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ENSAYO

Marina se deja llevar por el placer

El filósofo analiza las raíces del gozo en su nuevo libro, 'Las arquitecturas del deseo'

PACO SOTO

Viernes, 14 de diciembre 2007, 02:19

El filósofo y escritor José Antonio Marina está convencido, como Spinoza, de que la esencia del ser humano es el deseo: «El deseo es una exclusiva humana, mientras que la pulsión es lo que caracteriza a los otros animales». Marina hizo estas afirmaciones durante la presentación de su último libro, 'Las arquitecturas del deseo' (Anagrama), un ensayo en el que el autor analiza la estructura y naturaleza de este sentimiento, así como sus raíces biológicas, sociales y culturales, desde los orígenes de la humanidad hasta la sociedad postmoderna de hoy en día.

Marina, que recurre a filósofos, pensadores y científicos tan diferentes como Sófocles, Spinoza, Freud y Marx para sustentar sus ideas, puso de manifiesto que la obra «analiza y estudia la cultura del deseo, que durante milenios y en todas las culturas y religiones ha sido reprimida o vista como una esclavitud o fuente de problemas».

Las cosas han cambiado mucho en las últimas décadas y ahora «en la sociedad opulenta y consumista en la que vivimos el deseo es glorificado. Ha habido un cambio radical. Primero se produce y luego, a través de la publicidad, se crea en la gente la necesidad de lo producido», argumenta Marina.

Destacó que después de tantos años diciendo que el deseo esclaviza, «ahora resulta que se dice que el deseo es la gran liberación». Marina se preguntó si «no estaremos colaborando todos en una gigantesca estafa». A su juicio, «el ser humano de la sociedad opulenta no es un ciudadano, sino un consumidor atrapado por el deseo desenfrenado; hasta las relaciones humanas son objeto de consumo» Así, el filósofo estableció tres deseos básicos en el ser humano: el bienestar material, la relación con los demás y la necesidad de explorar nuevas posibilidades vitales.

Un animal peculiar

Para el autor de 'Anatomía del miedo', el ser humano «ha sido durante mucho tiempo, desde sus orígenes, un animal peculiar y listo y ahora intenta redefinirse como especie, pero le está costando mucho». Es precisamente por esta razón, según Marina, que el deseo se ha liberado de las ataduras del pasado. Los inconvenientes de este cambio tan profundo son muchos.

Por ejemplo, el deseo está fuera de todo control y, además, «se carece de una teoría general del deseo», apuntó el pensador. Sin esta teoría general, «es difícil saber hacia dónde vamos y que es lo que de verdad necesitamos». De momento «todo se puede desear, los placeres elevan arquitecturas arborescentes, pero también se fragmentan, y para solucionarlo necesitamos una operación de bricolage que unifique los deseos y marque un rumbo».

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