Ni rastro de Madeleine
Cien días después de su desaparición en el Algarve, no se sabe nada de Madeleine McCann El rostro de la niña se ha hecho famoso por el empeño de sus padres, que luchan contra el olvido del caso, en medio de una investigación llena de confusión y posibles errores
TEXTO: BELÉN RODRIGO
Domingo, 19 de agosto 2007, 03:50
DINERO, venganza, crimen, odio... Nadie sabe el verdadero móvil que hay detrás de la desaparición de Madeleine McCann, la pequeña británica de cuatro años que disfrutaba de unos días de vacaciones con sus padres y hermanos, las primeras fuera de su país, y que, desde el pasado 3 de mayo, se ha convertido en la niña más buscada por todo el mundo. El 'caso Maddie', como se conoce en Portugal, ha generado una operación policial sin precedentes en el país vecino que ha ultrapasado fronteras.
Muchos se preguntan qué tiene de especial esta bonita niña al lado de los otros miles de pequeños que desaparecen diariamente en diferentes países y de los cuales nadie oye hablar. Sus padres, Kate y Gerry, han sido capaces de movilizar medios y personas por donde quieran que pasan y todavía hoy, cuando se cumplen 108 días de su desaparición, la fotografía de Madeleine sigue ocupado portadas de periódicos y abre telediarios en varios países. Pero a pesar del esfuerzo policial y de a campaña mediática de los McCann el misterio continúa, y podría estar todavía muy lejos de resolverse.
Desde el 3 de mayo se ha hablado y escrito mucho sobre lo ocurrido en el complejo turístico The Ocean Club, en Praia da Luz (Lagos), donde desapareció la pequeña. Todos quieren opinar, hay diferentes versiones que dificultan la investigación policial y pormenores que se convierten en enigmas. Se ha pasado de un supuesto rapto a un probable homicidio o a un accidente mortal. La policía ha dejado de buscar a Madeleine viva y se centra en el rastreo de un cadáver. Todas las hipótesis se mantienen y la de la muerte cobra cada día más fuerza.
Una cena amarga
Lo que ocurrió la tarde noche de la desaparición de Madeleine ha generado muchas especulaciones, principalmente en los medios de comunicación, ya que algunos de ellos han seguido este caso como si de una novela más de Agatha Christie se tratara. La familia McCann, compuesta por el matrimonio Gerry y Kate (ambos de 39 años), Madeleine (cumplió cuatro años en mayo) y Emily y Sean (gemelos de dos años) llegó al Algarve el 29 de junio para pasar unos días de vacaciones con otros amigos. La pareja inglesa estaba acompañada por otros tres matrimonios, cinco niños más y la madre de una de las amigas. Los adultos solían cenar juntos dentro del complejo turístico y se turnaban para visitar a los pequeños mientras dormían. El complejo turístico contaba con el servicio gratuito de 'babysitting', pero desconoce por qué no quisieron utilizarlo.
Esa noche estaban en el restaurante Tapas, a unos 30 metros del edificio de apartamentos de los McCann. Fue Kate quien alrededor de las 22 horas fue a ver sus hijos y encontró la cama de Madeleine vacía, únicamente con el osito de peluche con el que siempre se acostaba. La ventana del cuarto estaba abierta y los gemelos dormían tranquilamente en la cama de al lado. Desesperada, Kate fue hacia el restaurante gritando y nombrando a su hija. Testigos citados en la prensa dicen que oyeron gritos y expresiones como «Ellos se la llevaron» o «fallamos». Tras una búsqueda desesperada por las inmediaciones del complejo turístico, la Guardia Nacional Republicana (GNR) recibió aviso de la desaparición cerca de medianoche.
El rapto o secuestro fueron las opciones más barajadas en los primeros momentos. Al no pedirse ningún tipo de rescate, la idea de un secuestro convencional perdió consistencia mientras que ganaba fuerza la idea de un secuestro relacionado con abuso de menores o de organizaciones pedófilas como las que nutren Internet.
Después de varios días de rastreo por el Algarve, por tierra y mar, se pasó a los interrogatorios y el 15 de mayo un hombre, Robert Murat, fue declarado formalmente «sospechoso». La policía registró su casa y se llevó los ordenadores. Este ciudadano inglés residente en Portugal, empresario en la rama de la informática, es supuestamente un consumidor de 'sites pedófilos', motivo por el cual podría estar involucrado en todo este misterio. Indicios que por el momento no han llevado nada y para los que no existen pruebas, quedando en meras especulaciones, aunque sigue bajo control.
Sucesión de pistas falsas
Desde entonces, supuestamente se ha visto a Madeleine en Malta, Bélgica, Marruecos... Han llegado de todos lados pistas de personas que aseguran haber encontrado a la pequeña sin que ninguna de ellas se haya llegado a confirmar. Incluso el diario holandés 'De Telegraaf' recibió una carta anónima con mapas que señalarían el lugar donde podría encontrarse el cuerpo de Madeleine. El remitente de la carta sería «muy probablemente» el mismo que el año pasado envió al diario una nota sobre el lugar donde se encontraban dos niñas belgas asesinadas, Stacy y Nathalie, de 7 y 10 años de edad, respectivamente, cuyos cadáveres fueron hallados bajo un puente en Lieja (Bélgica), como indicaba la carta. Esta vez las indicaciones no se materializaron y todo acabó por ser una pista macabra.
Giro en la investigación
Ante la falta de indicios de otras causas, la policía decidió volver al punto de partida e investigar la posible muerte de Madeleine. Dos perros de raza 'cocker spaniel' llegados de Inglaterra registraron el apartamento, la zona y varios vehículos utilizados por familiares y amigos. La investigación da un giro importante cuando los perros descubren vestigios de sangre en el apartamento de los McCann y supuestos olores a cadáver. Se deduce así que la sangre puede ser de Madeleine y se repiten las búsquedas del cuerpo de la niña en el mar, donde podría haber sido lanzado. Se disparan entonces las especulaciones y los padres son incluso apuntados como sospechosos a través de la prensa lusa. Los resultados de los análisis de los débiles rastros de sangre -cuyo dueño ha aparecido-, fibras, etcétera podrían incluso no ser decisivos porque las muestras son muy difusas. Todo está por confirmar y lo único que parece claro es que la policía no tiene la más mínima idea de donde puede estar Madeleine.
La realidad no es, desgraciadamente, como una película. No hay solución al final del metraje. No vemos a los CSI sumar indicios con pulso infalible. El error existe. El criminal no se delata fácilmente. ¿Se hizo todo bien en las primeras horas de investigación? ¿Dicen todos la verdad? Lo peor es que la niña no aparezca, ni viva ni muerta -la madre, desesperada, ha llegado a desearlo-. Lo siguiente en ese 'ranking' será la sombra de «sospecha» que seguirá los pasos de cada personaje de este drama.
Los padres
Kate y Gerry McCann, ambos de 39 años, viven en Rothley, Leicestershire. Él es cardiólogo y ella especialista en medicina general. Recurrieron a la inseminación artificial para tener a sus tres hijos. Desde la desaparición de Madeleine han dejado únicamente el Algarve para acudir a otras ciudades en las que han tenido lugar campañas para encontrar a la niña.Un fondo de 1,4 millones de euros integrado por donativos les ayuda a sufragar los gastos de su particular batalla contra el tiempo y el olvido del caso de su hija. Llevan un mes con permiso sin sueldo en sus trabajos y viven en una casa de Praia da Luz. Católicos practicantes, acuden con frecuencia a la iglesia local donde se han celebrado misas y vigilias por Madeleine y otros niños desaparecidos. Comienzan a pensar en una posible vuelta a Inglaterra sin Maddie, por el bien de sus otros dos hijos.
Los amigos
Mathew y Rachel Oldfield tienen una hija de año y medio. Él es médico y conoció a Gerry en un hospital de Leicester, donde ambos trabajaron. David y Fiona Payne (también médicos) tienen dos hijos. David se encargó de organizar e viaje a Praia da Luz y reservó la estancia en Ocean Club a través de Internet. Del grupo, fue el único matrimonio con intercomunicadores para vigilar a los hijos durante la cena.
Russell O'Brien y Jade Tañer forman la tercera pareja. Russell también es médico y vive en la misma ciudad que la hermana de Robert Murat (el único sospechoso formal del caso), en Exeter. Tiene dos hijos con Jade, y es un testigo clave porque había asegurado haber visto a un hombre con un niño en los brazos, que describe con precisión: pelo oscuro, delgado, 1,70 metros. Dianne Webster, la madre de Fiona Payne, 63 años, es la más mayor del grupo. No recuerda quién se levantó de la mesa durante la cena para ver a los niños y asegura que cada pareja se encargaba de vigilar a sus hijos.
Robert Murat
Ciudadano británico que vive cerca del hotel donde desapareció la niña, fue la primera y hasta ahora única persona declarada oficialmente sospechosa (el 15 de mayo) aunque puesto en libertad por falta de pruebas tras un largo interrogatorio. Hijo de padre portugués, está divorciado y tiene una hija de cuatro años que vive con su ex mujer en Inglaterra. Fue denunciado por la periodista británica Lori Campell, del 'Sunday Mirror', porque le llamó la atención su comportamiento durante los primeros días de investigación, en los que al parecer se ofreció como traductor.
Olegario Sousa
Olegario Sousa, inspector y portavoz de la policía en Portim. Ha reconocido que la hipótesis de la muerte de Madeleine es en estos momentos la que tiene más fuerza, sin descartar ninguna de las otras. Ha aclarado igualmente que los padres no son sospechosos de un posible homicidio y ha rechazado que hubiera hecho comentarios sobre los resultados de los análisis que los laboratorios forenses todavía no han entregado.
El inspector de la policía ha apelado a la responsabilidad y la serenidad de todos en beneficio de que el desarrollo de la investigación sea satisfactorio.
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