Identity, por Aurora Luque
AURORA LUQUE
Martes, 29 de enero 2008, 03:10
EN TVE emiten un concurso que consiste en adivinar la identidad de un extraño casando su aspecto físico con un dato mínimo de su vida. No soy asidua, pero los concursantes se equivocan a menudo. Las apariencias nos engañan porque nos dejamos llevar por prejuicios y clichés. Hay otro programa en Canal Sur que en lugar de invitarnos a adivinar identidades nos presenta la nuestra -la andaluza- en un espejo cascabelero. Se llama «Se llama copla», y es, a pesar de sus defectos, de lo mejorcito, junto con Quintero, de la tele andaluza pública (que tampoco es decir mucho). Los concursantes son (muy) jóvenes andaluces que aspiran a convertirse en figuras de la copla.
Se preparan con tesón y esfuerzo; no se puede negar que les apasiona el género, pero también es cierto que el programa, al ceñirse al formato perverso de 'Operación Triunfo', comete excesos que empañan de vulgaridad y sentimentalismo la competición. Se reclama a padres y a novios para hacer llorar al público. Se llevan a los chavales a rezar a sus santos con la cámara detrás o a clínicas y asilos, o a la peña bullanguera de cada cual.
Lagrimerío fácil y sonrojante que rebaja la altura que podría tener el asunto. El problema es que el objetivo primerísimo del programa es conseguir audiencia; las giras y los discos que hagan los ganadores también reportarán ingresos a Canal Sur. Me pregunto si estos jóvenes con sus voces magníficas podrán zafarse de una carrera preestablecida como la del brutote de David Bustamante, basada solo en éxitos comerciales. ¿Sabrán pararle los pies a la popularidad devoradora y al éxito banal? ¿Alcanzará alguno la sustancia de un Carlos Cano o de una Pasión Vega? El programa no parece que busque ese tipo de talentos. Me da que van a ganar las desatadas imitadoras de Marifé de Triana con su chillerío desmelenado, y no la línea elegante y sobria de la Piquer que hereda y mejora nuestra Pasión Vega. De momento emociona ver al concursante de Nerja cantando el Zorongo que Lorca rescató y musicó para piano. El poeta granadino se habrá emocionado desde su barranco anónimo. Este chaval, Antonio Cortés, es rumano de nacimiento, con lo cual constatamos de paso que la identity de Andalucía no va en los cromosomas, sino en la educación.
Un bravo merece la otra malagueña, María Lozano, que a punto de ser descalificada supo aparcar los nervios y se superó con un poderío y un dominio sobrecogedores. La malvada carnicera quedó descalificada. Y eso que a la malagueña la había vestido el enemigo. Si se le inundara el taller al costurero que la embutió sin piedad en un saco rojo de «bodas-bautizos-y-comuniones» el mundo de la moda no perdería mucho.
Habrá que seguir la evolución de los mejores. La copla es como la ópera: un género vivo y muerto a la vez, cerrado en su repertorio pero apasionante cada vez que se riega y florece. Sería una pena que de aquí sólo deriven carreras comerciales arrodilladas ante el mercado y no vocaciones creadoras y valientes como la de mi inolvidado Carlos Cano. Que el chin-chin-pún ahogue al arte. Que a estos jóvenes los embauque el espejo cascabelero del espectáculo.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.