo bombero se ayudaba a la gente, pero no sabía que se podían hacer tantas cosas; cuando sea mayor yo también seré bombero», declaró Samuel, que iba de un lado para otro antendiendo a cada explicación con los cinco sentidos.
«No sé si algún día se presentará al cuerpo de bomberos, pero estoy seguro de que el día de hoy será un recuerdo imborrable», expresó emocionado el padre de Samuel.
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