Los toxicómanos esperan de tres a seis meses para acceder a un centro de rehabilitación
Unos 6.300 pacientes están en tratamiento ambulatorio con metadona en la provincia La excesiva burocracia merma la eficacia y aumenta las sospechas de amiguismo en las admisiones
R. HEREDIA
Lunes, 27 de agosto 2007, 03:59
La espera media para acceder a un centro público de internamiento destinado a la desintoxicación de personas adictas a las drogas en la provincia es de tres meses, según el Servicio Provincial de Drogodependencias, organismo dependiente de la Diputación de Cádiz. La red pública provincial sólo cuenta con una comunidad terapéutica donde los pacientes puedan permanecer en tratamiento durante varios meses hasta que reciben el alta. Se encuentra en Tarifa y tiene capacidad para treinta personas. Pero existen otras treinta plazas concertadas en los centros privados de Arcos (Girasol) y Castellar (Manantial), además de la posibilidad de derivar a los enfermos a comunidades de otras provincias.
Sin embargo, este plazo de tres meses que tiene que esperar el toxicómano que decide dar el paso de salir de su adicción no siempre se cumple, según la experiencia del ex presidente y terapeuta de la asociación gaditana Arca de alcohólicos rehabilitados, Alberto Matilla, que asegura que los compases de espera llegan hasta los seis meses, como es el caso de José Antonio Ripoll, que ayer seguía mendigando por las calles de la capital gaditana a la espera de su cita con la desintoxicación. «Es criminal que le tengan así sin ningún tipo de apoyo. Tres meses ya es una barbaridad, pero es que además es el mínimo», lamenta Matilla, que remarca la necesidad de crear un centro de intervención directa inmediata «para el tránsito entre la solicitud y el ingreso» en los centros de tratamiento de la provincia.
En total, unas 280 personas acceden anualmente en Cádiz a este tipo de recursos, una cifra importante si se tiene en cuenta que en Andalucía se producen alrededor de 1.300 ingresos al año en las 420 plazas de internamiento existentes.
La causa de esta demora en la atención es, según el terapeuta, la doble burocracia que existe en la red asistencial de la provincia, ya que la admisión de casos depende de los centros dependientes de la Diputación Provincial, pero su entrada definitiva y la gestión de las solicitudes aceptadas está en manos de la Fundación Andaluza para la Atención a las Drogodependencias e Incorporación Social (FADA). «Son organismos paralelos que generan una peor operatividad, menor eficacia y en los que, además, no hay unos criterios de ingreso claros, de hecho hay muchas veces en las que parece que hay un amiguismo porque he visto que personas con un número mayor entran antes que otros más adelantados en la lista de espera y no se sabe bien porqué», sostiene Matilla, que matiza que la red gaditana cuenta con «muy buenos profesionales, la mayoría sobreexplotados, pero que están muy mal organizados».
Terapia de día
Paralelamente a estos espacios de internamiento, el recurso más demandado es la asistencia en centros de tratamiento ambulatorio (CTA), que cuentan con un equipo de terapeutas especializados en adicciones y desarrollan actividades de prevención, asistencia médica y fomento de la incorporación social. Existen 17 centros de este tipo en la provincia, de los cuales quince dependen de Diputación y otros dos son municipales, además de dos unidades de apoyo en las prisiones de Puerto II y Botafuegos.
En estos momentos hay 6.300 personas en tratamiento de desintoxicación en estos centros, una cifra que no ha descendido desde el año 2003 y según expuso el responsable del servicio, no existe lista de espera para acceder a ellos.
Los pacientes que llegan plantean sus necesidades y se les ofrece una serie de programas, que van desde la asistencia médica, farmacológica y psicoterapéutica hasta la derivación a centros de día, escuelas de adultos, talleres o cursos una vez que han completado el proceso de desintoxicación. El 70 por ciento de las personas que piden información en los CTA inician un tratamiento, apoyados por los 64 puntos de dispensación de metadona que se ubican en los centros de salud y se reparten por toda la provincia.
Generalmente los candidatos a pasar a una residencia son personas con escaso apoyo social y familiar, que viven en condiciones de marginación y cerca de puntos habituales de consumo. En esos casos el terapeuta considera necesario alejarlas durante unos meses de su entorno para que puedan rehabilitarse, e inicia los trámites para su inclusión en una comunidad terapéutica. Según señaló Alfonso Matías, durante los meses de espera el paciente recibe información sobre el funcionamiento de este tipo de instalaciones, con el doble objetivo de que conozca «el esfuerzo que se le va a pedir» y esté preparado. En su opinión, incluso, este tiempo resulta en muchas ocasiones positivo porque sirve para trabajar con el usuario y su familia y reafirmar su voluntad de iniciar un tratamiento para abandonar las drogas. Con esta preparación previa se pretende reducir al máximo los casos de abandono, que según Matías, «no son excesivamente elevados».
Pisos tutelados
Al contrario de lo que ocurre en los servicios de la red pública, en la comunidad terapéutica que la asociación Proyecto Hombre tiene en la provincia no existe lista de espera porque, según su director, Luis Bononato, la demanda de este tipo de recursos ha disminuido debido a la bajada experimentada por el consumo de heroína. Quienes piden la entrada en estos centros pasan entre dos y tres meses en régimen abierto o en pisos tutelados (la organización dispone de 17 plazas en dos pisos de Jerez y San Fernando) para después acceder a una de las 30 plazas de internamiento de la provincia. Bononato, en cambio, está de acuerdo en que la espera es positiva, porque sirve para preparar al adicto para la terapia y también para evaluar su motivación, pero cree que se debería ofrecer un recurso intermedio (como los pisos) para evitar que quienes no tienen familia estén en la calle durante ese tiempo.
Los programas más demandados en Proyecto Hombre son los que se dirigen a jóvenes y a adictos a la cocaína, una droga que en principio no margina tanto como la heroína pero cuyo consumo no deja de crecer. Lo habitual entre los politoxicómanos es mezclar ambas sustancias (lo que se conoce como el rebujo) y eso hace temer que aparezcan nuevos casos de personas enganchadas a la heroína cuando casi se ha conseguido arrinconar a esta sustancia. Según indicó el responsable de Proyecto Hombre, «la persona consumidora va buscando nuevas sensaciones porque se aburre de una sola sustancia y deja de obtener el efecto deseado». Junto a ello, aseguró, se da la circunstancia de que la producción de heroína en Afganistán está aumentando y las mafias miran a los países de Europa para encontrar nuevos mercados. Eso hace que el riesgo sea aún mayor. MÁS INFORMACIÓN I Servicio Provincial de Drogodependencias. C/ Valenzuela, s/n, 1ª planta. Cádiz 956 22 80 18 y 956 22 86 04 www.drogascadiz.es
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