Una declaración de amor en forma de 'boda pirata'

AQUELLOS que reniegan del matrimonio se han quedado sin excusas. Y es que en las playas de Esmoren, una cala marroquí entre las dunas de Taxdirt, copada por decenas de melillenses de vacaciones, ha resurgido con fuerza una original forma de sellar el amor de pareja por medio de una boda pirata, una curiosa manera de darse el 'sí quiero' siguiendo un completo ceremonial donde, como no podía ser de otra manera, no falta el pañuelo rojo en la cabeza, el parche en el ojo y el sombrero pirata. Vestimenta recomendada no sólo para los contrayentes, sino también para amigos e invitados.

Con el enlace el pasado sábado de Eva Soler y Javier Marchena, una pareja con lazos familiares en Melilla que reside en Sevilla, ya son tres las parejas casadas este verano por este rito que se encarga de potenciar el rey pirata, Juan José Florensa, quien oficia el matrimonio ayudado por el báculo del amor, del que salen dos cintas rojas con las que unir por las manos a los novios, como símbolo de su amor que sustituye al viejo anillo.

El ritual de la boda pirata se inicia con un cortejo nupcial, donde los novios van rodeados por niños con antorchas encendidas, al son de la banda sonora de la película 'Piratas del Caribe' y otros temas más románticos.

Fórmula divertida

Como en toda boda que se precie, los novios tienen que confirmar que acceden libremente a contraer matrimonio, sin presiones de nadie, y declararse su amor bajo la fórmula 'yo seré tu sirenita y tu serás mi tiburón' y variaciones del tipo 'yo seré tu almejita y tu serás mi mejillón'. Todo acompañado por un coro de voces que celebran cada respuesta entonando el cántico pirata de 'ron, ron, ron... la botella de ron'. Un apasionado beso, el paseo por la playa rodeado de antorchas y la tarta nupcial en el chiringuito pirata de Fatih cierran un colorido enlace lleno de amor hasta que la muerte, les separe.